El loco de las estrellas

Juan Carullo llegó a Mendoza a principios del XX, montó un observatorio y fue precursor de la astronomía aficionada en nuestra provincia.

El loco de las estrellas
El loco de las estrellas

Cuentan que, durante la primera década del siglo XX, tres curiosos y entusiasmados caballeros, luego de sus actividades laborales, puntualmente partían todas las noches, apresurados, para reunirse en una alejada casona al sur de la ciudad.

Aquella morada pertenecía a uno de ellos: Juan Carullo, el principal cabecilla de esas aventuras fuera de rutina. La vivienda estaba ubicada en un sitio muy cerca del zanjón Frías, en una calle de tierra, que tiempo después pasó a llamarse la calle del observatorio.

La misteriosa llegada al edificio, de estos caballeros, era para practicar un extraño rito que dependía de un aparato llamado telescopio. La secreta ceremonia consistía, nada más y nada menos, que en observar y hacer estudios astronómicos sobre el universo. Así es que Juan Carullo se convertiría en el predecesor de la cosmografía aficionada en nuestra provincia, junto a José Corti y Eduardo Roulet.

Un gerente con estrella

El pionero, el mentor y el entusiasta de la astronomía. Así se lo sindica a Juan Carullo, quien nació a medidos del siglo XIX en Italia. Estudió en Europa y se dedicó a los negocios bancarios.

Dinámico, emprendedor y exitoso en todo lo que le gustaba, tuvo su incursión también en esta ciencia que llevó a interesar a muchos mendocinos.

Llegó a Mendoza en 1900 desde su ciudad natal. Aprovechó el florecimiento económico que tenía nuestra provincia para, primero, desembarcar como gerente de un prestigioso banco mendocino; y luego fundar su propia compañía bancaria. Pero su pasión era investigar el cielo. Fue así que el banquero italiano construyó un pequeño observatorio astronómico, el primero en Mendoza, asesorado por el ingeniero José S. Corti y el francés Eduardo Roulet. Este observatorio estaba ubicado en la calle Sarmiento.

Por las noches, se juntaban para hacer sus observaciones astronómicas. A ellos se sumaban profesores en esa materia y alumnos del Colegio Nacional.

En 1910 el italiano partió hacia Buenos Aires al Congreso Científico Internacional Americano; un evento que se desarrolló con motivo del centenario de la Revolución de Mayo. Allí presentó varios de sus trabajos astronómicos.

El mago del telescopio

La pasión que tenía Carullo por la astronomía era muy grande, e hizo construir una hermosa casa en la que estableció un nuevo observatorio. La vivienda poseía unas torres que tenían cúpulas giratorias construidas con planchas de hierro, y provistas de abertura angular. En una de ellas estaba el “Ecuatorial”, que contaba con una capacidad superior al célebre observatorio de La Plata. En la torre Sur, yacía el “Alto Azimut”, que fue fabricado en Berlín por Karl Bamberg. Además la sala estaba equipada con todos los instrumentos necesarios para observar el cosmos. En una habitación subterránea se instalaron péndulos astronómicos y, en el sótano, un sismógrafo.

Fue una de las primeras residencias del oeste de la ciudad, zona despoblada por aquel entonces -hoy Olegario Andrade al 500- en la quinta sección de la ciudad.

El instrumental con que contaba era un anteojo de pasos de 9 cm de diámetro y 94 cm de distancia focal; fabricado en Alemania. Además de un teodolito. También tenía un reloj de precisión, con un mecanismo de péndulo, de marca Riefler, un cronógrafo eléctrico, y otros instrumentos menores. Con ellos fue que Carullo y sus compañeros realizaron interesantes estudios sobre las estrellas.

El financista se encontraba en su mejor momento económico y, junto a varios amigos, crearon una prestigiosa entidad bancaria en Mendoza. Pero los sucesos de la gran guerra en Europa (1914-1918), produjeron graves dificultades económicas que afectaron al y la provincia. El potentado y astrónomo perdió así su gran fortuna; incluso varias propiedades. Entre ellas la que cobijaba al observatorio (que luego fue desmontado). Ante esta situación el gobernador Lencinas apoyó la idea de retomar la actividad astronómica con un observatorio para Mendoza. Pero todo quedó en la nada.

Como una supernova

Cuando parecía que la astronomía menduca quedaría olvidada por varios años, Juan Carullo tuvo un golpe de buena suerte y otra vez se convirtió en millonario.

En 1929 retomó su ambicioso proyecto, y construyó otro observatorio. Esta vez, en su mansión ubicada en la entonces prolongación Sarmiento al 400 -actual calle Emilio Civit-. Allí, levantó una torre, y una sala meridiana, similares a las que estaban en su anterior edificio.

Años después el pionero mendocino fue nombrado miembro activo de la Asociación Amigos de la Astronomía de Buenos Aires y socio fundador. Su dinamismo hizo que nuestra provincia sonora en los círculos de científicos que se inclinaban por esta materia. El pujante italiano seguía observando estrellas, constelaciones y planetas en las noches mendocinas; y su observatorio fue visitado por aficionados a la cosmología.

El 4 de marzo de 1936 la muerte lo sorprendió dejando inconclusa su obra, y el observatorio otra vez desmantelado. La cúpula fue vendida y, para 1940, el valioso instrumental quedó en poder del Banco de la Nación de Mendoza (aparentemente por un embargo). También la mansión fue demolida. Muchos de esos instrumentos fueron adquiridos y pasaron a formar parte del observatorio astronómico Félix Aguilar, en la provincia de San Juan.

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