Llamados a la unidad y a la pacificación

Preocupada por lo que ocurre en el mundo en general, la Iglesia Católica ha reiterado sus urgentes llamados a la paz en momentos en que los señores de la guerra parecen manejar las principales potencias. Con respecto a la Argentina advierten los prelados

Llamados a la unidad y a la pacificación

Con motivo de la celebración de la Pascua, la Iglesia renovó su prédica a favor de la paz y la unidad entre los pueblos. En nuestro país, los obispos hicieron un llamamiento muy fuerte al diálogo y a la reconciliación entre los argentinos, preocupados por los desencuentros políticos y sociales que se observan diariamente, el avance de la droga y la corrupción siempre vigente en diferentes ámbitos.

Por su parte, desde Roma, el papa Francisco reclamó “soluciones pacíficas” en América Latina, una región dominada por diferentes conflictos sociales y políticos que no sólo generan caos sino que, como en Venezuela, suman una ola de asesinatos y heridos alarmante.

El Pontífice remarcó que es indispensable la construcción de “puentes de diálogo” que, entre otros aspectos, contribuyan a consolidar las instituciones democráticas mayoritariamente vigentes en esta parte del mundo.

En cuanto al pronunciamiento de los obispos argentinos, el titular de la Conferencia Episcopal, monseñor José María Arancedo, advirtió que “un país dividido no da soluciones a los problemas de la gente, especialmente a los más necesitados”. Añadió que “el camino de un futuro prometedor se abre con la justicia, con el perdón y la reconciliación, para que las heridas del pasado se curen desde adentro, desde una deseada paz verdadera”.

Además del arzobispo Arancedo, otros representantes del Episcopado se expresaron públicamente en la misma línea y pidieron “construir una patria de hermanos”, entre otras consideraciones referidas al año electoral que está en marcha.

Se trata de llamados que no es la primera vez que se expresan desde la Iglesia argentina en los últimos años pero que, sin duda, representan una advertencia que tiene asideros desde el punto de vista político y social.

Sin arrojar culpas sobre distintos sectores de la vida política, es indudable que la situación social en la Argentina está muy lejos de lo ideal. Los índices de pobreza se mantienen altos y cifras muy dolorosas en cuanto a marginalidad y falta de trabajo nos reiteran que la crisis que en ese plano viene soportando gran parte de la población argentina perdurará en lo inmediato y costará mucho erradicarla, más allá de algunos indicadores que marcan las estadísticas oficiales, ahora sí confiables, dando cuenta de lentos pero auspiciosos avances a partir de una mejora de la economía.

Es apropiado reparar en lo dicho por la principal autoridad del Episcopado, monseñor Arancedo, con respecto a la desunión de los argentinos.: “No vacilamos en decir a nuestros representantes de la sociedad civil que el camino de un futuro prometedor se abre con la justicia, con el perdón y la reconciliación para que las heridas del pasado se curen desde lo más profundo...”.

En un país donde la llamada “grieta” que divide a los argentinos por momentos parece abrirse cada vez más, es recomendable que desde la dirigencia en general se hagan esfuerzos para acercar posturas en el debate y búsqueda de solución de los asuntos más graves que afectan a un conglomerado social que sólo pide que se acuerden de su realidad.

Las especulaciones y estrategias electorales están llevando a una inocultable polarización de propuestas y metodologías que buscan poner frente a frente el pasado político reciente y el presente. Una particular intentona que puede dejarnos muy lejos del diálogo y la unión pedidos.

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