Liniers: "Me gusta mirar"

Es historietista, pintor, dibujante y muralista. Hoy inaugura en ‘la tierra de Quino’ dos muestras itinerantes que recorren su tierna y divertida obra, con una charla abierta y firma de libros.

Liniers: "Me gusta mirar"
Liniers: "Me gusta mirar"

Liniers

es Liniers gracias al fútbol. En honor a la verdad, a su falta de destreza para gambetear la redonda. “En la primaria, cansado de que no me elijan, me puse a dibujar”, dice, y lo cuenta como un cuento. En la primaria, Liniers todavía era Ricardo Siri: un pibe introvertido que había encontrado en los trazos simples, la manera de divertirse.

Liniers tiene la anécdota y la risa fácil. Ríe, cuando se acuerda del niño que fue. Y contagia. Como si fuera Enriqueta, Olga, un duende o un pingüino; cualquiera de los personajes entrañables de Macanudo, ese mundo de “cotidianidad fantástica” que nos entrega, desde hace años, en diario La Nación.

Parte de este mundo (tierno, poético, tan cercano) se instala, a partir de hoy, en el Espacio Julio Le Parc. Las viñetas de historieta itinerante son las muestras “Macanudismo”, una retrospectiva que sintetiza sus diferentes facetas (dibujante, ilustrador, pintor y muralista); y “Una muestra macanuda”, un recorrido lúdico por su obra diseñado por el Museo Barrilete de Córdoba.

Desde el teléfono, el conejo con gafas negras introduce el primer guiño: “Estoy con muchas ganas de ir para allá. Para mí, Mendoza es la tierra de Quino. Me tengo que portar bien y tengo que esforzarme más”.

Liniers es entusiasmo puro; aunque haya tenido una jornada extenuante frente a las cámaras. Cuenta, la voz entusiasta: “Estoy haciendo una especie de serie; un experimento, digamos”.

-¿Como el segmento que tenés en YouTube (“Momento con Liniers”)?

-Esteban Menis (cineasta), el mismo chico con el que trabajé en esa serie; me convenció de estar, de nuevo, frente a las cámaras. No tengo idea qué va a salir...

-¿Es otro proyecto web o para la tevé?

-Esta vez es para un canal de cable que todavía no salió. Estimo que en octubre estará al aire.

-Decís “me convenció” pero creo que en “Momento...”, vos te divertís bastante asumiendo el rol de entrevistador...

-(Risas) Yo dudo, porque no sé cómo soy frente a cámara pero a mí me convencen para divertirme. Con el proyecto pasó lo mismo, me dijeron que iba a estar buenísimo pero ¡yo no tenía la menor idea! Al final me divertí tanto que ahora le creí de nuevo.

-¿La diversión le ganó a la timidez?

-Era un tipo tímido (risas). Ya no puedo decir que lo soy, desde que salgo en YouTube y que ando a los gritos con Kevin (Johansen, a quien acompaña en las giras que el cancionista emprende con The Nada, su banda). Pero cuando era chico era muy, muy tímido.

-Te imagino dibujando en un rincón, en silencio. Dibujando mucho.

-Sí, era completamente introvertido. Lo lindo de la historieta es que uno tiene la posibilidad de ser introvertido y, a la vez, divertirse solito.

-¿Tenías algún juego favorito?

-No sé si lo consideraba un juego pero cuando era chico me divertía dibujar; dibujaba frente a la televisión. Pero me empecé a dedicar a la historieta cuando descubrí que era muy inútil jugando al fútbol; tanto, que terminé frustado porque nadie me elegía para armar los equipos.

-¿Te pesaba no saber jugar al fútbol?

-Cuando se juega al fútbol en el primario, sobre todo, te colgás un minuto y te gritan de todo. Más si justo estás solo frente al arco, pateás la pelota y sale para afuera... (risas). Entonces me quedaba en los recreos dibujando, con otros compañeritos que eran medio parecidos a mí, tampoco eran buenos en el fútbol.

-Entonces armaron El club de los dibujantes de historietas...

-¡Sí! (Dice “sí” y las ‘íes’ se le confunden con las carcajadas). Pero el único que insistió con el tema fui yo; los otros fueron más precavidos, digamos.

-Mientras insistías, ¿recordás cuándo te diste cuenta que tus historietas dejaban de ser ideas para convertirse en proyectos?

-Hubo distintos momentos. La primera fue en el colegio; por entonces yo leía mucho: a Mafalda, Asterix, y apareció un amigo que había dibujado sus primeras historietas. Otro momento fue cuando comencé a querer laburar de esto: al principio no me salía nada; o lo que me salía no me parecía ni divertido ni gracioso. Pero un día apareció algo y me dije: “Esto es raro, es gracioso y me gusta; voy a experimentar con esto”.

-

Digamos que supiste por dónde iba el asunto.

-Y eso es lindo pero también da vértigo. Es como abrir una puerta y descubrir que adentro hay un montón de juguetes divertidísimos.

-¿Te vas divirtiendo, en cada trazo, en cada viñeta?

-No es que dibujo y hago: “Ja, ja, ja”, pero sí me río en mi cabeza. Para que pintar durante horas una historieta me divierta, algo -un dibujo, un personaje, una idea- me tiene que hacer un clic en la cabeza. Que haya tantos personajes en “Macanudo” tiene que ver, justamente, con eso.

