De acuerdo a los registros de la Dirección General de Escuelas (DGE), durante el primer semestre de 2016 la cantidad de docentes que se encontraban con licencia por diferentes patologías bajó 32% en comparación con el mismo período del año pasado. Esto equivale a decir que este año hubo 15 mil educadores más en las aulas.
Sin embargo, ahora un nuevo desafío se plantea en este sentido para el gobierno educativo debido a las dilaciones existentes al momento de otorgar las altas médicas a los docentes que ya completaron su tratamiento y están aptos para regresar a su trabajo.
Las quejas son recurrentes, ya que al extenderse los plazos de las licencias -aún estando sanos- los maestros y profesores afectados pierden el cobro del ítem Aula, un beneficio que equivale a unos 3 mil pesos dentro del sueldo.
Pero además, aseguran desde el sector docente, quienes se encuentran cumpliendo suplencias corren serios riesgos de perder las horas logradas e incluso después de un año de no trabajar dejan de percibir sus haberes.
A la cabeza de las causas que llevan a los educadores a alejarse momentáneamente de su tarea está la disfonía, una patología considerada dentro del grupo de enfermedades profesionales y que requiere de un abordaje fonoaudiológico acompañado de reposo de voz.
En el Sindicato Unido de Trabajadores de la Educación (SUTE) aseguran que las denuncias recibidas desde todos los departamentos de la provincia, como consecuencia de las trabas impuestas por el sistema de licencias, rondan las 60 cada mes.
En ese sentido, la secretaria gremial, Liliana Cháves, destacó que cada vez que los docentes presentan una patología se ven sujetos a un “peregrinar”, tanto para recibir el abordaje médico adecuado como a la hora de obtener el certificado que avale su mejoría.
De hecho, ahora los turnos más inmediatos para asistir a la auditoría de Salud Laboral y obtener así el aval oficial para volver a la escuela, están siendo dados recién para setiembre.
Cháves asegura que los plazos se extienden en algunos casos hasta 2 años, en medio de trámites burocráticos y demoras en las oficinas administrativas que tienen la responsabilidad de otorgar las licencias y entregar las altas definitivas.
Largo proceso
En este proceso intervienen tres “patas” clave: la Aseguradora de Riesgos del Trabajo (ART) Provincia -la misma para todo el personal dependiente del Estado provincial-, Salud Laboral de la DGE (a través de OSEP) y la empresa Schweizer, firma contratada por el Gobierno para corroborar las patologías en el domicilio de los docentes.
“El sistema está colapsado. En Salud Laboral los plazos son eternos y carecen de profesionales suficientes para agilizar los abordajes. Si no les dan el alta a tiempo, los docentes deben seguir con licencias y de este modo se elevan las estadísticas de ausentismo cuando en realidad el docente quiere estar en su trabajo”, destacó Amalia Abucet, prosecretaria de Salud Laboral y Ambiente del Trabajo del SUTE, quien recalcó que esta problemática ha sido denunciada en reiteradas oportunidades por el sindicato.
Desde el gobierno escolar reconocen las demoras y confirman que se están entregando turnos diferidos. Pero aseguran que están planificando cambios para destrabar la emisión de las altas médicas. Silvina Nahman, coordinadora del área de Salud Laboral de la DGE, explicó que hace 15 días se iniciaron las tareas para obtener un diagnóstico de la situación y agilizar el sistema.
“Es un hecho que nos preocupa porque tenemos personas que están en condiciones de trabajar sin poder hacerlo”, reconoció la funcionaria y detalló que en Salud Laboral -cuyas oficinas están ubicadas en calle San Juan 490 de Ciudad- prestan servicios tres profesionales, de los cuales dos se encuentran de licencia por vacaciones y el otro trabaja 8 horas diarias.
Según Nahman, en la actualidad solo hay unos 35 docentes que esperan su certificado oficial de aptitud. Con la reestructuración que desean lograr desde la DGE al sumar una oficina específica para el Departamento de Fonoaudiología, buscarán que las demoras para tramitar las altas no excedan las 48 horas.
Tratamientos dilatados
Abucet, del SUTE, aclaró que muchas veces los tiempos de las licencias se extienden debido a que, por lo general, el tratamiento consiste en sesiones fonoaudiológicas que se concretan a un ritmo de una por semana. Esto genera que los plazos se dilaten aún más para los docentes con cuadros de disfonía más severa y que deben realizar más de 30 sesiones.
Al combo de inconvenientes se suma la falta de consultorios disponibles en todos los departamentos de la provincia para que los educadores puedan curarse de manera más efectiva.
“Hay docentes que deben viajar en colectivo muchas horas desde los departamentos más alejados para realizar los tratamientos. A una persona enferma eso la perjudica mucho, y más con estos fríos”, advirtió la representante gremial, quien reiteró el reclamo del sector al decir que “esta ineficiencia del sistema va en contra de la salud, el salario y la honestidad de los docentes”.
Roxana Fioretti (46). Lleva 19 años como maestra: "No puedo estar un año más de licencia"
"Estoy de licencia desde octubre de 2015. Me realizaron la evaluación en Salud Laboral y allí determinaron que no estaba apta para trabajar en la escuela por mi problema en las cuerdas vocales. Entonces me derivaron con un otorrinolaringólogo. Todavía estoy en tratamiento de foniatría porque tengo que cumplir una sesión por semana. Donde hago el tratamiento no siempre está la fonoaudióloga y cuando puedo hacer la sesión, son 20 minutos por reloj. Ahora recién terminé con las 8 primeras sesiones y debo esperar otros dos meses más para cumplir con otras 8. En total me dieron 32 sesiones como tratamiento. El problema es que como no puedo trabajar no puedo cobrar el ítem Aula y pasado un año no cobraré mi sueldo. No puedo ni quiero estar un año más de licencia porque en mi hogar hay meses en los que soy sostén de familia.
Espero que los tiempos dejen de ser tan extensos y que nos permitan realizar los tratamientos de manera eficiente".
Claudia Somar (47). Hace 15 años que es maestra: "Llevo 2 años sin ninguna solución"
“En 2014 fui a renovar el examen psicofísico y me diagnosticaron un problema complejo en las cuerdas vocales. Ahí comencé el periplo con la ART, que no consideraba que mi cuadro fuese grave. Lo denuncié en la Superintendencia de Riesgos del Trabajo y me dijeron que debía esperar el dictamen. En diciembre de ese año este organismo determinó que mi enfermedad está dentro de las profesionales y que la ART me debía cubrir el tratamiento. En enero de 2015 me indicaron que debía hacer 10 sesiones de fonoaudiología. En febrero me dieron el alta médica cuando en realidad no había presentado mejoría. Entonces firmé el acta en disconformidad y volví a Salud Laboral. En julio de 2015 emitieron un dictamen en el que me indicaron 30 sesiones más. Y así continué un camino de idas y vueltas que todavía no puedo terminar. Ahora estoy pidiendo un cambio de funciones porque después de volver al aula el 9 de marzo de este año me volví a quedar sin voz. Llevo dos años sin ninguna solución y mi salud muy deteriorada.”