Buen día señor (…) ¿usted me pregunta por la casa de Lila? (…) ¡Pero claro! ¡Cómo no la voy a conocer! Haga dos cuadras y doble a la derecha, a mitad de cuadra, vive Lila.
El hombre nos responde y continúa su camino montado en una bicicleta.
Así es ella, Lila Levinson, la conoce todo el mundo, todo el mundo la aprecia y todo el mundo en Mendoza la considera parte de nuestro patrimonio artístico-cultural. “Mi abuelo vino de Rusia y compró una finca en San Carlos en 1913 -decribe ante el grabador-, llegaron junto a mi abuela Rebeca Schwartz, llegaron en el mismo barco, eran parientes lejanos y al llegar se casaron. Mi abuelo era de Vetsaravia, que originalmente era una zona perteneciente a Rumania, pero luego de la Guerra de Crimea, pasó a formar parte de Rusia. No era un hombre muy demostrativo, pero sí muy tierno.
Recuerdo que amasaba el pan y hacia escabeches en barriles, de pepinos, tomates y sandias con ajo y salmuera. En cuanto a mis abuelos maternos eran Manuel Álvarez y Consuelo Sabater. Ella era de Santander. Allí trabajó en una fábrica de cigarrillo, que cuando visité Santander aún estaba el edificio sostenido por enormes palos para que no se derrumbara. Así cuidan los europeos su patrimonio”.
-Tenés ascendencia judía y católica...
-Sí. Cuando mis padres decidieron casarse, ambas familias se escandalizaron, pues por un lado eran judíos y por el otro católico. Ellos tomaron un micro y en escondidas se fueron al Registro Civil y se casaron.
Luego con mi nacimiento, pues soy la primogénita, ambas familias se unieron para siempre. Nací en calle Pedro Molina, cerca del Teatro Recreo, le decían El Barrio “La Puñalada”. Armando Tejada Gómez era amigo de mi hermano Quito y mío, aunque mucho mayor. Después mi padre construyó nuestra casa en Godoy Cruz, en calle Almirante Brown al 750, frente al teatro de Gladys Ravalle. Allí nos mudamos.
-Contanos un poco como fue tu infancia...
-Mi papá, que se llamaba Noé Levinson tenía una barraca donde se comercializaban frutos del país, vendía al por mayor. Recuerdo que la miel venía en barriles, además nueces, pasas, “orejones”, esas cosas. Mi abuelo tenía finca en San Carlos, la propiedad era muy grande, con todo tipo de animales. En verano nos encantaba ir.
Allá mi abuelo y mi tío Mauricio, nos preparaban los caballos, nosotros con los chicos de otras fincas galopábamos, nos metíamos en el arroyo, llegábamos hasta la Villa desde Eugenio Busto en sulky o a caballo. Fue una etapa muy, muy feliz. Recuerdo que mi mamá me llevó a lo que es la actual Radio Nihuil y yo recitaba poesías sanmartinianas de Bufano y Capdevilla. Tuvimos una educación maravillosa. Por la enseñanza, no tengo errores de ortografía.
-Y cómo eras de adolescente ¿fuiste una chica rebelde?
-Mi escuela secundaria fue el Liceo de Señoritas, que en aquel tiempo era de alto nivel. Estaban las chicas Norton, Fanny Vázquez de Novoa, había una chica alemana: Helga Krueger, Marta Bisutti, Lali Guevara, Miriam García, Pocha Salvo y muchas más. Tengo un hermoso recuerdo de todas ellas, éramos muy amigas. Con algunas nos reunimos de vez en cuando.
-¿En esa época comenzaste a escribir?
-Me gustaba escribir, pero no pensaba en publicar; vivía leyendo, en mi casa me encerraba en la despensa a leer.
-¿A quién leías, cuáles eran tus autores preferidos?
-Leía a Zola, Dumas, A.J. Cronin, Hemingway, Thomas Mann, recuerdo que a algunos de ellos mis padres no me permitían leerlos por mi edad, pero yo me las arreglaba y los leía en escondidas (risas). Mamá nos inculcó siempre leer y escuchar música clásica, hábitos que hasta hoy no he abandonado.
-¿Te gustaba bailar?¿ ¿Qué música bailaban? ¿Y el primer amor?
