El liquidador de historias

Un texto suyo fue elegido en España como el mejor entre más de 20 mil. Es contador pero siempre tuvo relación con el arte. Recibirá el premio en noviembre, de manos del príncipe de Asturias. Además, la polémica por un supuesto plagio.

El liquidador de historias
El liquidador de historias

Armando Macchia es el escritor del momento en Mendoza. Y por varias razones. Una de ellas es más que paradójica: mientras todavía se prolonga la Feria del Libro, donde presentó su última obra ("Un pájaro de dos tiros", en coautoría con Lucy Agrelo), se conoció una noticia llegada desde España.

Entre 22.571 microrrelatos recibidos, provenientes de 119 países,  un jurado compuesto por 20 catedráticos y profesores eligió un texto suyo, "El francotirador", como el mejor de los presentados. Y de este modo la Fundación César Egido Serrano, que convoca a concurso desde 2009, determinó que el más que jugoso Premio Internacional de Microrrelatos Museo de la Palabra, de 20 mil dólares, quedara en manos de Armando Macchia.

Otra razón por la que se ha convertido en el escritor del momento es que el texto ganador ha causado polémica en las redes sociales y blogs de varios países. E incluso entre la SADE local. Cuando se dice SADE bien se puede leer: sociedad argentina de escritores de provincias, sin mayúsculas.
 
Allí lo acusan de plagio a Macchia y remiten dos versiones, al menos por ahora. Si en el ganador, llamado "El francotirador", los protagonistas son un niño y un adulto, en las variaciones que circulan por internet  se trata de un ciclista y un loco, con un manicomio de fondo, y un canillita y un niño. Hasta ahora, el incidente con la SADE (Sociedad Argentina de Escritores, filial Mendoza, aclaremos), determinó la renuncia como socio del propio Macchia. En esta semana, también, la web Infonews publicó una nota, plagiada en parte y sin citas, en la que se lee: "Viveza mendocina: ganó 20 mil dólares con un cuento popular".

El nombre del escritor sacudió el panorama literario, ya que se trata de un autor que vive en Mendoza, aunque nació en San Juan. Aquí estudió Ciencias Económicas, para recibirse como contador público nacional. Y pese a que estuvo un par de años trabajando en Buenos Aires, apenas recibido, un amor, o el amor, para ser más exacto, lo devolvió a Mendoza. Y aquí vive desde los años '70. Su familia se completa con tres hijos.

Todo que ver con Macchia aquellos años '70, de los que se habla tanto hoy. Es que en sus épocas universitarias transitó ese estadio llamado "militancia". La historia de Macchia en política se asocia al peronismo humanista, que estuvo enfrentado al peronismo del calor del '45.

Una síntesis de ese conflicto sale de boca del propio Perón, cuando repetía "no se puede tirar todos los días a un viejo por la ventana", aunque se refiriera a las demandas de Montoneros frente a la partidocracia y los burócratas. El movimiento estudiantil que animaba el espíritu de Macchia abrevaba en el humanismo francés, acaso inspirado en los escritos de Camus. Y consideraba la palabra del Perón en el exilio como la de un estadista más que la de un político.

Por eso no extraña que, pese a su juventud, Macchia se transformara en el contador general de la Municipalidad de Mendoza, en 1973. Y que de allí saltara al Tribunal de Cuentas de la provincia. Hasta que algún capitán o militar cortó su carrera como empleado público, en 1976, aduciendo que su presencia era "un riesgo potencial" para vaya a saber qué cosa. Los militares tienen esa retórica tan castrense, ¿no? Y luego de algunos sobresaltos, consiguió volver al mercado laboral.
 
Y en 1992, alto menemismo (por si no lo recuerdan: aquella década en la que dijeron que estábamos en el primer mundo, que iba todo regio), el contador ingresó a trabajar, primero, en Bodega Lagarde, y tiempo después en Impsa. Lo conoció a uno de los emprendedores más sofisticados de la Mendoza con la que deberíamos soñar: Luis Menotti Pescarmona.

El pasado lunes, en su casa, Macchia explicó cómo nació la idea del micro relato que luego presentó a concurso. Sostuvo que la idea de "El francotirador" le rondaba hace años. Y que la soñó 2 ó 3 veces. En esas circunstancias, a medio dormir o medio despierto, "duermevela", dijo, él aparecía dentro de un clima difuso, reconociendo que "alguien me apuntaba desde un balcón".

En su juicio, este relato, que no ha podido evadir la polémica, podría tener por lo menos dos interpretaciones. Una lúdica y otra romántica. Para la primera, asevera que "los niños nacen con un don de lo lúdico, la inocencia incorporada. Ellos no matan, juegan a matar. Pero esa arma imaginaria luego se convierte en un arma para matar. ¿Por qué? Porque somos los grandes los que matamos. Y les enseñamos a ellos a matar".

Para la restante, Macchia escribió que desde lo romántico, "cualquier expresión de arte vale una vida. Una bala no puede matar el arte". Y para argumentarlo reflotó una historia clásica: "Un viejo músico recorría las calles ganándose la vida tocando la flauta. Un día le robaron el instrumento. El viejo músico no lloró por su flauta perdida. Cuando le preguntaron la razón, respondió: me robaron la flauta, pero no me podrán robar la música".

En noviembre próximo está programado su viaje a España, para recibir el premio, en ceremonia que contará con la presencia del príncipe de Asturias. Buscan hacer coincidir la fecha de la premiación con el Día Internacional de la Palabra. Debido a su carácter, Macchia se prepara para el acontecimiento de dos maneras: toma clases con Ernesto Suárez para desinhibirse en público y lee la novela fundamental de la lengua: "El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha". El escritor ha transitado numerosos talleres literarios y ha centrado su escritura en el género cuento.

Siempre ha sido un inquieto creador. Una de sus obras más logradas es un cortometraje, al que también dirigió. Se trata de una adaptación de una historia suya, en el estilo de "Las puertitas del Señor López", realizada antes que apareciera la película inspirada en la célebre historieta guionada por Carlos Trillo y dibujada por Horacio Altuna. El cine, claro, es una de las pasiones de Macchia. Y hay un texto suyo que rinde homenaje a Hitchcock en su libro "Un pájaro de dos tiros". El humor es una de las cualidades literarias en su prosa. Y se declara admirador de Fontanarrosa, Dolina y de Julio Cortázar.

Macchia es un escritor. Y sólo de su propia voluntad depende que sea uno del momento o que persista más allá del hoy y el ahora. Esta es la verdadera noticia, acaso la única esperanza para la literatura, que siempre encuentra entre la realidad un poquitín de aire fresco. Por suerte.

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