Sin mostrar hasta aquí su máximo caudal futbolístico, el equipo argentino supo sortear con éxito la primera ronda, en la que dejó ciertas dudas para ganar el grupo, y después la también complicada llave de octavos de final ante la supuestamente sencilla Suiza, pero dejó en claro que puede pelear por el título tranquilamente. Contar con el mejor jugador del mundo parece alcanzarle al equipo de Sabella, al que le ha costado mucho poder actuar como un todo. Claramente quedó en evidencia que la dependencia con el astro del Barcelona es determinante para mantener la esperanza de alzar por tercera vez la Copa.
Los cerrojos ultra defensivos que le plantearon a la Selección dejaron en evidencia los bajos rendimientos de los espalderos de La Pulga. Salvo Ángel Di María ante Suiza, que levantó en el final y con su gol le dio el pase a cuartos, el resto no ha podido mostrarse como alternativa del 10. Los problemas físicos, que arrastra desde principio de año, dejaron casi afuera del Mundial al Kun Agüero. Los minutos que estuvo en cancha fueron flojos, muy parecidos a lo que también mostró hasta aquí Gonzalo Higuaín, quien no llegó de la mejor forma.
Pero sus alternativas tampoco pudieron ser una solución para el equipo. Ni Lavezzi (que hasta aquí rompió más corazones en la platea femenina con sus fotos en las redes sociales que transformarse en una buena alternativa para Sabella), ni Palacio, pudieron al menos desviar la atención. En el medio, Gago tampoco fue el que era y lejos de recuperar el nivel y ganar en confianza, podría ser uno de los que salga del equipo en la próxima estación ante Bélgica. En fin, los niveles individuales hasta aquí han sido de regulares para abajo.
Contrariamente a lo que se esperaba, los dos jugadores que más dudas dejaban antes del inicio del Mundial, han sido hasta aquí grandes artífices del presente argentino: Sergio Romero y Marcos Rojo. El arquero fue clave con tapadas fundamentales y el lateral, detrás de Messi, el de mejor rendimiento, marcando y proyectándose con mucho criterio para ser una buena alternativa en ofensiva.
Pero todo análisis queda en el olvido cuando Messi agarra el balón y de sus pies todo puede pasar. Como lo hizo ante Suiza en la jugada que terminó en el gol de Di María y evitó que la definición llegara a los penales. Hasta ese momento no había podido ser desequilibrante, pero cuando tuvo su chance, dejó en claro que es el mejor de todos y que, por suerte, es argentino.
Ahora se viene Bélgica, el equipo joven que mantiene, junto a Alemania y Holanda, el sueño europeo de poder romper la hegemonía sudamericana en los torneos disputados en esta parte del mundo, pero que choca con la ilusión albiceleste de llegar al "tri".
Señores, el Mundial arrancó y ojalá que terminé para nosotros allá por el 13 de julio y el "Brasil, decime qué se siente" se haga eterno y retumbe por siempre en la historia.
Por Javier Chacón - Redactor de Los Andes On Line
