Unas llamas de 136 kilos se pasearon serenamente por los pasillos de un asilo de ancianos, mirando sus cabezas para que los residentes en sillas de ruedas las acariciaran y deteniéndose con paciencia para que el personal se tomara selfies con ellas.
"¿Te dieron un baño hoy?", le pregunta una residente, Jean Wyatt, a Tic, una llama macho propiedad de Zoe Rutledge.
Zoe estaba ahí con sus padres, Jeff y Carol Rutledge, que tienen 13 llamas y alpacas en su casa de Stockdale, un suburbio de San Antonio. Tres integrantes de su manada aprobaron el examen que se necesita para ser una llama de terapia certificada. Para obtener la certificación, las llamas deben dejarse acarrear por extraños y permanecer tranquilas cuando la gente discute cerca de ellas.
"Buscamos a las que son tranquilas y serenas", dijo Zoe, para explicar cómo su familia elige a los animales que llevan a los centros de vivienda asistida, asilos de ancianos y veteranos, centros de rehabilitación y caminatas a favor de grupos como la Asociación del Síndrome de Down del sur de Texas.
Las llamas y las alpacas son populares en comerciales de televisión, como juguetes y en todo tipo de vestimenta, y también se están volviendo más comunes en el ámbito de la terapia. Una buena parte de éstas están registradas en Pet Partners, un centro de coordinación nacional sin fines de lucro para animales de terapia, pero la mayoría son simplemente mascotas de granjas familiares cuyos dueños son los hospitales, universidades y centros para ancianos a fin de aliviar el estrés de las personas.
La novedad es gran parte del atractivo, junto con sus ojotes grandes y su mirada empática. Entre los animales que los biólogos consideran megafauna carismática (tigres, elefantes, pandas gigantes y otros), las llamas son de las pocas que la gente puede abrazar sin correr ningún riesgo.
"Para algunas personas, los perros son un poco intensos, o han tenido malas experiencias con ellos", especificó Niki Kuklenski, que lleva mucho tiempo criando llamas en Bellingham, Washington, y fue una de las primeras en usar a estos animales para fines terapéuticos. Contó que sus llamas, sobre todo una hembra llamada Flight, "leen a las personas". Así que cuando ella está en un lugar donde hay alguien muy contento y emocionado de verla, "agacha la cabeza para que la abracen". Pero si alguien se ve temeroso, "Flight se queda totalmente inmóvil. Es muy calmada", graficó Kuklenski.
En Pet Partners, 94% de los animales de terapia registrados son perros, pero también hay 20 llamas y alpacas, dijo Elisabeth Van Every, vocera del grupo. La gente que registra a sus animales tiene la cobertura de seguro de Pet Partners mientras que sus animales tienen visitas, y deben apegarse a las reglas estrictas de salud, cuidado, limpieza y condiciones laborales. Ningún animal puede trabajar más de dos horas al día, y sus cuidadores deben estar pendientes de cualquier indicio de cansancio o molestia.
Los dueños de llamas dirán que sus mascotas tienen un sexto sentido sobre las personas que tienen atención, o que están enfermas o débiles. Carol Rutledge dice que su llama de terapia, de nombre Knock, camina sin que nadie se lo indique a la cama de un paciente terminal y se queda ahí en silencio mientras el paciente lo toca. "Te desgarra el corazón", confesó.
Mona Sams, una terapeuta ocupacional en Roanoke, Virginia, tiene ocho llamas y cinco alpacas como parte de su consultorio, donde asistió a niños con autismo y otros padecimientos, así como a adultos con discapacidades del desarrollo. Una paciente es una niña con convulsiones y parálisis cerebral que va dos veces a la semana. "Tengo una llama, de nombre Woolly, literalmente se sienta con ella toda la hora, de cara a cara", contó Sams. "Dice que Woolly es su 'consejero' y se pasa la primera parte de la hora contándole a Woolly las dificultades que ha tenido y él se sienta junto a ella todo el tiempo", apuntó.
Sams es la autora principal del que parece ser el único estudio publicado que trata sobre el uso de llamas como animales de terapia. El artículo, publicado en 2006 en la revista American Journal of Occupational Therapy, describe una prueba clínica muy pequeña en la que niños con autismo recibieron una terapia ocupacional estándar o terapia con llamas. Los resultados "indicaron que los niños usaban mucho más el lenguaje y había una interacción social mucho más significativa en las sesiones de terapia ocupacional con animales que en la terapia ocupacional estándar", escribieron los autores del estudio.
Hal Herzog, antrozoólogo y profesor emérito de psicología en la Universidad de Carolina del Oeste, dijo que esos resultados no le sorprenden, aunque tampoco afecta la eficacia de la terapia con animales. Reconoció que hay una gran discrepancia entre lo que el público cree, lo que quiere creer, sobre la eficacia de los animales de terapia y lo que dicen las investigaciones científicas.
Sin duda, la terapia con llamas no es para todos. Si bien estas criaturas son dóciles y rara vez escupen a las personas, hay a quienes les intimida su gran tamaño o se asustan de ver ganado en interiores. Además, no todas las llamas están hechas para esto: las dos famosas llamas que escaparon hacia una autopista cerca de Phoenix en 2015 habían salido corriendo de una visita en una residencia de vivienda asistida.
Cuando dos de las tres llamas de terapia de la familia Rutledge, Tic y Knock, llegaron a la Residencia y Centro de Rehabilitación de Stockdale, Bill Smallwood, un residente que quedó discapacitado tras un accidente en motocicleta, comenzó a cepillar a su llama. Zoe dijo que Smallwood no habla, pero cuando las llamas están ahí, él murmura y hace ruidos que suenan a palabras.
Bobbie West, el director de actividades del asilo, dijo que no avisaba cuándo irían las llamas para que el personal y los residentes no se emocionaran demasiado. "Les encantan las llamas. Hay una mujer que a veces está de pésimo humor, pero cuando llegan las llamas, su semblante cambia'', contó.