Las recientes lluvias han puesto de nuevo sobre el tapete la precaria situación del Gran Mendoza para evacuar grandes cantidades de agua cuando se producen precipitaciones prolongadas como las de los últimos días.
Es verdad que precipitó mucho -alrededor de 75 mm entre el lunes y martes de hace dos semanas- pero el ciudadano se pregunta si no habrá llegado el momento de encarar definitivamente las obras que puedan atemperar los efectos del fenómeno natural. Se entiende que siempre habrá problemas pero no al extremo de que se afecten tantas vías de comunicación, y a consecuencia de ello que muchos automotores sufran roturas y, lo que es peor y más delicado, que poblaciones humildes, como ocurrió en Colonia Segovia, sufran la inundación de sus hogares y pierdan sus pocos bienes, agradeciendo a Dios que no se hayan producido víctimas fatales.
El doctor en Geografía, Raúl A. Mikkan, aborda el tema en su libro "Aguas salvajes", analizando cómo se comportan los centros poblados y sus alrededores frente a las lluvias localizados sobre ellos y, en segundo término, qué elementos internos de esa área permiten que los caudales se derramen y provoquen los destrozos y contratiempos que hemos visto. El problema de estos días no tuvo que ver con aluviones sino con problemas de drenaje de agua que tiene la ciudad y diversos sectores de los departamentos.
En algunos casos son acequias tapadas, accesos que se convirtieron en "diques" artificiales, escasez de bocas de tormentas o recursos viales ineficientes, como el túnel de acceso a un gran complejo comercial en Guaymallén, que es totalmente inadecuado. Estos elementos lógicamente, ya sea por aluviones o lluvias intensas, colaboran a que se inunde todo.
Disponiéndose de un sistema troncal de evacuación de aguas por el Canal Cacique Guaymallén, sería entonces prioritario el mejoramiento de los sistemas de desagüe en cada uno de los barrios y tramos de arterias y caminos, donde repetidamente se acumulan las aguas pluviales causando serios inconvenientes a los conductores que se desplazan a toda hora.
Un recurso interesante sería insistir en hacer más embalses para almacenar el agua de lluvia y aprovecharla en el riego, una instancia que interesa mucho a Irrigación.
Por otra parte, el Gran Mendoza no cuenta con una red bocas de tormenta como las existentes en Buenos Aires.
Asimismo, existen sitios y tramos de calles principales y autopistas en los que siempre se acumula el agua, inconvenientes conocidos por las autoridades de las vialidades nacional, provincial y municipios, sin que se subsanen los desniveles mediante pequeñas obras de re-nivelado de las calzadas.
Igualmente conspira para la solución del problema el notable incremento de la superficie impermeable debido a las urbanizaciones. El tema es que estos valores, los de superficie impermeable, no son todavía considerados por los municipios en sus ordenanzas.
El cambio climático experimentado ha hecho variar los parámetros tradicionalmente usados para el cálculo de los sistemas de escurrimiento, a partir de las llamadas "tormentas de proyecto", con las que se prevén, en situaciones de máxima, la cantidad de milímetros de lluvia a precipitar en un determinado número de horas o minutos. La alteración de tales parámetros demandaría la adopción de mayores valores, como se ha venido haciendo con la prevención sísmica, área de la ingeniería en la que, en previsión de sismos de mayor magnitud, se van actualizando los reglamentos de construcción estructural.
Igualmente debería tenerse en cuenta la disminución de los suelos con capacidad de absorción de agua en zonas urbanas, debido a la construcción de edificios y calles y playas de estacionamiento pavimentadas. Las persistentes lluvias afectan, y de manera más dramática, a las viviendas precarias, como las de villas y asentamientos, y otras de baja calidad constructiva. Los mendocinos hemos estado acostumbrados a vivir en un territorio con lluvias anuales de 200 mm, pero las nuevas condiciones climáticas nos deben hacer reflexionar para un cambio cultural frente a las aguas pluviales.
Para convivir con lluvias intensas los mendocinos debemos encarar el problema con la misma visión y sabiduría con que lo hicieron los constructores del sistema de defensa aluvional del Gran Mendoza.