Lilita y Cristina, solas contra el mundo - Por Carlos Salvador La Rosa

Lilita y Cristina, solas contra el mundo - Por Carlos Salvador La Rosa
Lilita y Cristina, solas contra el mundo - Por Carlos Salvador La Rosa

Las dos damas de hierro de la política nacional no pasan por el mejor momento en sus respectivos espacios. La élite de Cambiemos cada día está más enojada con Lilita Carrió, quien no sólo se proclamó gran fiscal de la República sin que nadie la haya nombrado, sino que además los condena o absuelve a su voluntad. Y el peronismo que busca ganarle a Cambiemos sabe que el principal obstáculo que hoy tiene para ello se llama Cristina Fernández de Kirchner.

El único apoyo que le va quedando a Lilita es Macri, y poco más. Y a Cristina algunos, ni siquiera todos los K, más que nada sus “grasitas”, los actores e intelectuales que la veneran tanto como a Evita veneraban los humildes. Claro que las dos tienen, además, votos propios.

Cristina y sus fans creen que a ella la quieren encarcelar para proscribirla porque es el enemigo a derrotar, el “hecho maldito del país macrista”, intentando compararla con el Perón del exilio. Pero es al revés. Aunque la cuestionan, todos quieren protegerla porque la creen el rival más fácil a vencer. Por pura lógica política matemática: si bien Cristina es el dirigente con mayor cantidad de votos propios, también es la única de las postulables que hoy no tiene chance de ganar en un balotaje ya que quienes no la votarían en ningún caso se acercan al 70%, aunque los que la defiendan sean de fierro.

Por esa sencilla razón, los peronistas la quieren tener encapsulada en la jaula de oro del Senado, ante la eventualidad de que consigan un candidato competitivo que pueda derrotar a Macri, para el cual necesitarían los votos de Cristina.

Y los macristas quieren que no vaya presa para que se presente de candidata, ganándole a los otros peronistas que pueden ganarle a Macri.

Y muy posiblemente ni siquiera los jueces que la están juzgando tienen mucho interés en que vaya efectivamente presa. Bonadio amaga con pedirle su detención, pero ante la eventualidad de que le sacaran o que ella renunciara a los fueros, le concedería la libertad provisional para que no se victimice a lo Lula.

Cristina y sus fans creen que le están armando causas para detenerla cuando también es al revés: ocurre que desde el punto de vista jurídico es tan pero tan apabullante la cantidad de pruebas irrefutables acumuladas en su contra, que ni aunque quisieran podrían evitar su condena.

En síntesis, casi nadie en la política o la justicia tiene mucho interés en que Cristina vaya presa. Todos quieren protegerla a su manera porque todos la necesitan a su manera.

Hasta los propios cristinistas con vocación electoral quisieran que su jefa se vaya jubilando, porque saben que en el peronismo sin ella llegarán más lejos que con ella.

Nadie la quiere pero todos la necesitan. Los peronistas desean “nada menos” que ese 25 a 30% de votos cristinistas. Mientras que los macristas la quieren de candidata rival porque tiene “nada más” que ese 25 o 30%, y pare de contar.

Por lo tanto, Lilita es una de las pocas que quiere meterla presa en serio. Es cierto, junto con la mayoría de la opinión pública, pero el pueblo no decide sino por medio de sus representantes, que cada vez los representan menos. Por eso Carrió se indignó tanto con las declaraciones del ministro de Justicia, Germán Garavano, acerca de que hay que tener cuidado en tener expresidentes presos por exceso de prisiones preventivas. Pero el ministro sólo dijo lo que oye todos los días en los pasillos macristas. Sabedora de eso, Lilita le advirtió a Macri, vía pedido de juicio político a Garavano, que se deje de joder, que no busque ganar gracias a Cristina. Que se ponga a gobernar en serio, con gente en serio. O los que ellas creen son en serio.

Cristina se ha inventado sobre sí misma una leyenda donde se ve como la principal enemiga del régimen oligárquico burgués, y donde cree que la quieren como presa política, cuando nadie la quiere destruir sino manipular para su beneficio.

De modo parecido, Lilita se ha inventado su propio Macri. La leyenda de un presidente que, según la pasionaria dama, puede equipararse al presidente chileno Salvador Allende, quien prefirió ser asesinado en el Palacio de la Moneda antes que entregarse a los dictadores. Y Lilita se propone morir con Macri si los peronistas lo quieren sacar por la fuerza de la Casa Rosada. Carrió también afirma que el gobierno de Macri ha atacado a los laboratorios y a los principales empresarios como nadie lo hizo: “La izquierda no se le atrevió a Techint como se le animó Macri”, sostiene. Y le propone seguir en la misma línea: además de meter presa a Cristina, hacer lo mismo con Hugo Moyano y con los banqueros. Hasta lo conmina a que entregue a los suyos: “Si tiene que caer Calcaterra que caiga”, dice suelta de cuerpo. Jura que Mauricio está enfrentando como ningún otro presidente lo hizo al círculo rojo, e incluso a su propia clase social. Y si la apuran un poco hasta sostendría, con total sentido épico, que si fuera necesario que Macri se inmole personalmente por el país, que lo haga, como ella moriría por él.

La leyenda de Macri es el único relato que tiene el macrismo, pero es tan raro ese Macri de Lilita, que el mismo Macri debe mirarse todos los días al espejo para preguntarse si es efectivamente él. Porque hasta ahora ignoraba que era el traidor a su clase, el que vino a negar a los corruptos y a salvar a la República incluso si debe inmolarse. No obstante, Macri escucha a Lilita porque políticamente le da el soporte ético que él necesita. Pero no porque se crea que él es el Macri de Lilita.

Porque el Macri que Lilita inventó y la Cristina que Cristina y los cristinistas inventaron son más leyendas urbanas que realidades políticas. Pero que influyen en la política influyen. Porque en la política el mito o la ficción son tan importantes como el logos o la razón.

En fin, que en la política argentina quizá no haya dos dirigentes con más diferencias entre sí que Cristina y Lilita, pero aun así las une que ambas intuyen que las están queriendo usar. Así, Lilita se indigna contra los políticos (incluso muchos de los suyos) que en vez de querer hacer justicia con la expresidenta y la corrupción de aquella época, sólo quieren ver qué negocio electoral hacen con lo que queda de Cristina. Y Cristina se indigna porque la consideren tan poco luego de haber sido una reina tirana a la cual todos los que hoy buscan usarla o manipularla, en aquellos entonces se le subordinaban miserablemente. Pero así es la vida. Como -con palabras más, palabra menos- diría Carlos Gardel, hoy un juramento, mañana una traición, amores de políticos flores de un día son.

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