Algunos migrantes treparon a la valla fronteriza en Tijuana, otros trataron de pasar por abajo. Cuando corrieron hacia la frontera de México con Estados Unidos, creyeron que ya estaban cerca del sueño americano. Hasta que estallaron las bombas de gas lacrimógeno.
Un día después, otra bomba está activada para el próximo gobierno mexicano. Andrés Manuel López Obrador, de 65 años, que asumirá el sábado la Presidencia, heredará el problema de las caravanas migratorias centroamericanas y con ello las tensiones con el presidente Donald Trump.
"Tenemos que hacer esfuerzos de prudencia. Ni podemos promover provocaciones ni podemos caer en provocaciones", dijo el futuro ministro de Seguridad Pública, Alfonso Duranzo, después del intento de unos 500 migrantes de entrar a territorio estadounidense.
En este momento hay en distintas partes de México unos 8.250 centroamericanos que entraron de manera ilegal al país por la frontera con Guatemala. Unos 7.400 están varados y cada vez más desesperados a las puertas de Estados Unidos, repartidos entre las ciudades de Tijuana y Mexicali.
López Obrador evitó reunirse con representantes de la caravana migratoria a principios de noviembre cuando unos cinco mil migrantes llegaron a Ciudad de México en una escala de su travesía. No obstante, dijo que otorgará visas de empleo cuando sea presidente.
Las tensiones provocan para México riesgos económicos y molestia a los habitantes de Tijuana. El punto fronterizo de San Ysidro ya fue cerrado dos veces en la última semana.