Los Almendros: una zona que da cuenta del crecimiento urbano

Se trata de cuatro cuadras que fueron construidas a fines de la década del ‘80. Los vecinos destacan la “cercanía a todo”.

Los Almendros: una zona que da cuenta del crecimiento urbano

Antes de que sus casitas aparecieran en el horizonte tupungatino, el núcleo urbano aledaño al hospital departamental General Las Heras terminaba hacia el oeste en el barrio San Carlos.

Desde allí, se extendía un manto de viñedos y frutales, que servían de marco para la inigualable vista de la cordillera. Hoy, toda esta zona está densamente poblada y las cuatro cuadras del barrio Los Almendros han quedado sumidas en medio de una dinámica habitacional que no cesa de crecer.

Poco imaginaban estos vecinos en sus comienzos, que sus viviendas quedarían en un punto neurálgico de la ciudad. Sucede que cuentan con el hospital en un extremo, una clínica privada en el otro y el principal acceso al departamento -el bulevar Correa- pasa por uno de sus laterales. Además, están a una cuadra de una estación de GNC, del polideportivo municipal Francisco Rizzo y de uno de los polos comerciales más importantes de la villa cabecera.

Lo cierto es que el fuerte desarrollo inmobiliario que vivencia el departamento los ha beneficiado y los vecinos valoran esta “cercanía a todo”. Incluso, la propia fisonomía del complejo cambió con los años.

La mayoría de las familias amplió, dividió o renovó sus viviendas. Incluso, el alto costo de los lotes y el déficit habitacional ha llevado a que, en los últimos años, los terrenos que habían quedado baldíos se ocuparan con casas más grandes y sofisticadas. Si hasta la comunidad explica en esta alta demanda inmobiliaria, la pérdida del espacio destinado originalmente a una placita para los niños del lugar.

Los Almendros perteneció al puñado de barrios de Tupungato, que fueron construidos entre fines de los ‘80 y la primera mitad de los ‘90. Limita al oeste con el más reciente Solares de Correa, al sur con la calle Monseñor Fernández, al norte con el bulevar Correa y al este con el barrio San Carlos.

Algo de historia

“Este lugar es muy heterogéneo. Aquí convivimos familias de distintas religiones, de distintas clases sociales, distintas profesiones y demás”, señala Juan Carlos Reynals, uno de los vecinos.

El hombre y su mujer, Elba, se afincaron con su familia en este lugar, cuando hacía un año que se habían entregado las casas. “Para nosotros significaba el acceso a muchas cosas, porque veníamos de un distrito rural. Con el tiempo nos hicimos grandes amigos y ahora no nos vamos más. Ya nos aquerenciamos a este sitio”, apunta con énfasis el hombre.

El acto de inauguración de este conjunto de casas fue a fines de 1987, cuando estaba en la intendencia el radical José Martínez. La construcción había comenzado un año antes, pero no tardó mucho en concretarse.

Las viviendas fueron levantadas en lotes comunes de 250 metros cuadrados, siempre hablando de la división original de las cuadras. Las unidades habitacionales se dividían en las de dos, tres y cuatro habitaciones. De este tipo, sólo se construyó una hilera de unas diez, que fueron entregadas según la necesidad y el número de habitantes de las familias beneficiadas.

Apenas tuvieron las llaves en mano, los dueños comenzaron con la mudanza. Para la mayoría, ésta era la primera casa propia. Muchos provenían de fincas, donde vivían en casas patronales, de distritos rurales o de viviendas alquiladas.

Este complejo habitacional se hizo a través del Instituto Provincial de la Vivienda y con coordinación del municipio. La mayoría no se conocía hasta el día de la inauguración. Sucede que, en este caso, no existió una asociación que los nucleara previamente y por la que trabajaran juntos con este fin. Fue el destino el que quiso que se inscribieran como solicitantes en la comuna y quedaran en una lista común.

“Estas tierras pertenecían a Marcelo Correa. Todo esto era una finca que tenía viñedos, ciruelos y un gran yuyal”, se ríe Jorge Barzola, quien ha oficiado por mucho tiempo de presidente de la unión vecinal, “a falta de gente voluntariosa” que quiera reemplazarlo, según sus propias palabras.

Don Barzola es un hombre inquieto y comprometido. Gracias a las constantes gestiones y reclamos que realizó junto con otros vecinos en los primeros tiempos; lograron la instalación de la red de gas, de cloacas, el asfalto y hasta la cartelería para las calles del barrio.

Hermanos por el nombre

Su particular nombre lo ‘hermana’ con un barrio aledaño, que fue entregado un año antes. Ambos hacen referencia a un importante sector económico de este departamento: las familias que se dedican a la producción de frutos secos.

Justo frente a Los Almendros, separado por el bulevar Correa que sirve de ingreso al departamento, se encuentra el barrio Los Nogales. Aunque la fisonomía de sus viviendas es muy distinta; ambos comparten espacios sociales, sus pobladores son contemporáneos y se mueven dentro de la misma dinámica comercial y de servicios.

Dinámica actual

Últimamente, toda esta zona de la villa cabecera ha crecido en movimiento y sus calles ya no son tan tranquilas como antaño. En el barrio o muy cerca; se encuentran un sinnúmero de almacenes, panaderías, talleres de mecánica del automotor, rotiserías, escuelas, distintos locales comerciales y hasta un gimnasio.

Los matrimonios que comenzaron a escribir la historia a fines de los ‘80, hoy tienen nietos que pueblan las calles. “Muchos tuvimos que ampliar y remodelar, porque la familia ha crecido, gracias a Dios”, confió don Reynals.

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