El cuidado de la producción mendocina de frutas y verduras no sólo está en las manos de los inspectores del Instituto de Sanidad y Calidad Agropecuaria Mendoza (Iscamen), que impiden el ingreso de posibles transmisores de plagas, sino también en el olfato de los 10 perros que los acompañan. Especialmente entrenados para detectar materia orgánica, estos animales controlan los casi 4.000 vehículos que ingresan por día a la provincia y el equipaje de unos 20 vuelos diarios para impedir la entrada de vegetales con la plaga de la mosca del Mediterráneo.
Hace 11 años, la División de Canes del Iscamen comenzó con la difícil tarea de preparar a labradores y beagles con el objetivo de identificar cargamentos ilegales de frutas y hortalizas. Fueron cuatro perros que llegaron desde Río Negro los que iniciaron la camada. Luego, a partir de cruzamientos, se logró llegar al número actual. Hoy todos los perros de la división son nacidos, criados y entrenados en Mendoza.
"Trabajamos con beagles y labradores porque son dos razas que reúnen las condiciones que necesitamos: tienen muy buen olfato, se adaptan muy bien al entrenamiento y son muy sociables. Podríamos trabajar con otras razas, como el pastor alemán, pero nos inclinamos por estas porque durante las inspecciones estamos muy en contacto con la gente y estos perritos no intimidan. Esa característica es fundamental para controles de barreras sanitarias", explica Jorge Spitaliere, encargado de la División de Canes del organismo.
Como un padre comenta orgulloso los logros de sus hijos, Spitaliere detalla el entrenamiento que han recibido los 6 beagles y 4 labradores que hoy ayudan en las barreras sanitarias. "Estos perros aprenden por asociación. Seleccionamos desde cachorros a los que tienen mejores características de aprender más rápido para proseguir el entrenamiento. Por más que sean de la misma raza, dentro de la misma camada hacemos una selección porque cada cachorro tiene características distintas", comenta.
El entrenamiento empieza cuando los cachorros tienen 4 o 5 meses, aunque ello depende también de la precocidad que tenga cada ejemplar para aprender.
"Nos interesa que reconozcan los frutos que son susceptibles a la mosca del Mediterráneo. Cuando inicia el entrenamiento les enseñamos a detectar los aromas de frutas de carozo como durazno, damasco, ciruelas, cítricos y de pepita como manzanas, peras, uvas e higos. El pimiento y el mango también son susceptibles a la mosca del Mediterráneo. Cuando el perro detecta ese aroma le enseñamos la conducta de sentarse. Entonces cada vez que detecta el aroma nos avisa sentándose al lado del equipaje que trae la fruta", detalla el encargado de la división.
"Cuando inicia el entrenamiento les enseñamos a detectar los aromas de frutas"
“El perro aprende jugando y cuando logra el objetivo se lo recompensa con un juguete o un alimento”, apunta Spitaliere.
Los canes olfatean equipajes en tres barreras sanitarias clave: la ubicada en el Arco Desaguadero -por donde ingresa un promedio de 2.500 vehículos por día- el puesto de control de San José, en el límite con San Juan –por donde llegan a la provincia unos 1.200 vehículos por día- y en el aeropuerto El Plumerillo, con un promedio de 20 vuelos diarios. "La afluencia en esos puntos de ingreso hace que sean los más importantes para establecer los controles", explica el presidente del Iscamen, Alejandro Molero.
“La división cuenta con caniles especiales y tiene su predio predio parquizado donde los instructores van realizando su trabajo a diario. Es un proceso de un año para que un can llegue a estar en condiciones”, apunta Molero.
Hocicos en el aeropuerto
Dos ejemplares de beagle son los encargados de controlar los equipajes que son retirados de las bodegas de cada avión que llega a Mendoza por el renovado aeropuerto local. Los perros olfatean cada valija y bolso que pasa por la cinta transportadora y asisten a los inspectores del Iscamen.
Los perros olfatean cada valija y bolso que pasa por la cinta transportadora
“En el aeropuerto contamos con dos escáner. Los perros colaboran con los inspectores con el equipaje grande que viaja en la bodega. Lo que hace el pasajero es cargar en su carrito el equipaje a la salida del salón, donde se encuentra con el escáner y allí lo único que pasa es su bolso de mano. Su equipaje ya ha sido revisado por los canes y eso agiliza el tránsito del pasajero”, explica Spitaliere.
Del canil a las escuelas
A lo largo del año los inspectores del Iscamen realizan visitas didácticas a las escuelas, donde muestran el trabajo que realizan los canes. Antes, un material pedagógico llega a las manos de cada alumno. Luego los guías asisten a los colegios con sus perros y realizan llamativas exhibiciones.
“Las tareas de difusión de los programas del Iscamen hacen foco en la importancia de evitar el ingreso de la mercadería no permitida y la protección de las plagas”, explica Molero.
Y agrega: “Las exhibiciones son didácticas y permiten que los niños interactúen con los perros. Generalmente, se esconde fruta en medio de varias mochilas y, como una búsqueda del tesoro, los perritos van detectando los frutos”.
Spitaliere se muestra fascinado por la tarea de concientización y por la respuesta de los estudiantes. “Uno va creando conciencia en los chicos, y no sólo en ellos, porque lo transmiten en sus casas y son multiplicadores de lo que ven. Va tomando conciencia la sociedad de que no tienen que traer frutas. La respuesta de los chicos es maravillosa”, resume complacido Spitaliere.
El pase a retiro
El trabajo de un can detector de frutas y verduras termina luego de 9 años, en promedio. Después de haber prestado sus servicios durante ese largo tiempo a la producción agrícola de la provincia, los perros se retiran.
“He tratado de que cada perro trabaje con su guía instructor para que haya una buena amalgama. El binomio es fundamental, es imprescindible que sean compañeros”, detalla Spitaliere. “El guía -agrega- conoce en detalle los signos que a veces el perro presenta”.
"Hace un mes retiramos a una perra labradora que estuvo casi 9 años prestando servicios. Cuando llegan a esa edad se retiran y se van a vivir con familias que los adoptan”, cierra el titular de la División Canes.
Es tanta la fuerza del vínculo que se crea entre el guía y el animal que generalmente son los mismos inspectores que han trabajado con ellos quienes se los llevan a sus casas, aunque esta vez sólo para darles cariño y atención durante sus merecidas “jubilaciones”.