¿Loco, yo?

Daniel Fermani reflexiona sobre los alcances de la locura en "Usted, el crimen está en la mente", la nueva obra de Los Toritos. Funciones: mañana y el domingo, en el Espacio Cultural Julio Le Parc.

¿Loco, yo?
¿Loco, yo?

Desde el título

Daniel Fermani

(dramaturgo y director) ya nos sugiere -acaso nos anticipa- que el nuevo trabajo de la Compañía Experimental Los Toritos transita senderos espinosos. Es que

“Usted, el crimen está en la mente”

, es un ensayo sobre la locura; sobre sus alcances y límites.

La reseña nos entrega algunas pistas: “Un hombre habla solo, o quizás se dirige a otro hombre invisible. Está prisionero. En una celda, o en la propia mente. Palabras, seguidas de palabras, y aún otras palabras que se enhebran en el hilo de acero de una teoría sobre la existencia, tan monstruosa cuanto delirante. El hombre que habla puede ser un loco o un asesino. O tal vez -sería una tesis aceptable- ambas cosas”.

Pero el soliloquio de este hombre (¿un loco?, ¿un asesino?, ¿un genio?) es la excusa formal que Fermani elige para ahondar en la existencia humana (sus pasiones), la concepción del mundo, la realidad, el delirio. En suma: para interrogarnos.

Hay otra advertencia implícita en el nombre del elenco: el texto escrito por Fermani, e interpretado por Nicolás Perrone (“Hamlet, la caja negra”), despliega su tesis dentro de los límites de la experimentación. Esta indagación en el teatro es una ‘rara avis’ dentro del escena local, pues excepcionalmente encontramos obras trazadas con su lenguaje; que tiene a Grotowski como principal exponente.

El espectador desprevenido debe saber que no se encontrará con una puesta convencional; por el contrario: puede que muchos de los elementos que ésta conjuga (luz, música, escenografía, vestuario) queden relegados al trabajo del actor. Como sucede en los demás montajes de Los Toritos: “Hamlet, la caja negra”, “El escorpión blanco”.

Puede, también, que se sienta incómodo; desconcertado. Pero nada de lo que ocurre en una obra de Los Toritos ha sido dejado al azar. Porque para Grotowski sólo existía, en el teatro, la relación entre el actor y el espectador. Aunque ésta no siempre se mueva en el terreno de la condescendencia. Fermani explica así, cómo entiende el sentido del ritual del que habla el maestro: “Sea con rabia, disgusto, sorpresa o indignación, el espectador que ve una obra de experimentación tendrá material para charlar y discutir bastante tiempo. Y eso es lo que pretendo con mi teatro: la discusión, el planteo, el descubrimiento, la iluminación, si fuera posible. Lo demás..., no importa”.

Está avisado.

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