-A los quince años tuve mi primer novio, recuerdo que íbamos al cine Plaza de Godoy Cruz, y luego de la matinée nos juntábamos en casa y hacíamos el famoso “asalto”, y allí bailábamos. Me gustaba el jazz, y el mambo, Pérez Prado, y lógicamente después el rock and roll, Bill Halley y Elvis. Uno de mis amigos, Lucho Becerra, que fue campeón de esgrima, me enseñó a bailar el tango. A los diecisiete Ingresé en la carrera de Filosofía y Letras. Siempre fui una precursora, usaba minifaldas, y fui también la primera en usar botas arriba de las rodillas, recuerdo unas botas blancas maravillosas, todo el mundo las elogiaba. Sí, reconozco haber sido una rebelde. ¡No he sido una persona fácil, para nada! (risas).
Nos relata su primera experiencia laboral en televisión, dejándose llevar por los recuerdos, se advierte la alegría en su rostro al evocar aquellos tiempos y hasta un dejo de complicidad cuando confiesa que gracias a su bella figura y una mentira sin maldad inició sus primeros pasos en esta actividad que la acompañaría hasta hoy. “Empecé haciendo propagandas de electrodomésticos, combinados, heladeras, lavarropas, ropas de todo. Recuerdo algunas firmas: Cincotta, La Mimosa Niños, Casa Arteta, la Reina, Bertetto y Virdó, Joyería Koning, farmacias y tantos y tantos negocios de Mendoza”.
-¿Qué buscabas en los medios?
-A mí me interesaba la cabina de locutores: Previo a eso, la Gerencia me dijo que hablara con un tal señor Juan Carlos Miró, quien cuando me lo presentaron me dijo “¿Qué querés hacer piba?”, entonces le contesté que quería ser locutora. Junto a Juan Carlos Morales y Mónica Mores que trabajan en la cabina de locutores, me dejaban pasar las promociones, la apertura y el cierre.
Inauguré junto a otros locutores el primer camión de exteriores que se hizo desde casa “Reig” en calle Pedro Molina para un día de la madre. Tuve de compañeros a Mónica Mores, Santos Humberto Giunta, Juan Carlos Morales, Carlos Miró, Rosita Romero, Pepe Dafunchio, Dino Palluca, Jorge Torres y otros. Éramos los conductores naturales de todo evento importante que se hacía en la provincia. En el 80 recibí una beca de Televisa en Houston a través de Marcelo Marini que es actualmente jefe de la CNN en español en Houston. Me ofrecieron irme, pero no pude aceptar por que iba a extrañar mucho el terruño.
-Ya eras muy popular aquí.
-En dos encuestas que se habían hecho en Mendoza yo había salido como la locutora más popular, por eso tuve el gusto de ser invitada a uno de los almuerzos de Mirtha Legrand. Recuerdo que compartí la mesa con Niní Marshall, Iris Saccheri, que era bailarina oriental y una dirigente gremial del ramo textil. En esa época estaba haciendo teatro en “La Montaña” y la idea era aprovechar la oportunidad para promocionar la obra. Asistimos todas de largo al almuerzo.
La casa “Etam” me vistió para la ocasión. Mirtha bajó con un vestido de gasa turquesa, plisado sin breteles, con raya al medio y el cabello sujeto con un moño, bellísima. Durante el almuerzo confieso haberme sentido algo inhibida.
Existía la costumbre que al final del almuerzo compartíamos con Mirtha un café en su camarín en una charla más íntima. Allí estaba Nélida Lobato, toda vestida de blanco, de una belleza y una personalidad impactantes realmente. ¿Mirtha? Una verdadera profesional y una intuitiva. Fue amable y cortés nada más. También por aquellos tiempos vino Ringo Bonavena a Mendoza, yo tuve que hacer los comerciales desde arriba del ring, mi esposo, Ignacio Agrain, que era camarógrafo hizo guantes con él (en broma por supuesto). Era un chico muy simpático, bonachón, un personaje pintoresco.
