Cuando se sienta al piano, Liliana Felipe dice lo que piensa. Tiene una voz firme y llena de convicción; y en sus manos, fuerza para encender las teclas. En "La mejor manera", una de las últimas de sus más de 500 canciones, se le escapa un pequeño manifiesto: "La mejor manera de continuar con la violencia es comiendo un animal. / La mejor manera de contribuir con la injusticia es comiendo un animal. / La mejor manera de perpetuar el patriarcado es comiendo animal". Tres frases alcanzan.
Cuando pensó recorrer algunos puntos del país donde nació, aunque está radicada en México desde hace décadas, Felipe marcó en el mapa a Mendoza (el jueves, en la Nave Universitaria). La serie de conciertos incluye Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Neuquén y nuestra provincia, que la vio por última vez en 2015, en el marco de los festejos por el 5° aniversario de la Ley de Matrimonio Igualitario.
Es que Liliana Felipe es una artista en la que convergen varias luchas: es feminista, lesbiana, histórica voz en contra del terrorismo de Estado, en contra de la Iglesia y a favor de los derechos humanos (su hermana y su cuñado fueron desaparecidos por la última dictadura). Y, desde hace algunos años, descubrió el veganismo. Así empezó a militar el antiespecismo; es decir, lucha en contra de la cosificación y explotación de las vidas y los cuerpos de los animales. Dice las cosas con fervor: milita a través de su música.
Tanto así, que antes de llegar a Argentina dejó en claro que junto a su esposa Jesusa Rodríguez (actual senadora en México por el partido MORENA) solo les interesaba hablar de especismo, esa maldita palabra.
-En Twitter te definís como "vegana, feminista, antiespecista, clerofóbica, antitaurina, menopáusica, MORENA (en referencia al partido de Andrés Manuel López Obrador)". ¿Sos vegana antes que todo?
-Si, vegana antes que todo. Pienso que es lo mínimo que debemos hacer por los animales. Luego seguirá el activismo hasta cerrar hasta el último matadero, laboratorio, granja industrial, tambo, carnicería, fábricas de ropa, zoos, acuarios, hipódromos, doma...
-Tus ideas siempre se reflejaron en tus canciones, ¿actualmente qué lugar ocupa el antiespecismo en lo que componés?
-Después de un tiempo de estupor logré comenzar a poder decir algo. Está en mi nuevo material: “Liberación animal”. Además pienso que las discriminaciones nunca vienen solas. Si sos especista, no dudaría que también seas sexista, capacitista, humanista, etc. Arriba del pedestal de la superioridad.
Sus canciones son teatrales, algunas despojadas y, si bien sus melodías son cantables y simpáticas, encubren fuertes mensajes políticos: "Las histéricas somos los máximos", canta en uno de sus clásicos. "Nos tienen miedo porque no tenemos miedo", proclama en otra, hoy convertida en una sonata política.
Sin embargo, “ni la izquierda ni la derecha pueden hablar de justicia con el cadáver de un animal en su plato”, dictamina sobre el veganismo. “Escribir canciones sobre la brutal ignorancia que padecemos los animales humanos sobre los no humanos”. Admite que aunque le resulta doloroso, está grabando “una serie de canciones que tienen que ver con el tema”.
-¿Pero ves que se produce alguna tensión con tus seguidores y seguidoras de la primera hora, aquellos que te referencian ante todo como una luchadora feminista y de los derechos humanos?
-El veganismo y el antiespecismo es una continuación de la lucha por la justicia. Es parte de la evolución. Es la puerta que se abrió un milímetro más...
-En pocas palabras, ¿qué esperás del gobierno de AMLO?
-Espero democracia participativa. Desterrar el neoliberalismo. Que la ley reconozca a todos los animales el derecho a la vida, a la salud y respete sus intereses.