Y se leyó la sentencia nomás. Este Godoy Cruz está para algo más que para ponerse el mero traje de candidato. Está para camp…
Para que la frase luzca completa será cuestión de tiempo. El concepto no es exagerado. Lo marca su juego convincente y atildado, su pragmatismo y carácter para resolver situaciones complicadas y, fundamentalmente, lo expresa su juego.
En la noche de Liniers, tocó cielo con las manos. Jugó 25 minutos de muy alto vuelo y dio vuelta una historia que había comenzado adversa. Fue una demostración de carácter, de convicción y eficacia pero sobre todo un mensaje muy fuerte para la intimidad del grupo y para el entorno que lo rodeó.
Es que este equipo de Sebastián Méndez le demuestra al fútbol argentino que en el interior del país hay un elenco que se afianza cada vez más con el correr de las fechas y que hace ilusionar a una provincia.
La noche en Liniers había comenzado con Vélez como protagonista. Pese al mal de ausencias (Toledo, Pavone, Alvarenga, Nasutti), el equipo de Bassedas se hizo cargo de la obligación que significaba recibir a uno de los líderes de la zona 1.
Entonces, con un Coco Correa enchufado y un paraguayo Cáceres en la misma sintonía, manejó la pelota con criterio y verticalidad por las bandas. Después de un remate defectuoso de Abecasis, Vélez tuvo la primera situación: gran acción de Correa por izquierda, centro pasado y por el otro lado apareció solito Blas Cáceres, quien enganchó ante Ceballos y su zurdazo fue tapado por Rey.
Paulatinamente, el Tomba comenzó a mostrar parte de su repertorio. Los mejores pasajes fueron cuando Zuqui hizo la diagonal de la derecha al centro e intentó asociarse con Morro García y Ayoví. La presión alta de Godoy Cruz no era la de otros partidos. Esperaba en su campo y Vélez maniobraban en la mitad.
Así y todo, el Tomba tuvo sus chances a través de la pelota parada. Aguerre se lució para sacarle un tiro libre a Pol Fernández del ángulo izquierdo y un cabezazo de Danilo Ortiz se fue apenas arriba del travesaño. Justo cuando el Expreso parecía mejor acomodado, Viera y Abecasis durmieron y el pibe Romero le rompió el arco a Rey.
De ahí hasta el final del primer tiempo, el Tomba sintió el impacto y se mostró sin reacción. Pero en el complemento, la historia fue totalmente distinta. Y el cambio rotundo fue la posición de Facundo Silva.
El Monito abandonó la banda y lastimó con sus diagonales. Así llegó el empate de Ayoví (tras un teledirigido del 32), el 2-1 de Morro, el tercero de Correa y el cuarto de Ayoví. Un culto a la efectividad de los grandes equipos, esos que marcan la diferencia.
El Tomba sigue funcionando en 4G: gana, gusta, golea y goza. El final de esta historia depende exclusivamente de sí mismo.