El sol del mediodía pega fuerte sobre la tierra árida. Luciana Rossi (16), alumna de cuarto año del LAE busca el milagro: el agua que arroja sobre unos incipientes brotes de plantas aromáticas que sembró con sus compañeros hará posible el anhelo de quienes forman parte de esta institución y por lo que tanto vienen trabajando: el Circuito Ecológico Productivo que hoy quedará inaugurado.
Está empapada, tiene una mancha de barro tiñiéndose la piel del hombro y seguramente también calor, pero no parece importarle; disfruta de su trabajo. La iniciativa es parte de la materia Proyecto de Investigación, pero asegura que si fuera extracurricular lo haría igual. “Antes no me llamaba la atención, pero luego de entrar al colegio me interesó el tema de la huerta orgánica”, confiesa.
Hoy el Liceo Agrícola y Enológico, secundario de la UNCuyo, tendrá uno de los actos institucionales más importantes del año: conmemorará por el 11 de setiembre el 125º aniversario del fallecimiento de Domingo Faustino Sarmiento quien fuera su fundador en el año 1870.
Luego, el 28 de setiembre de 1940 una resolución del rectorado de la casa de estudios resolvió que la hasta entonces llamada Escuela de Agricultura y Enología se transformara en liceo y llevara el nombre del prócer.
Busca reposicionarse con el perfil original y lo hará a lo grande a partir de la presentación oficial y en sociedad del Circuito del cual directivos, docentes y alumnos se muestran orgullosos.
La institución dejó una impronta en cada uno de los estudiantes que por allí pasaron que recibieron una formación de alto nivel además de valores humanos fundamentales. Este reconocimiento vale hasta hoy y es lo que destacan sus actuales alumnos.
“Creo que es importante cómo te prepara para la universidad; chicos de otros colegios dicen que se nota mucho el salto, pero no en aquellos que egresan de acá”, comenta Valentín González quien también está abocado al cuidado del cantero de su curso en el que han sembrado anís, orégano y comino. Fernando Osinaga también lo eligió por eso: “Pienso estudiar Ingeniería Agronómica y esto me va a dar una base”.
La intención del proyecto educativo diseñado por Sarmiento era potenciar la expansión económico-social e industrial de la República. A partir de esto, surge la necesidad de crear carreras destinadas a la formación de técnicos agrícolas que lo hagan posible.
La ley de Educación Federal en cierto modo había borrado de un plumazo la idea original de su fundación, ya que lo transformó en un polimodal con orientación en producción de bienes y ciencias naturales, y dejó por unos años en el recuerdo el título que otorgaba como bachiller, agrotécnico y enólogo.
Finalmente, gracias a la ley de Educación Nacional, a fines de 2011 logró el aval para retomar la formación técnica y otorgar el título de “Técnico en Tecnología de los alimentos”, declarado de interés provincial por el gobernador Francisco Pérez. La primera cohorte ingresó en 2011 y egresará en 2016.
El vicedirector, Francisco Martínez, explicó que se ha pedido la homologación de este título a nivel nacional y en una segunda instancia en el Mercosur ya que se ha diagramado de acuerdo a sus normas.
La idea del circuito es potenciar ciertos cultivos con amplia demanda actual para los cuales la provincia tiene un clima propicio, pero que, sin embargo, son poco explotados, como el pistacho.
El largo deambular
Hay ciertas costumbres que hacen a su esencia como el trabajo en el campo Capacú, el que fuera su única propiedad en los comienzos; no tenían aulas ni laboratorio. Aquellos años fueron difíciles ya que hubo que peregrinar mucho -literalmente hablando- para tener el edificio propio que inauguraron recién el 3 de agosto de 1989 sobre la avenida San Francisco de Asís, en el entorno del Parque.
Comenzó a funcionar en la Quinta Agronómica, pero debió trasladarse en muchas oportunidades para refugiarse en algún espacio que otras instituciones cedieron.
La profesora Estela Bustos ha dedicado 30 años a la docencia en esas aulas, pero además fue alumna. “Cuando empecé a trabajar teníamos que hacer las prácticas de Enología en la escuela Pouget que nos prestaba el laboratorio los sábados por la tarde”, recuerda.
Así, funcionó un tiempo en una casa alquilada en la calle Emilio Civit, en el Colegio Universitario Central, en la Facultad de Filosofía y Letras y en la Facultad de Ciencias Económicas donde las clases se dictaban en el tercer piso -con muy poco espacio- y los laboratorios en el cuarto.
“Un año el colegio terminó desmembrado, con cursos que se ubicaban en diferentes lugares”, acotó el director Mario Fráncica.
Finalmente, con el colegio aún sin terminar, se mudaron el 3 de octubre de 1989.
La profesora contó que el grupo de egresados promoción 1972 reunió el dinero para pagar una máquina que trajo un busto de Sarmiento de granito macizo que estaba abandonado en el campo y que fue colocado en el nuevo edificio. “Fue un día de fiesta, muy impactante, todos aplaudíamos”, recordó.
Una de las costumbres con las cuales lidiaban los directivos era de los alumnos del último año que casi al término apelaban a cualquier artilugio para evitar el dictado de clases. Era un clásico que irrumpieran en los cursos, ensuciaran a los alumnos o los arrastraran a un pozo de barro... otra fiesta.
Pero las consecuencias quedaban en el piso y las paredes, por lo cual llegó un momento en que se los sancionaba obligándolos a limpiar. Fráncica explicó que con el polimodal esto se fue perdiendo y ahora tratan de organizar un evento tipo camping y una comida.
Uno de los muchos tesoros que guarda este emblemático colegio se encuentra en un fornido libro de visitas. Fue inaugurado con la memorable firma de José Ortega y Gasset el 26 de octubre de 1916, también estampó su huella Alfredo Bufano y el médico Luis Leloir en agosto de 1983.
Entre sus egresados se cuentan reconocidos enólogos como José Zuccardi y sus hijos, Walter Brescia y Rodrigo Arcos, quien trabaja para Chandon.
Con los años, la presencia del colegio ha ido cambiando la fisonomía del lugar y esto se verá concretado especialmente a partir de este proyecto ecológico del cual podrán participar los alumnos y sus padres; pero también toda la comunidad que podrá visitarlo, aprender, cosechar y comprar productos orgánicos.