ADN londinense

Las señales indelebles que el tiempo y su gente dejaron en la capital británica, en una visita descontracturada.

ADN londinense
ADN londinense

Todo lo que le falta a los otros países está acá, juega risueña la guía española del free tour de Londres señalando al British Museum. La mansión del siglo XVII que se convirtió en 1759 en el primer museo público de la urbe, y el más importante hasta hoy es uno de los puntos ineludibles. Es gratuito, imperdible.

Es un museo de antigüedades podríamos decir no hay demasiadas pinturas, allí los Mármoles de Elgin, conocidos como mármoles del Partenón, la Piedra de Rosetta, el Juego Real de Ur, colecciones inimaginadas de Asia Central, huellas de Buda y la enorme muestra de porcelana china, la más grande del mundo. África y América con tesoros invaluables y la mayor colección de momias, esculturas y frescos egipcios fuera del Cairo. Con mapa y audio guía pueden seguirse las señales que las grandes culturas dejaron en el planeta.

Pero el afán coleccionista no descansa solo en el British, las calles son un muestrario ?esta vez de su propia historia- desde que grupos humanos se asentaron junto al Támesis, hace 15 mil años. Las marcas de romanos, britanos y sajones transmutaron en los genes más que en las construcciones.

Más cerca en la línea cronológica los desvelos imperiales y las intrigas palaciegas, que aún tienen asidero material como la Torre de Londres donde ejecutaron a Ana Bolena y encarcelaron para matar a Tomás Moro, la abadía de Westminster donde coronan a los monarcas y velaron a la princesa del pueblo, el palacio donde Harry hace sus fiestas ( no hablo de Potter) y el que da asilo al amor entre Camila y Carlos; y Dios salve a la reina, porque de verdad la quieren, por ejemplo.

También las devastadoras pestes como los incendios y las revoluciones industriales, dejaron su marca. Tanto como las guerras civiles y mundiales, "keep calm and carry on", la recomendación asimilada. La devoción por los Beatles, la erupción del Swinging London, el rock a la calle con los Rolling Stones, The who, Pink Floyd y Jimi Hendrix Experience; más tarde el surgimiento punk, Thatcher y los atentados de 2005, hitos indelebles.

Sería en vano un decálogo de sitios de interés turístico, que incluyera atracciones y no hiciera hincapié en los habitantes, en los londinenses y en los hombre y mujeres del mundo que con sus tonalidades de piel, sus identidades políticas, sus preferencias religiosas o sexuales, eso sí bajo el orden tácito de corte inglés, viven y dan vida en esta una de las locaciones más cosmopolitas del mundo.

El subte es la vidriera inacabable de los modos de hacer y pensar que cohabitan la ciudad, se los ve, se los siente. Y entre tanta diferencia hay rasgos que homogeneizan, nadie escapa a las reglas por más tribu urbana de rebelde apariencia, porque hasta el arte desmarcado tiene su sitio, porque el que transita por las vías citadinas será filmado unas 300 veces al día por alguna de las 7 cámaras por habitante que registran los movimientos a modo de un gran ojo rector.

Orden y anarquía conviven, se retroalimentan. Así en el hervidero de nuevos géneros y múltiples expresiones, la templanza inglesa y la previsión.

En Trafalgar Square la plaza de la National Gallery, rodeado de clubes que durante siglos fueron exclusivos de hombres y que por presiones de la Dama de Hierro comenzaron hace poco más de dos décadas a recibir mujeres (persisten igual de pacatos), junto a la estatua del héroe que derrotó a Napoleón en 1805, el almirante Nelson, espera titubeante la base del monumento que se le dedicará a l reina ¡cuando muera! Por estos días un gallo azul lo ocupa, arte moderno o risita disimulada de los franceses, según quién mire.

También hay imprevisibilidad. En Covent Garden, hace unas semanas el mismísimo Paul Mac Cartney dio un concierto sorpresa para presentar su disco New. "Llegué a trabajar cerca de las 10, comencé a ver movimiento poco más del habitual, se montaba un escenario, pero eso no es extraño.

Pronto cámaras de TV y gente que se agolpaba, después lo escuché" cuenta Nadya y agrega que el acontecimiento que nos deja boquiabiertos a los foráneos no es tan raro. Covent Garden está "animado" por artistas callejeros que deben rendir examen, son de excelente calidad, entonces no es de extrañar que al actor que veíamos a diario sobre los adoquines pase a encabezar una de los musicales afamados o tome un vuelo directo a Hollywood.

El mercado que sufrió varias modificaciones desde sus inicios en 1670 es eje de un movimiento continuo, entre un viejo esplendor y las nuevas tendencias, productos reciclados, gourmet , arte y moda, sin olvidar las disquerías más importantes entre sus calles. El Museo del transporte y la Royal Opera House a pasos.

Estamos en West End, que marca gran parte del pulso citadino, un área demasiado amplia para abarcarla de un tirón. Es el distrito comercial por excelencia entre Oxford Street, Regent Street y Bond Street y allí las tiendas más famosas: Mark Spencer, Burberry, Hamley´s, Liberty además de las grandes marcas internacionales.

Los hoteles de lujo en el área de Mayfair. A poco el Soho deja verse, en especial cada tarde al término de la jornada laboral cuando principalmente jóvenes se agolpan en los pubs pinta en mano. Entre tanto shows eróticos, tiendas de juguetes sexuales y lencería hot. Pero si hay un punto imperdible en el West End es Piccadilly la arteria principal, la más despampanante, la de carteles de leds gigantes, la de compras caras y creativos artistas de vereda. De allí en más los teatros con afamados musicales. A una calle el Chinatown. Otra vez la polifacética Londres, como un dado de cientos de caras.

Del otro lado, hacia el Est End aparecen los relatos de muerte de Jack el destripador. El hombre que durante 1888 asesinó a varias prostitutas en la zona de Whitechapel tiene sus tours, algunos nocturnos como para agregar pavor y hasta es factible tomar cerveza artesanal en The Ten Bells, dónde lo hacía él. Por allí Brick Line, alternativa por naturaleza, área policultural si las hay, con negocios y restaurante hindúes, chinos, japoneses, árabes, mexicanos, y de tantos otros rincones lejanos. Los idiomas se mezclan, como la vestimenta y las costumbres.

Camden Town, Portobello Market o Notthing Hill son necesarios. Pues entre productos del mundo, frutas y verduras, panes recién horneados para el almuerzo al paso y antigüedades, las huellas londinenses no se escapan. Hay que ver las galerías out side, los pubs portuarios, los cafecitos de barrio, los partidos de la liga nacional, el Buckingham Palace porque como Shakespeare, Churchill y el bebé de Guillermo, llevan el ADN de esta ciudad.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA