En los últimos años se ha promovido el uso de la motocicleta como medio de transporte por ser ágil, de estacionamiento más fácil y algo más económico que el automóvil, aunque desde el punto de vista de la contaminación ambiental, las motocicletas contaminan tanto como los automóviles y causan una gran polución sonora.
Lamentablemente en Mendoza hay prácticamente una muerte o más por semana de motociclistas involucrados en accidentes de tránsito. En la mayoría de los casos las muertes son de personas jóvenes. No sólo es la muerte lo que preocupa, sino también las lesiones irreversibles: amputaciones de miembros o secuelas neurológicas graves.
Lo que se observa es que la mayoría de los motociclistas son intrépidos, andan a muy alta velocidad y no respetan las leyes de tránsito. Es fácil comprobar que pasan sin considerar los semáforos, que para adelantarse a una fila de autos suben a la vereda por las rampas y hacen una suerte de cortocircuito para ganar tiempo, no usan el casco. Zigzaguean entre los autos y pasan indistintamente por la derecha o por la izquierda. En algunos casos es obvio que no tienen mucha experiencia para conducir la motocicleta.
Ha llegado el momento de que la Ley de Tránsito se aplique a rajatabla y de que las sanciones sean firmes y se cumplan. La educación vial debe ser constante. De lo contrario seguirá esta cantidad alarmante de muertes y lesionados, y lo que en principio pareció una solución económica y eficiente para el tránsito terminará en una tragedia.
Es importante tener presente que la muerte o lesión grave del motociclista aflige a dos familias para siempre: a la del motociclista y también a la del otro involucrado en un accidente. Urge pues que los agentes de tránsito estén atentos al control y sean implacables en hacer cumplir la ley.
Doctora Norma C. Magnelli
Profesora Emérita de la UNCuyo