Los disparos de Olmedo
“Orlando Marconi, que había estado en Mendoza, me invita a su programa a Buenos Aire. También fuimos con mi esposo invitados al programa de Alberto Olmedo. ‘El botón’ creo que se llamaba, el caso es que estuvimos en el programa y cuando finalizó nuestra visita, Olmedo, que hacía el famoso personaje “Rucucu” nos persiguió por los pasillos tirando tiros de salva con un revólver y nos gritaba “¡mendocinos borrachos!”. Nos divertimos muchísimo, una gran persona Olmedo.
-¿Una vez entrevistaste a Pinki?
-Con ella tengo una anécdota acerca de un vestido. Resulta que vino a Mendoza, y a mí me tocaba entrevistarla. Justo dio la casualidad que teníamos exactamente el mismo vestido, el mismo peinado y los mismos aros, entonces ella, en un gesto de grandeza, se dejó el tapado puesto, y salimos en la foto con el mismo peinado, los mismos aros, pero ella de tapado y yo con vestido…
Y un día, Daniel Tinayre le ofreció trabajo...
“En el 69 se hizo un Festival de Cine en Mendoza y conduje todas las jornadas. En el canal las entrevistas, en el teatro la presentación de las películas, y en el casino animaba el show. Hubo un desfile, animé con ropa hecha por Paco Jamandreu (el que le hacía la ropa a Eva Perón) y peinada por Miguel Romano. Asistieron al festival: Luis Sandrini, Alba Solís, Malvina Pastorino, Juan Carlos Thorry, Helena Lucena, Mirtha Legrand, y además Daniel Tinayre, que me quiso llevar a trabajar a Buenos Aires. Eso fue muy comentado, no acepté porque prioricé la relación en Mendoza con mi familia.
-Con tanta experiencia, ¿te solías poner nerviosa cada vez que enfrentabas una cámara o un micrófono?
-Una sola vez me temblaron las rodillas. Fue en 1992. Entonces regresé al escenario de Vendimia convocada por Gastón Alfaro. Estuvimos con Raúl Marín, compañero de ese momento, Coco Gras y Fito Suden. Cuando me anunció Marín, el público me ovacionó un buen rato de pie. Para mí fue un momento sublime.
-¿Cómo ha sido tu relación con los distintos gobiernos que han ido pasando a lo largo de tu carrera?
-Los gobernadores siempre han respetado mi profesionalidad y carisma con el público: Me llamaban para animar vendimias y actos oficiales. Recuerdo a todos, en especial a Don Pancho Gabrielli, todo un caballero formal, muy fino, un hombre de gran cultura.
-En dos palabras te pido algunos conceptos: ¿qué periodista te gusta actualmente en televisión?
-Daniela Galván, Ornella Ferrara.
-¿Quien fue tu referente en tu profesión?
-Ninguno, sola aprendí, me ayudó el cariño y la admiración del público para ser responsable y capacitarme cada vez más.
-¿A quien admirás en la labor en televisión?
-Pinki, Susana Gimenez (por su carisma), Monica Cahen D’anvers, Mónica Gutierrez como periodistas.
-¿Que opinás de Tinelli?
-Me parece terrible que sea el modelo de muchos un programa que culturalmente tiene relevancia gracias a la parte erótica mal interpretada, el erotismo cuando está bien hecho vale la pena, así no.
-¿Qué criticas harías a las producciones locales?
-Lo peor que le puede pasar a las producciones locales es imitar a programas de Buenos Aires, los mendocinos somos conservadores y no estamos para imitar mal, sino para ser auténticos.
-¿Qué consejo le darías a alguien que se quiere iniciar como locutora o conductora?
-Principalmente cuidar la imagen, las mujeres la mirarán, será un modelo. La sencillez no cuadra. El lenguaje debe ser culto, que tenga en cuenta que la están observando chicos. Ser natural. Tu personalidad la capta el público, la TV tiene un hilo conductor que tiene hechizo, la gente advierte nuestra verdadera personalidad. A mí siempre me dejaron hacer lo que yo quería, confiaron en mi intuición y carisma.
-¿Qué aprendiste sobre todo?
-A respetar al público, todo se lo debo a él.
-¿Si no hubieras sido conductora que hubieses sido?
-Profesora de Historia o de letras, o médica.
-¿Cuán importante es la belleza en la vida?
-La belleza no es superficial, una persona aparentemente no puede ser bella, pero por dentro puede serlo y eso se refleja en el rostro, entonces es bella.