El Colegio Universitario Central José de San Martín (CUC) se despidió recientemente de su directora Lilian Montes (57), quien se jubiló tras 40 de trabajo allí. Con la vocación a flor de piel, dedicó cada día a mejorar la calidad educativa, trabajando principalmente en el sentido de pertenencia de toda la comunidad educativa.
Ni bien salió del secundario (que no fue en el CUC), Lilian tuvo su primer trabajo como preceptora en ese colegio, sin imaginar entonces que terminaría al frente de la institución. “Fue gracias a Irma Suárez que me dio la oportunidad de trabajar ahí, lo que me permitió al mismo tiempo estudiar Letras en la Facultad de Filosofía y Letras”, recuerda agradecida.
Una vez recibida, el entonces vicedirector Emilio Puebla le ofreció el reemplazo de una docente que daba Griego. Así, con unas horas al mes, comenzó como profesora del CUC y, como ella misma explica, “fui tomando más horas y concentré toda mi actividad en el colegio dando además Latín y Lengua”.
Fue en esta última materia en la que finalmente se estableció, hasta que en 1997, 20 años después de haber entrado a trabajar, ganó el concurso para el cargo de vicedirectora del turno tarde.
“En 2002 se volvió a llamar a concurso por otra normativa y ahí gané como vicedirectora para el turno mañana”, precisa. Quiso el destino que sólo 7 meses después la entonces directora, María Isabel Zamorano, dejara el puesto para asumir otro cargo en la DGE. Así, como Lilian era la primera en orden de mérito, quedó al frente del CUC.
Pasión por la docencia
Desde un principio, Lilian debió enfrentar lo que define como “grandes desafíos” debido a que por entonces comenzaba a regir en los colegios de la UNCuyo la nueva Ley Federal de Educación, que ponía en vigencia el sistema Polimodal.
Al respecto, recuerda que el colegio quedó “disminuido en cantidad de alumnos y de docentes” por lo que el desafío estuvo en “profundizar el sentido de pertenencia de toda la comunidad”. Es que, de pasar a cursar 6 años los estudiantes sólo permanecían 3. Y es en esa identificación con el CUC en donde Lilian encuentra la clave de la educación “porque a medida que el alumno siente una raíz ahí, se siente protegido y aprende”.
Además, se sumó el desafío de lograr la misma formación de siempre, sólo que en menos años. Hasta que en el 2012 se volvió a modificar el sistema: hoy son 5 los años de cursado, lo que generó otro reto, volver a tener alumnos de 13 años.
Como ocurre siempre con la educación, los tiempos cambian y adaptarse a los nuevos conceptos se vuelve una necesidad. En este sentido, Lilian se enfoca en “la concreción de una escuela más inclusiva de lo que era, con la incorporación de alumnos con discapacidad” y la inclusión de “la educación domiciliaria y la hospitalaria”.
Nueva etapa
Otro detalle a tener en cuenta es que, mientras trabajaba para que el CUC fuera cada día un mejor colegio, también daba clases de Lengua en la Facultad de Educación de la UNCuyo. Hoy, ya jubilada del colegio, seguirá ejerciendo como docente de todos los profesorados. “Me voy a dedicar a eso, porque antes no podía. La dirección me insumió mucho tiempo y mucha energía”, reflexiona.
Ya sin esa importante responsabilidad sobre sus hombros, está enfocada en concluir un desafío personal que tenía paralizado: terminar de redactar su tesis de doctorado en Ciencias de la Educación.
Fue tanto su compromiso con el colegio que sacrificó tiempo con su familia. Por eso, les agradece a su marido, Luis, y a sus dos hijas, Luisina (24) y Rocío (21). “Él también es docente de la UNCuyo y mis dos hijas son egresadas del CUC, así que somos una familia de la UNCuyo”. Es más, las chicas estudian Derecho e Ingeniería (respectivamente) en esa universidad.
Hoy Lilian planea viajar con su marido, aprovechando que ya no deben condicionar sus vacaciones a los recesos de verano. Mientras, disfruta ocupándose “de mi casa y de mi jardín”.
Con relación a esta nueva etapa, reconoce ser “muy activa”, por lo que no dejará de hacer cosas sino que sólo las hará “con más calma”. Con cierta melancolía, asegura que le costó mucho tomar la decisión de dejar el colegio, pero que finalmente “lo dejé ir” tras entender que era el momento oportuno: “Había que dejarle el lugar a otra gente”.
Emotiva despedida
En un emotivo acto, el 31 de mayo los alumnos y docentes del CUC homenajearon a Lilian a modo de reconocimiento por tantos años de compromiso para hacer de ese lugar, el mejor. Desde entonces, los mensajes afectuosos no han cesado. “Estoy sorprendida y maravillada del afecto que he recibido”, detalla con la voz quebrada de emoción.
Ya con lágrimas en los ojos, dejando que ese sentimiento se adueñe de cada una de sus palabras, agrega: “Nunca pensé que iba a ser merecedora de tanto cariño, me han hecho revalorizar mi trayectoria. Todo lo que hice fue gracias al equipo con el que trabajé y a mi familia”.
Llegando al final, intenta poner en palabras lo que significa el CUC para ella. Con todos esos sentimientos encontrados es una tarea nada sencilla: “Es parte de mi identidad. Fue una posibilidad de promoción social y cultural. Me permitió estudiar y después ser la directora. Hasta ahora fue mi lugar en el mundo, mi pasión, donde tengo muchos afectos importantes”.
Dicen de ella...
Nancy Cano, actual directora del colegio: "Lilian ha sido una persona con objetivos muy claros, tratando de buscar lo mejor para el colegio, siendo muy exigente, proponiéndose metas muy altas. Tiene una mente brillante, así que había que seguirla".
Aldana Vera (19), cacique Huarpe 2015: "A Juan (el cacique Pehuenche) y a mí siempre nos hizo partícipes de las actividades que pasaban. A la semana de haber sido elegidos, hubo una reunión en el Rectorado y Lilian nos invitó. Nos dijo que fuéramos al colegio y ella misma, en su auto, nos llevó hasta allá porque iban a hacer una colecta y querían que todos los colegios estuvieran interconectados. Supo ser buena líder y darle importancia a la palabra".
Ramiro Albino (47), egresado del CUC: "Tuve a Lilian Montes de preceptora y de profesora de Lengua y Cultura Griega. Su manera de trabajo me resultó difícil al principio porque yo tenía la esperanza -ridícula, inocente y juvenil- de que aprendiéramos en un año toda la cultura y lengua griega. Ella lo que hizo fue plantear un tema único (el Minotauro) durante el año y ver diferentes aproximaciones al tema, desde la historia a temas contemporáneos, la música y la producción de textos. Por ver estas cosas nos perdimos de ver otras montones de cosas, pero entendí con el tiempo que su método era muy bueno porque me permitió hacer una gran exégesis. Uso, a veces, un método parecido con mis alumnos y tengo la misma respuesta que debe haber tenido Lilian conmigo hace tantos años. Siempre le quedé agradecido por ese método".