Logro de la industria aeronáutica local

Estados Unidos aprobó el vuelo y la venta, en el país del Norte, de un avión de uso agrícola. Gran paso de una empresa mendocina de rango medio.

Logro de la industria aeronáutica local

Recientemente dábamos cuenta, en las páginas de Los Andes, del logro obtenido por la fábrica de aviones de uso agrícola y otras prestaciones, Lavia Argentina SA, cuyo nombre comercial es Laviasa. Esa empresa, instalada en dependencias del aeropuerto El Plumerillo, en Las Heras, ha recibido por parte de Estados Unidos el certificado de aeronavegabilidad para su producto insignia, el monomotor PA-25-260 Puelche III, que ahora podrá volar en los cielos norteamericanos.

No es un logro secundario. La habilitación la extendió nada menos que la Federal Aviation Administration (FAA), exigente organismo de regulación de la aviación civil en el país del Norte.
El Laviasa PA-25 Puelche III se convierte de esa manera en el primer avión argentino cuyas condiciones de aeronavegabilidad han sido certificadas por la autoridad aeronáutica norteamericana, lo que revela su perfecto ajuste a la normativa de vuelo estadounidense.
 
Esto convierte automáticamente a la máquina local en vendible en los Estados Unidos, para ser operada y explotada como avión aeroagrícola, apto para la siembra directa y la aplicación aérea de productos químicos y fitosanitarios.

Esta noticia ya es suficientemente importante y agotaría en sí misma nuestro comentario editorial, porque la documentación norteamericana abre prácticamente todas las puertas del mundo; en parte, porque las normas de certificación de otros países son análogas y, en parte, porque la propia certificación va precedida del enorme prestigio que los Estados Unidos tienen en materia aeronáutica civil (y militar también).

Ahora bien, la noticia de la certificación es igualmente valiosa por otra razón; ésta, de contenido netamente histórico. Argentina tiene una larga y riquísima tradición en la producción de aviones, tanto civiles como militares, a cargo de emprendimientos privados y estatales que hunden sus raíces en 1910/1911. El país ha generado cientos de diseños y numerosos productos. Sin embargo, ésta es la primera vez en que una realización nacional logra aprobación norteamericana, siendo Estados Unidos el mercado aeronáutico más grande y exigente del planeta. 

El investigador aeronáutico Gustavo Marón sostiene que "aviones icónicos que podrían haber proyectado a nuestro país al exterior, como el aeroaplicador IA-46 Ranquel o el transporte de pasajeros IA-50 Guaraní II (o GII), obtuvieron certificación de aeronavegabilidad argentina, pero no extranjera, lo que privó a los fabricantes de la posibilidad de producir grandes series y, al país, de recibir una enorme cantidad de divisas".
 
En contrapartida, la fábrica de aviones Embraer de Brasil, que a principios de la década del '70 sencillamente no existía, fue certificando ante la Federal Aviation Administration de los Estados Unidos cada uno de sus respectivos productos. Conclusión: Embraer es en la actualidad el tercer fabricante de aeronaves de línea del planeta (detrás de los gigantes Boeing y Airbus) y la República Argentina no figura en las estadísticas. 

De ahí la trascendencia de la certificación del Puelche III. Contemplado desde la vasta línea de tiempo que representa la historia de la industria aeronáutica argentina, es un hecho pequeño y enorme a la vez porque representa uno de los pocos pasos de nuestra industria aeronáutica que ha sido dado en el sentido correcto.

Y todo desde Mendoza, a cargo de una empresa privada, sin ningún tipo de apoyo o estímulo estatal, y a consecuencia de la pasión, la entrega y los sueños de dos protagonistas fundamentales de nuestro tiempo, que son el empresario Manuel Prieto y el brigadier (R) Roberto Engroba.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA