Seguro que todos nosotros, por una u otra razón, tenemos asumida la imagen de estar paseando por distintas áreas de nuestro territorio de gran belleza, pero haber visto plásticos junto a ellos, tirados en el suelo, bolsas, botellas, cartones, y muchos otros elementos que malogran magníficos escenarios o ambos lados de las rutas y otros lugares.
Es frecuente que eso ocurra y muchos ciudadanos tendrán distintas reacciones ante un fenómeno que lamentablemente se repite con una preocupante frecuencia.
Algunos repudian esas acciones pero otros las asumen como algo normal, y no se preocupan ni tratan de que la situación cambie.
Sin embargo, no todo está perdido y -aunque con menos frecuencia que la actitud de ensuciar un ambiente-, muchas veces es posible observar ciertos grupos de personas que se animan a hacer limpieza en espacios comunes a todos y donde con mayor medida debería terciar el Estado, pero en atención a su imposibilidad de hacer, por las razones que sean, hay particulares dispuestos a actuar.
Uno de esos casos se registró el sábado 2 de marzo, cuando más de 100 jóvenes limpiaron el perilago del dique Potrerillos.
Las cuadrillas de ‘limpiadores’, de entre 15 y 25 años, se movilizaron luego de aceptar una convocatoria por Instagram que lanzó el ideólogo de la campaña, Gonzalo Quiroga, un estudiante de Ingeniería de 19 años.
La tarea se cumplió a la perfección y no sólo se alistaron los que habían respondido al llamado, sino que también se plegaron circunstanciales paseantes que en esa jornada visitaban el espejo de agua. Hace una década y media, una tarea de higiene de arroyos de alta montaña en Vallecitos fue encarada por otros jóvenes, bajo el impulso y la dirección del andinista y ecologista, Ulises Vitale.
Aquí podemos agregar como factor positivo que las autoridades no faltaron a la cita, al punto que la Dirección de Recursos Naturales de la Secretaría de Ambiente, aportó una movilidad para sacar los residuos, bolsas, guantes y refrigerios para los participantes.
Además, ese mismo día se lanzó la idea de repetir un operativo similar en las costas del dique El Carrizal, que también suele sufrir el descuido de muchos acampantes y pescadores.
A la tarea llevada a cabo en Potrerillos sumamos otro ejemplo de solidaridad y acción amigable con el medio ambiente.
Nos referimos a la tarea de recuperación de un terreno abandonado, que pertenece al predio de la Escuela Normal Tomás Godoy Cruz, en calle Rivadavia, casi Mitre.
En ese menester se empeñaron alumnos actuales, egresados de la institución de 1978 y con la ayuda de la Municipalidad de Capital, lograron habilitar un sector verde para disfrutar de clases a cielo abierto o momentos de esparcimiento.
Como se ve, pequeñas acciones que redundan en un beneficio para la comunidad y en la disponibilidad de un ambiente más sano y natural.
Por supuesto, que hay muchas más acciones como las narradas, con los mismos objetivos y resultados.
Inclusive, no descartamos que manos altruistas de este tipo se apiaden de nuestras hermosas acequias, sepultadas en basura de todo tipo.
En este sentido, proponemos que cuadrillas municipales, con o sin ayuda de colaboradores civiles, hicieran dos o tres intensos saneamientos de nuestras sufridas cunetas en cada semestre; no es mucho para recuperar este ‘oculto’ patrimonio cultural de tradición huarpe, como señala uno de sus estudiosos, el arquitecto Jorge Ricardo Ponte.