En la tira “Macanudo”, Liniers es un conejo de gafas negras. Y es, también, el lápiz creador de Enriqueta, Fellini, Olga, Matías, Pan Chueco, Conceptual Incomprensible, El Hombre Misterioso, Los Conejos y Los Duendes.

-Son muchos personajes, ¿tenés cariño por alguno especial?

-El que me da más amor es el que me da el chiste en ese momento. Pero le tengo cierto cariño a los personajes con los que revisito la infancia: Enriqueta, Martincito y Olga. A través de ellos hago un poquito de memoria de cómo era ser chico. Claro que ahora tengo la ayuda de mis hijas.

-¿Por qué volvés a la infancia?

-Porque es una época de mi vida que me interesa y me intriga mucho. Me intriga saber cómo era yo; y hacer memoria de los detalles. Viste que si estás un rato pensándolo, de repente el recuerdo te trae cosas olvidadas. A Olga, Martincito y Enriqueta los uso para eso.

-¿Dónde pasaste tu infancia?

-En Capital, toda la vida. Por eso la odio un poco (risas).

-Te pregunto porque a Enriqueta la vemos correr en espacios verdes, en donde hay árboles y hamacas.

-Nunca supe exactamente por dónde vive Enriqueta, pero me da la sensación de que es una chica de ciudad recién mudada a un pueblo. No sé por qué (risas). Por eso no tiene muchos amigos, vive con su gato (Fellini) y sus libros. Lo cierto es que son cosas que no pienso mucho; simplemente van saliendo.

-En ese fluir, salen, también, guiños personales. Como Enriqueta, vos sos un ávido lector. ¿Leés de a uno o de tres libros?

-Siempre me gustó mucho leer. Pero como me casé con alguien que devora libros, no me da la sensación de que soy muy lector. Hubo una época en que leía cinco libros al mismo tiempo hasta que un día me di cuenta de que nunca los terminaba. Ahora puedo ser más ordenado y leer de a uno. Pero mirá: justo estoy leyendo dos; no respeto mucho mis propias reglas.

-Hacerse trampa a uno mismo, a veces, está bueno...

-Pasa que cuando compro un libro me dan ganas de empezarlo en ese momento; aunque ya esté con otro.

-¿Cuál estás leyendo ahora?

-Una biografía de Duchamp (artista y ajedrecista francés).

-Tu gusto por las artes plásticas es otro guiño personal, otra pista, presente en “Macanudo”.

-Ciertos pintores me encantan, porque me gusta mirar. Y como me gusta mirar, cuando tengo en frente algo que me vuela la cabeza, me acerco. Me gusta mucho el siglo XX y también más adelante (N de la R: pensemos, por ejemplo, en “Cosas que seguramente le pasaron a Picasso”). Es gente con cabeza muy extraña, grandes maestros; me resulta súper interesante que te presten un ratito la manera en que veían el planeta.

-¿Te imaginás qué dirán de cómo veías vos a esta planeta?

-No me planteo esas cosas porque si no, no podría hacer lo que hago. En ningún momento me planteo otra lectura que no sea la propia. En la televisión se la pasan diciendo: “Hacemos la televisión que la gente quiere ver” y eso me parece una actitud muy pedante y además falsa. La televisión, en realidad, muestra aquello que la gente no puede dejar de mirar por su morbo.

-Me refería a que hoy podemos saber cómo Quino miraba el mundo en los ‘60, ‘70, ‘80; y tal vez, en 2030, puedan hacer lo mismo, con tu obra, tus hijas o tus nietos...

-Ojalá que sí porque eso significa que mis nietos podrán vivir de mis dibujos. Algo así como: “Nos estamos yendo de vacaciones gracias al abuelo” (risas).

-¿Qué hacen tus hijas cuando te ven dibujar?

-Me pasa que les trato de explicar que estoy trabajando y ven que hago lo mismo que están haciendo ellas. Deben pensar: “No estás trabajando, pá; estás haciendo la misma boludez que nosotras”. Como tienen entre tres y cinco años, es muy lindo verlas dibujar, porque lo hacen sin miedo. Vienen con un mamarracho y me dicen: “Es hermoso, soy un genio, colgalo en la pared”. Ese es el secreto que tuvieron artistas como Picasso, que trabajaron para recuperar la libertad de pintar sin miedo. El asunto es cuando les quieren enseñar a dibujar en el colegio...

-Por que...

-Porque uno empieza a dibujar como tratando de hacerlo bien. Recuerdo muy bien: en el colegio enseñaban dibujo como si fuera matemática y de ninguna manera son lo mismo. En matemática, si no hiciste bien el cálculo, no da el resultado. El arte, justamente, tiene que salirse del renglón. Si seguís las reglas, es un bodrio. Claro que hay que entenderlas y saber cuáles son las que no tenés que respetar. Si no, sos un calco de lo anterior; y un calco, todavía, más malo.

-Frente a la hoja o el lienzo en blanco, ¿pensás en esto?

-Creo que son cosas que le digo más a los periodistas que lo que pienso al momento de trabajar (dice, y la risa le empieza a hacer cosquillas entre las sílabas). Cuando dibujo no me propongo romper tal o cual regla; sí me propongo divertirme. Me parece que uno hace ese trabajo inconscientemente.

-Tal vez es el afán, o la mala costumbre, de los periodistas la de tratar de develar un proceso (de creación) que, ante todo, es misterio.

-Y todos los artistas intentamos responder cosas cuando en verdad, por dentro, estamos pensando: “Mmmm, ¡estoy diciendo cualquiera!” (risas).

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