Llegó el día, es hoy. Martín Guzmán, el joven ministro de Economía de Alberto Fernández, comienza a transitar un camino de cornisa: a su derecha, el éxito y un alivio macroeconómico de proporciones;a su izquierda, el abismo.
El funcionario hará la presentación de la oferta de negociación de la deuda emitida bajo legislación extranjera ante los acreedores externos con el objetivo de sortear el default y aliviar la carga de vencimientos en el corto plazo.
Guzmán le pidió ayer autorización a la Comisión de Valores de los Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés) para emitir 50.500 millones de dólares en bonos y cupones destinados a ejecutar el canje. También avisó que va por la renegociación con el Club de París para postergar pagos por 2.100 millones de dólares hasta mayo de 2021. Y confirmó que ya no habrá reperfilamiento del pasivo en pesos, porque se pagará con emisión monetaria.
En concreto, la presentación realizada por Guzmán proporcionó al mercado una descripción general de los títulos y garantías de deuda que la Argentina puede ofrecer en la inminente operación, en virtud del contrato de los bonos emitidos en 2005 y a partir de 2016, que serán los canjeados.
Entre los operadores de la Bolsa porteña con los que ayer dialogó este diario hubo un trascendido: la quita sería de entre 58% al 62%, con dos años de gracia, es decir, una postergación de pago de capital e intereses hasta 2023 y acumulación progresiva de un interés que iría del 1% al 4,5% anual. Esto no fue confirmado por el ministerio de Economía, donde pidieron que se esperara hasta hoy para conocer la propuesta porque no podían revelarla a la prensa antes que a los bonistas.
Guzmán llegó hasta aquí blindado por el Presidente, bajo un manto de infranqueable hermetismo, como único interlocutor con los dueños de la deuda argentina. Algunos de sus asesores con los que ayer dialogó este diario lejos estaban del triunfalismo, pero sí se encontraban envueltos en la fe de poder alcanzar un acuerdo con los bonistas, por el diálogo que vienen teniendo desde febrero.
Hay quienes dicen en el Gobierno que también está muy confiado el propio Fernández. La hipótesis que genera esas expectativas es que a los acreedores menos que al país les conviene un default sino asegurarse un acuerdo que les permita recuperar en el mediano plazo parte del dinero prestado a la Argentina y no terminar vendiendo como basura los papeles a los fondos especulativos. Por la crisis registrada desde abril de 2019, los bonos están cotizando al 30% de su valor nominal, es decir, ya anotaron pérdidas de hasta el 70%.
Negociaciones
Antes de la pandemia, entre enero y marzo, hubo misiones de representantes de fondos de inversión en el Palacio de Hacienda. Se avanzó en un intercambio para acercar posiciones. Y ahora se viene la hora de la verdad: Guzmán hará una propuesta, los acreedores la tomarán e inmediatamente comenzará un tire y afloje que puede demorar pocas horas o varias semanas.
En el mercado estadounidense ven venir una oferta agresiva. Estiman una quita superior al 58%. Y en ello se basan algunos analistas para pensar que la negociación podría fracasar, porque los estatutos de los fondos de inversión prohíben a sus administradores pérdidas mayores al 50% en una operación de canje.
Según el decreto 250/2020 publicado el 9 de marzo, la cantidad de deuda elegible que el Gobierno pretende renegociar es de 68.842,5 millones de dólares. Es un monto muy superior a los 50.500 millones que se emitirán para el canje. Pero en Economía explicaron ayer a La Voz que no hay una directa correlación para concluir en cuál será la quita, dado que aún no se sabe cuántos acreedores se presentarán a negociar.
La calificadora estadounidense Moody 's espera una combinación de extensión de vencimientos, tasas de interés más bajas y reducciones en los montos de capital de tal manera que las pérdidas para los inversores sean en última instancia "sustanciales". Esa agencia dijo en un informe reciente que esas pérdidas podrían ubicarse entre el 35% y el 65% del capital.
Jean-Charles Sambor, directivo del BNP Paribas, fue escéptico ayer en una rueda de prensa en Nueva York. Expresó que los términos de la oferta podrían ser "bastante duros" e "incluso más duros de lo que el mercado estaba calculando". Por ello, añadió, los bonistas deberán "tomar precauciones" a la hora del intercambio con el ministro Guzmán.
Moody's explica que la expectativa de que los acreedores privados probablemente incurrirán en pérdidas sustanciales se fundamenta en que el shock económico y financiero derivado de la pandemia agravó el estrés financiero de la Argentina.
Eso mismo ya fue advertido por el Fondo Monetario Internacional semanas atrás cuando dijo respaldar una fuerte quita y pidió a los acreedores que sean flexibles. Pero el organismo parece no tener hoy incidencia en la toma de decisiones de los agentes del mercado global de deuda ya que hasta ahora no ha podido siquiera convencer a sus propios integrantes de aliviar a los emergentes con los vencimientos ante el organismo.