Dos años después de su partida, Liliana Bodoc sigue aquí. A través de su legado sigue viva. Y lo seguirá por mucho tiempo más, pues sus historias no terminan aún de contarse. Nos lo ha confirmado su hijo Galileo Bodoc, reconocido teatrista, quien es custodio del legado de Liliana junto a su hermana Romina Bodoc y su padre, Antonio Jorge Bodoc.
Dos años después de ese triste 6 de febrero de 2018, en el que un imprevisto infarto nos dejó sin una de las grandes plumas de la literatura argentina, su familia ha respirado hondo y decidió poner a caminar esos escritos que había dejado inconclusos.
Galileo nos adelantó que este año se publicarán dos libros póstumos. Quienes la leían, remediarán así la orfandad por un tiempo. Son, de hecho, dos textos inéditos: la tercera parte de "Tiempo de dragones" y "Una versión de Dios".
El capítulo final de su segunda saga se publicará de forma inconclusa, advierte Galileo, aunque “ya la había escrito en un noventa y pico por ciento”. Saldrá a la venta en la segunda mitad de año, por Penguin Random House.
Explica: "La vamos a publicar, por supuesto informando a los lectores que se trata de una novela inconclusa y completando hasta donde nos sea posible ese vacío. Estamos construyendo un epílogo mi hermana Romina y yo para aportar todo lo que podemos sumar para allanar un poco ese vacío que queda. Esa publicación será para octubre o noviembre, no va a salir antes", dijo, refutando algunas versiones que apuntaban a que iba a ver la luz en mayo.
Sobre "Una versión de Dios", nos contó que se trata de un libro ilustrado que combina textos cortos de ella e ilustraciones de Ana Luisa Stok. Bodoc había terminado su parte, por lo que el proyecto siguió en desarrollo luego de su muerte con Stok y la editorial Guadal. "Será una edición muy bella, cuidadosa y prolija", define Galileo.
-Sobre ese Epílogo de "Tiempo de dragones", ¿Liliana les había comentado ideas de cómo pensaba finalizar el libro? ¿En base a qué material trabajaron?
-Te puedo comentar algunas cosas, aunque no demasiado terminadas, porque estamos en pleno proceso. Hay cuestiones en las que todavía no tenemos la claridad suficiente.
Estamos trabajando sobre las escasas notas que hay de Liliana, en un cuaderno donde bocetaba cuestiones para esta novela. También sobre el texto inconcluso, algunos fragmentos que quedaron desconectados pero que arrojan información. Y sobre todo trabajamos sobre lo que sabíamos en términos orales. Cosas que no están escritas en ningún lado pero que sabíamos, porque Liliana siempre -y sobre todo en los últimos años- trabajó sus obras muy cerca de nosotros, de una manera muy colectiva.
Apoyándose también en nuestras especialidades. Con mi papá, su marido, que es físico y matemático, y un tipo muy enciclopédico, consultaba cosas astronómicas, científicas, bélicas, estratégicas. Con mi hermana, que es antropóloga, cuestiones de sociedades, idiosincrasias, costumbres. Y conmigo, que hago teatro, temas relacionados a los conflictos de los personajes, a los diálogos, las personalidades, escenas entre personajes.
- O sea que sabían, de alguna forma, cómo iba a terminar.
- Sí, sabíamos mucho de lo que iba a pasar en la novela. No todo, sinceramente, pero pudimos ir completando con ese panorama de información y de intuición, agregándole también nuestra cuota creativa, que es lo que ella nos enseñó a hacer y lo que hubiera estado feliz de que hagamos. Es decir, no atenernos a una cuestión técnica, informativa, sino hacer un acto estético. En ese arduo trabajo nos encontramos.
- Si bien su muerte fue imprevista, ¿habían hablado alguna vez sobre qué pasaría con sus escritos inconclusos cuando ella ya no estuviera?
- No sabíamos qué hacer, nunca lo habíamos planeado ni nos habíamos detenido a pensarlo. En cualquier lectura que se haga de ella, o en casi cualquier charla con ella, descubríamos que trataba constantemente en sus escritos con la materia de la muerte.
Trabajaba muy cerca de la idea de la muerte, no porque la deseara para ella, sino porque en su vida estuvo presente en momentos muy estructurales. De hecho, hablo de una relación muy fértil, luminosa, positiva: de la muerte necesaria, natural, de la muerte como espacio para lo nuevo. De esa muerte hablaba Lili. Sin embargo, nunca nos imaginamos su partida tan pronta. Nos agarró tan de sorpresa. Por eso no sabíamos nada sobre qué hacer si ella moría. Lo único que sabíamos, porque una vez nos dijo, es que si ella moría quería que pusiéramos en su funeral una canción de Los Redonditos de Ricota que se llama “Juguetes perdidos”, que a ella le encantaba. Y eso hicimos hace dos años.
-Es muy emocionante ver cómo ustedes, y los lectores de Liliana, se encargan de mantener viva su memoria. ¿Sabés de otros proyectos que existan en torno a ella?
-Liliana por muchas vías no para de expandirse, de multiplicarse. Y su obra estaba provista de generosidad en muchos aspectos: generosidad poética, política, humana. Y también de generosidad sobre la autoría y la propiedad. Ella amaba la difusión de los textos y creía que eran de todos y de todas. Eran para multiplicarse, para hacer de ellos lo que cada persona o artista quisiera hacer de ellos.
-¿En qué los has visto adaptados?
-Su obra se ha expandido no solo en muchos discípulos o escritores que pisaron sobre suelo firme luego de su literatura, que creó un precedente muy grande en el país y el continente, sino también se convirtió en canciones, obras de teatro, proyectos, ideas, ganas de que trascienda en un audiovisual al mundo del cine. Hay obras de títeres y marionetas, hay en el mundo visual muchísima cantidad de ilustraciones maravillosas, comenzando por la obra de Gonzalo Kenny, que está muy ligada a la de Liliana. No dejamos de asombrarnos por la capacidad expansiva que sembró y que hace que crezca en las redes, en los lectores, en los alumnos de escuela que leen sus libros, docentes y bibliotecarios, y todos nosotros que la llevamos como una bandera en el corazón; porque no fue solo mi madre, sino que fue una gran maestra, una guía, una maga. Una dadora de amor incondicional a todo ser humano con el que se cruzó en su camino.
-Desde hace años ronda la posibilidad de una película sobre "Tiempo de Dragones", en colaboración con Ciruelo Cabral, ¿qué pasó con eso?
-Todo comenzó con ese proyecto. De hecho, todo lo que tiene que ver con “Tiempo de Dragones” comenzó con una convocatoria de Ciruelo a Liliana, para que ella guionara su proyecto de película, que no tenía contenido, guión. Finalmente, ese proyecto se demoró y quedó parado. Pero no está trunco ni descartado. Paralelamente al proyecto cinematográfico, Lili empezó a escribir la novela y se volvió un proyecto literario, en el que funciona con más fluidez la cuestión narrativa que audiovisual, pero sigue en pie. Si bien Ciruelo se abrió del proyecto, para el productor de todo, Fernando Sirianni (de la productora Nomad), sigue la posibilidad de concretar alguna vez un proyecto de este tipo. Digamos que sigue viva la posibilidad.