Las acciones humanas que más afectan el medio ambiente pasan por procesos que, según Harald Welzer (Guerras Climáticas,Geração 2010, Brasil) pueden clasificarse como:
- Generación masiva de residuos orgánicos, inorgánicos y humaredas.
- Emisión de efluentes hacia cursos de agua o napas freáticas.
Desarrollo de la agricultura intensiva en detrimento de bosques y reservas naturales
- Sobrerregado y sobrepastoreo.
- Consumo masivo de combustibles fósiles.
Por el contrario, las acciones que nos permiten mantener nuestras esperanzas de sustentabilidad están relacionadas con:
- Toma de conciencia del riesgo ambiental a mediano y largo plazo.
- Uso racional de los recursos naturales.
- Creación y cumplimiento de leyes ambientales.
- Implementación desde el Estado de masivos programas de capacitación, comenzando por los propios gobernantes, a través de todos los entes públicos.
La preocupación de los científicos y algunos Estados proviene de fenómenos ocurridos en los últimos 50 años en que el hombre ha introducido cambios en la diversidad del planeta de mayor magnitud que aquellos ocurridos en toda su vida anterior, en la que no son ajenos la globalización, las guerras modernas y los programas nucleares que han exacerbado la violencia contra gran parte de la humanidad y la naturaleza.
Así, la contaminación del aire, que es propia de las ciudades y sus conurbanos, es causa importante de enfermedades, siendo su inequívoca fuente el transporte automotor y algunas industrias radicadas en esos contextos.
En la misma línea de pensamiento sabemos que día a día hay extinción de especies que sumadas en todo el planeta llegan a números pavorosos. El científico Norman Myers ha advertido que sólo en Brasil en los últimos treinta años se han extinguido diariamente cuatro especies animales.
Hay migraciones masivas que tienen como causas cuestiones ambientales, tales como sequías prolongadas, desertización, alta contaminación de agua, o persistencia de fenómenos atmosféricos como ciclones o tormentas intensas.
La Tierra debe alimentar la creciente población y además absorber sus residuos orgánicos e inorgánicos. Esto desequilibra los ecosistemas en detrimento de los otros reinos que ya están sufriendo la presión humana por invasión de sus hábitats.
Los ecosistemas no tienen reparación, dice Franz Broswimmer, (Ecocidio, Laetoli, 2005, London), en la mejor de las alternativas pueden recrearse limitadamente como en el caso de la atmósfera. En cambio cuando hablamos de biodiversidad la destrucción es para siempre de cualquier especie que se trate.
El hombre depende de la biodiversidad; hay gran cantidad de ejemplos en la historia de civilizaciones que han sucumbido por no respetar la naturaleza. Los griegos eran inconscientes de esto, a pesar de lo sabios que eran en cuanto a ciencias sociales.
Los romanos fueron peores, las deforestaciones por diversos motivos que realizaron se extendieron desde las colinas de Galilea hasta las montañas del Tauro, en Turquía, y a la Sierra Nevada, en España, en busca de hacer exitoso su sistema agrario además del uso de la madera para la construcción o para combustible. Esto terminó por costarles la decadencia económica y, luego, la hegemonía y poder que ostentaban.
El crecimiento descontrolado de la población es un tema de discusión mundial porque los intereses contrapuestos son muchos y poderosos. Por eso no es fácil contener dicho crecimiento; hay escollos difíciles de superar, entre otros: a) cualquier cambio cultural en este sentido será muy lento ya que es generacional; b) el crecimiento demográfico no es noticia en un mundo donde todo se desarrolla en el corto plazo; c) en general las religiones de todo el mundo tienen una postura opuesta al control poblacional; d) es difícil que haya acuerdo cuando el control requiera grandes inversiones; e) la desinformación acerca de los limitados medios de subsistencia.
La ONU y el mundo científico están preocupados por el futuro del mundo, por ello, al inicio de diciembre de 2014 se realizó en Lima una importante conferencia para tratar el cambio climático y sentar las bases de la reunión de París de 2015, en la que se prevé concretar un nuevo acuerdo mundial que reemplace al protocolo de Kyoto.
El objetivo insistentemente perseguido fue lograr que la temperatura mundial post Revolución Industrial no supere el 2% para el final del presente siglo, si es que realmente se quiere lograr el desarrollo sostenible para todos. La mayoría de los científicos ha afirmado que esto sólo podrá lograrse con el reemplazo total de los hidrocarburos como fuente de generación de energía.
La gente ve los problemas ecológicos como algo malo que ocurrirá cuando todos nosotros estemos muertos, consecuentemente esto es algo que importa a pocos y no importará mientras no se expliquen debidamente las causas y consecuencias a la sociedad mundial.
En cierto modo esta forma de pensar es la que sostienen los ambientalistas escépticos, que admiten conceptualmente que cada nueva generación termina resolviendo sus problemas con los recursos de cada momento. Para los científicos ortodoxos, en cambio, esto es un desafío que la humanidad puede pagar muy caro.