A tan sólo cinco meses de haber asumido como entrenador de la Selección Nacional, sin dudas se nota la palabra del prestigioso y gran entrenador argentino, Julio Velazco. Uno de los grandes intelectuales que tiene a nivel mundial, no sólo el voley sino el deporte.
Velasco es un manual de instrucciones y la claridad que expresa, cuando conduce a un grupo no sólo se nota en los resultados sino en la actitud que exponen sus dirigidos.
De su mano, Argentina comenzó una transición increíble con la Liga Mundial, y durante el Mundial de Polonia, del que se despidió el domingo, se pudo apreciar partido a partido el crecimiento del plantel.
Si bien el equipo no quedó entre los seis ni ocho mejores, cerró su participación con dos triunfos valiosísimos frente a Italia (3 a 1) y Estados Unidos, 3 a 2, último campeón de la Liga Mundial 2014 y Olímpico, los que invitan a pensar en que algo bueno está por venir.
Así como la Selección de básquet comienza un nuevo proceso y despide de alguna manera a su generación dorada, el voleibol empieza a transitar - es lo que todos desean- de la mano del exitoso DT, un estado de transformación, de crecimiento y proyección.
El destacado técnico, nacido en La Plata hace 62 años (estudiante de filosofía y militante maoísta durante la dictadura militar por lo que tuvo que vivir en una relativa semiclandestinidad hasta mudarse a Italia), es líder por naturaleza y los grandes desafíos siempre fueron su debilidad. Y sin dudas que viene a cortar de raíz con los vicios que nunca le hicieron bien ni a este deporte ni a ningún otro.
Las “camarillas” o “camarilleros” en los seleccionados de voley se vienen sucediendo desde 1998, desde que echaron a Daniel Castellani, uno de los fieles discípulos de Velasco al igual que Jon Uriarte, situación que fue sucediendo con cada entrenador de turno y lo único que hicieron fue retrasar el proceso.
Ningún DT hasta ahora se puede jactar de nada, porque no se ganó absolutamente nada. Argentina no ha estado ni en podios olímpicos ni mundiales desde los Juegos de Seúl de 1988.
La estimulación y motivación se notan desde las bases, digamos de manera vertical, dado que las categorías de formación se rigen bajo las misma línea de trabajo, y algunos resultados ya están a la vista.
En menores, Argentina el fin de semana se consagró campeón Sudamericano ganándole a Brasil la final 3 a 0, y no es un dato menor. Velasco por cada lugar que pasó dejó enseñanzas, transformaciones e ítem para continuar.
Aquello de que se está en el momento justo y adecuado, ese seguramente es el de Julio Velasco frente a la Selección y que podría definirse como la era de la transformación.