Para muchos, el exhibidor de un quiosco puede ser un camino sin retorno, imposible pasar por delante sin tentarse.
Otros argumentan que en determinados horarios, en particular después de almorzar o cenar "necesitan comer algo dulce".
Es que si bien las golosinas suelen estar más asociadas al consumo infantil, los adultos tampoco se les resisten , tal cual concluyó un estudio realizado por la consultora Quiroga Agencia de Medios.
A través de una encuesta pudieron comprobar que aunque con diferencias en el tipo de producto elegido, se comen a todas las edades.
Sin embargo es mayor entre los jóvenes, particularmente entre quienes se encuentran en las franjas de los 12 a los 19 años y entre los 25 y 34 años. Por otra parte son las mujeres las que tienen más inclinación por este tipo de productos aunque no con una marcada diferencia: ellas son 52% de los consumidores.
Esta proporción se hace más marcada en el caso de las barras de cereal ( 69%), budines y madalenas (68%) y alfajores (67%).
"En el rankeo de productos en Ciudad de Mendoza, las galletitas dulces están primeras (68% de la gente las consume) y le siguen helados (62%), alfajores (55%), chocolates (49%), barras de cereal (25%), budines y madalenas (22%), caramelos masticables (22%), caramelos duros (15%), gomitas (15%) y por último chupetines (7%) ", resume el informe.
Algunos mendocinos tienen una debilidad por los alfajores, es que 82% de quienes dijeron comerlos ingiere entre 1 y 6 por semana, mientras que el 3% 7 u 8 unidades y el 15% 9 o más alfajores por semana.
Sin embargo se muestran más moderados que con el chocolate: si bien son mayoría los consumidores altos estos son menos que en la media nacional (41% versus 51% respectivamente).
Las preferencias también se manifiestan en relación al nivel socioeconómico (NSE). Tanto en el país como en la región la ingesta es mayor en los niveles más bajos. En este plano Mendoza presenta sus particularidades: "las barras de cereal y los chupetines -con un llamativo 51%- son preferidas por el NSE medio, mientras que las gomitas se distribuyen uniformemente, con preferencia en el sector medio".
En la provincia, entre los 12 y los 19 años el producto más consumido son los chupetines, seguidos desde lejos por los caramelos masticables y las gomitas y transformándose estos tres en los productos más consumidos.
Entre los 20 y los 34 también se observa una alta ingesta que se distribuye parejo entre las diversas opciones consideradas (además de las mencionadas, se suman chocolate, helado, galletas dulces y caramelos duros).
Necesidades
Cintia (34) aceptó que come habitualmente chupetines, maní con chocolate, lentejas de chocolate , garrapiñadas, caramelos, alfajores y chocolate en general.
"Todas las noches termino de comer y necesito algo dulce urgente, en invierno chocolate y en verano si hay helado y si no algo crocante, me pasa especialmente cuando estoy ansiosa o aburrida", relató
Contó que come caramelos en la mañana y en la tarde -al menos uno- porque no consume azúcar y supone que por eso siente la necesidad. Además "les compro alfajores a mis hijas para que se lleven al colegio y yo siempre me como alguno", agregó.
Gisela (38) contó algo parecido "desde chica comía hasta a escondidas para no convidar, ahora de grande tengo que compartir (...) pasás por tantos quioscos que es una tentación y al final me gana el deseo", confiesa la mujer.
La licenciada en Nutrición Mónica Katz asegura que no hay alimentos prohibidos. Se debe lograr un consumo medido periódicamente y al saber que algo no está prohibido, las ganas de consumirlo disminuirán.
"Si sos goloso el consumo excesivo intermitente genera descontrol mientras que la certeza disminuye el deseo", explicó la profesional.
Serían las emociones las responsables de estas preferencias por los dulces, en particular la ansiedad. "La comida disminuye los niveles de cortisol, la hormona del estrés" aseguró Katz, y en vez de tolerar las emociones muchos se inclinan por la comida.
La licenciada en Nutrición Lourdes Sánchez explicó que "los estados de ansiedad y la presión incrementan el deseo de ingerir golosinas porque aumentan la producción de serotonina que mejora el estado de ánimo, produce un bienestar pero que es momentáneo" por lo que vuelve a sentirse el deseo y caerse fácilmente en un abuso de este consumo.
Destacó que los alimentos con triptofano producen el mismo efecto como los frutos secos, los lácteos o el huevo y que la ansiedad también puede controlarse con la actividad física.
Hizo referencia a las enfermedades crónicas asociadas al abuso de grasas saturadas y azúcares que contienen las golosinas.
El psicólogo Walter Motilla señalo varias posibles causas para estos gustos. Por un lado las cosas dulces son una fuente de gratificación, además permiten una remembranza y dejan salir el niño interno o es un reflejo de cómo se ha estirado la etapa adolescente.
Permiten atenuar las presiones del ámbito laboral o de los estudios u otras responsabilidades lo que explica el consumo en adultos jóvenes, etapa de muchas demandas.