Lo verde

“Cuando estamos rodeados de verde, cuando vemos verde, comienza a funcionar en nuestro interior un código de placidez, de bonanza..."

Lo verde
Lo verde

“Si lo verde tuviera otro nombre, debería llamarse rocío”, dice el queridísimo Armando Tejada Gomez en una de sus zambas más emblemáticas: “Zamba del laurel, que compusiera en sociedad de talento con el inigualable Cuchi Leguizamón”.

El verde siempre fue aliado de la vida. Verde es la naturaleza, verde es la esperanza, lo que crece es verde, primavera es verde y verdes son los mapas cuando indican vegetación. Verde es el color del mar y el color de los jardines, el color de la selva y de las praderas.

El verde es el color del renacimiento, del retorno a la vida, verde es el color de la estación que estamos viviendo, a pesar de que el clima diga lo contrario: la primavera. El origen de la palabra verde tal vez sea, originariamente, de una raíz con el significado de ‘brote, planta en crecimiento’, cognada con el lituano veisti, 'propagarse' y con el nórdico antiguo visir, 'brote'. Todo apunta a la vida.

Pero no es solamente una ligazón intelectual, es también sensitiva, de los sentidos. Cuando estamos rodeados de verde, cuando vemos verde, comienza a funcionar en nuestro interior un código de placidez, de bonanza, de bienestar. Cuando vemos verde vemos algo bueno. Entonces en el interior, dicen que en el marulo, donde se resuelven los sentidos, ocurren cosas que nos reconfortan.

No nos damos cuenta porque la habitualidad nos lo hace pasar desapercibido pero para el cerebro no, ver verde es mandarnos un buen mensaje de optimismo. A veces pasamos días enteros, por no decir semanas y meses lejanos del verde. Encapsulados en una oficina, un taller, un recinto hostil en donde cada una de nuestras miradas nos devuelve hostilidad. Lo que vemos nos predispone a no ver lo bueno, nos condiciona a ser como eso que nos rodea, muebles y papeles en una oficina, máquinas y herramientas en un taller, cemento y asfalto andando por el centro.

¿Se acuerdan de Baldomero Fernandez Moreno? “Setenta balcones y ninguna flor”. Yo he llegado a contar más de cien balcones sin un verde, un minúsculo verde que le de noticias de la vida a la vida.

En Mendoza el verde es casi un milagro, si no fuera porque los hombres tuvieron mucho que ver. Cada verde en Mendoza es un monumento a la fe.

Aquel que regaba cuando la plantita era minúscula ya estaba pensando en su estallido de verde de futuro.

"Esta tierra era / solo desierto / piedra, polvo y salitre / bajo el silencio. / Su fruto era la sed / y su canción el viento. / Esta tierra era / solo desierto.
Hubo que darle algo de beber / y se lo dimos / en acequias,, en lágrimas, /  en sangre, en vino / Ningún verde en mi tierra / creció de vicio. / Lo verde es una historia / de lo vivido".

¿Por qué piensa usted que la gente del campo es de otra forma, más apacible, más amable, más diáfana? Puede haber muchas explicaciones pero una de ellas es el verde. Salir a encontrarse con el verde en los alrededores, en las plazas, en los parques, caminar por él, aprehenderlo en cada mirada, puede ser una buena terapia sin recetas y sin divanes.

Dele de beber verde a su mirada. Acuérdese el Armando cuando decía: "Si lo verde supiera tu nombre / la ternura no me olvidaría / porque viene de vos puro y simple el verdor / como el simple verdor de la vida / Déjame en lo verde / celebrar el día / porque por lo verde / regreso a la vida".

Ahora avanzá, distraído, el semáforo ya se puso en verde.

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