En el mundo occidental, las barreras invisibles pero insidiosas que suelen mantener a las mujeres lejos del liderazgo, de actividades de team building y de las posiciones que incluyen la participación protagónica en procesos de negociación, configuran una no siempre sutil discriminación contra ellas.
Esta situación es generalmente denominada “techo de cristal”.
Pero en China, algunas aspirantes a empresarias se quejan de que no pueden ni siquiera acercarse al techo de cristal porque sus pies permanecen firmemente arraigados en un “suelo pegajoso” que les impide progresar.
En un artículo del New York Times, Didi Kirsten Tatlow y Michael Forsythe escriben que las mujeres chinas han ido perdiendo más que ganando terreno en la fuerza de trabajo en relación con los hombres.
Aunque las mujeres representan 44,7% de los trabajadores de China, sólo 25,1% de ellas tienen puestos de responsabilidad de acuerdo con el censo chino de 2010.
Tatlow y Forsythe aseguran que menos de 1 de cada 10 miembros de las juntas directivas de las principales 300 empresas de ese país son mujeres, y que las mismas están escasamente representadas en las empresas de propiedad estatal.
En comparación, en los Estados Unidos las mujeres constituyen 19,2% de las tablas del S&P 500 y ocupan alrededor de 18% de los asientos en los directorios de las 610 empresas más grandes de Europa.
Nada rimbombante para las féminas, sin duda, pero mejor que en el celeste imperio.
“Hay un techo de cristal aquí también, pero la mayoría de las mujeres ni siquiera pueden desprenderse del ‘suelo pegajoso’”, le dijo al Times el feminista chino Feng Yuan, quien agregó que en el mundo de los negocios chinos la formación de equipos a menudo excluye a las mujeres.
A pesar de que el auge económico de China ha abierto las puertas para las mujeres, se ha “fomentado también un resurgimiento de los valores tradicionales largamente reprimidos”, asegura el periódico estadounidense. Las mujeres, según se informa, se enfrentan a crecientes presiones culturales y sociales para casarse jóvenes y quedarse en casa para cuidar de sus familias.
La organización femenina oficial del Partido Comunista, la Federación de Mujeres de China, se centra más en la promoción de los valores tradicionales y la realización de la política de planificación familiar de la nación que en la defensa de las mujeres chinas en el mercado laboral.
Desde el punto de vista de los procesos de negociación, las mujeres en Occidente suelen a menudo chocar contra arraigadas culturas organizacionales por atreverse a pedir más por sí mismas en las negociaciones salariales.
Los profesores Hannah Riley Bowles, Linda Babcock y Lei Lai encontraron en su investigación sobre el tema que las mujeres en China parecen ser mucho menos propensas a tener la oportunidad de negociar un trabajo. Esto se debe en parte a que si bien las leyes laborales chinas prohíben la discriminación de género, las mismas son vagas y es casi imposible hacerlas cumplir.
Además, es común que los anuncios de empleo soliciten expresamente varones con el fin de desalentar abiertamente a las mujeres.
Negociación: el papel de las mujeres chinas
La situación de las mujeres empresarias chinas señala la importancia de la negociación en el mundo de los negocios. En él, los negociadores tienen tendencia -en muchas ocasiones- a pasar por alto los intereses de las partes que no están presentes en la mesa.
Cuando grandes sectores de la sociedad están excluidos de los procesos de negociación, los resultados pueden tener consecuencias potencialmente devastadoras.
Al mismo tiempo, y teniendo en cuenta el valor que las mujeres pueden agregar al equipo de negociación, esta actitud es miope y contraproducente.
Para poner un ejemplo surgido de la investigación, las mujeres suelen tomar decisiones menos arriesgadas que los hombres en situaciones bajo presión y estrés.
La escasa presencia de las mujeres en la alta dirección en China también plantea interrogantes para los negociadores de este lado del mundo que están tratando de superar las diferencias culturales en los negocios.
Pero las organizaciones occidentales, demasiado a menudo signadas por actitudes machistas, deberían tratar de predicar con el ejemplo, asegurando que sus juntas directivas y sus equipos negociadores estén bien constituidos incluyendo mujeres, dado que la situación descripta para las damas orientales se repite a lo largo y ancho del mundo.
Quizás la aplicación del llamado “efecto Sandberg” (por la Chief Operating Officer de Facebook) y la lectura de su libro Lean In: Women, Work and the Will to lead, constituiría una buena medida para corregir estas falencias.