Límites que un gobernador no debe cruzar

Hace un tiempo que el gobernador Francisco Pérez, cuando una noticia o una opinión emitida en algún medio de comunicación no resulta de su agrado, suele recurrir al agravio para desvalorizarla, lo que muchas veces incluye el insulto directo a periodistas

Límites que un gobernador no debe cruzar

En estos días, el gobernador de la Provincia incurrió en un exabrupto que de manera grotesca afecta la honorabilidad de profesionales de la comunicación que informan realidades que no le gustan.

Consultado durante una entrevista radial sobre los resultados de una encuesta publicada por Los Andes, de la cual surge que la ventaja lograda por la oposición sobre el oficialismo en las PASO se ha ampliado, el Gobernador acusó al responsable de la sección Política de este medio de trabajar para un candidato opositor.

Tal acusación es una difamación y una injuria que afecta la honorabilidad del periodista y de este diario, cuyo principal capital es justamente el de su credibilidad. También se refirió en términos ofensivos a la profesional que dirigió el estudio de opinión.

Cualquier ciudadano, y también el Gobernador, tiene derecho a disentir o desmentir a un medio o a un periodista. Pero lo que nadie puede hacer, y mucho menos el mandatario provincial, es injuriar, ya que una cosa es opinar diferente y otra muy distinta, afirmar sin prueba alguna que quien informa es inmoral.

Con estas actitudes se replica en la provincia uno de los peores vicios que padece la política argentina desde que el gobierno nacional utiliza la tribuna más alta del Estado, que es el atril de la Presidencia de la Nación, para agredir y hostigar a medios de prensa, periodistas o simples ciudadanos que expresan sus diferencias con el relato oficial.

Así, el agravio personal se ha naturalizado en la vida política y todo da lo mismo. Por eso se ha dejado de discutir en serio, reemplazándose el diálogo por la diatriba cuando no por el insulto liso y llano.

Frente a ese desvío del poder, nuestra provincia supo, hasta ahora, mantenerse como una especie de patria chica donde todavía es posible el choque más duro de ideas entre oficialismo, oposición y prensa libre, en un marco de cordura. Por ende, Mendoza no se merece transponer el límite del respeto recíproco. El pluralismo y la posibilidad de una prensa independiente es un plus de libertad republicana que los mendocinos hemos sabido construir. No sería bueno perder ese mérito.

No obstante, cada vez son más las noticias que disgustan al mandatario provincial, lo cual, obviamente, no es culpa del periodismo sino de la realidad o de su desempeño personal. Sin embargo, con frecuencia sus respuestas van por el camino de la descalificación injusta de quienes informan hechos o producen opiniones que no son de su agrado.

En este sentido, le cabe al Gobernador la máxima responsabilidad porque cuando actitudes como las que ahora le reprochamos comiencen a reproducirse en los demás estratos de la actividad política, Mendoza puede perder su ventaja diferencial de mantener vivo un diálogo fecundo y respetuoso.

En síntesis, el mandatario, que antes no avanzaba más allá del disgusto por algún modo de comunicar, sin llegar a la difamación o al ultraje de medios o periodistas, no debe transponer ese límite que le imponen su investidura institucional, la historia de Mendoza y sus antecedentes personales.

Serenar los ánimos y volver a las cordialidades -que no implican debilidad de carácter ni oportunismo conceptual- es un buen camino para que los mendocinos sigamos sintiéndonos orgullosos de nuestra forma de ser, partiendo del respeto a nuestras instituciones y a quienes circunstancialmente las invisten.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA