La lluvia era insoportable... hacía doler todos los huesos. La osteoporosis se acentuaba cada vez más... tanto, que Olga debía sacarse su collar.
Para aplacar el dolor se ponía un pequeño balón en la espalda que hacía rodar recorriendo toda su extensión.
También la calmaba sentir el perfume del jabón de lavar... el cual, además le aplacaba los recuerdos que le producía el goteo interminable.