Libros de regalo: un empresario donó 4.000 textos a Junín

Raúl Vargas (59) fue editorialista. “Los guardaba en un galpón mientras hay niños que no tienen un diccionario”, cuenta el vinotecario.

Libros de regalo: un empresario donó 4.000 textos a Junín
Libros de regalo: un empresario donó 4.000 textos a Junín

El hombre atiende el teléfono desde Buenos Aires. Vive allá, en el partido de Lanús donde tiene una vinoteca y también un museo del vino. Apenas arranca la charla se sorprende por el llamado: "¿Qué tiene de particular lo que hice?".

-Bueno, no sé por allá, pero aquí en Mendoza no es común que alguien regale miles de libros a un municipio para repartirlos en las escuelas   -bromeó- como para romper ese hielo inicial de dos que no se conocen.

“Sí, tenés razón. Entiendo que suene raro que aparezca un ‘astronauta’ como yo y done un montón de libros pero, si tengo que serte sincero, para mí fue una decisión sencilla, porque no puede ser que yo tenga miles de libros guardados en un galpón mientras hay escuelas que los necesitan y niños que ni siquiera tienen un diccionario”, explica con naturalidad y ese acento porteño, que remplaza la ‘doble ele’ por ‘ye’.

El hombre al otro lado de la línea es Raúl Vargas, tiene 59 años y durante más de tres décadas manejó una editorial en Lanús que llegó a tener 300 empleados.

Dice que era una de las más grandes de la región, que le gustaba vender libros y que le dedicó a eso toda una vida: "Me levantaba a las 4 de la madrugada y a veces eran las 10 de la noche y estaba trabajando", recuerda, pero subraya que no se arrepiente y que lo que hoy tiene es gracias a esa editorial: "Pero así como me dio también me quitó cosas. Tuve un problema en el corazón y el médico me advirtió a la salida de la terapia: 'Elegí, la editorial o tu salud'. Ahí fue que empecé a largar".

Vargas nació en Buenos Aires, pero sus padres eran de Godoy Cruz: "Mi abuelo fue capitán del Tomba", asegura y cuenta que conserva una foto de aquella época de su abuelo pisando una pelota en la cancha, durante la primera mitad del siglo pasado. Sigue y dice que se vino a Mendoza en 2009, cuando su padre enfermó: "Había largado la editorial y pensaba a qué dedicarme. Ahí me decidí a fundar una revista de turismo y, de esa manera, buscando publicidad, conocí muchas bodegas".

La revista finalmente no funcionó, pero la experiencia le sirvió a Raúl para entrar al mundo de los vinos: “Al principio no sabía lo que era un corcho, pero recorrí toda la provincia y hoy conozco a cientos de bodegueros. Muchos de ellos me pagaron la publicidad con vinos y llegué a tener más de 1.500 cajas. Ahí armé una vinoteca, luego un museo y hasta me ofrecieron fincas para comprar, pero dije que no, porque no soy de ese palo y para tener viñedo hay que ser mendocino. De otro modo, te caminan como a un alambre caído”.

Vargas cuenta que fue buscando publicidad para su revista que recorrió parte de la provincia, que conoció bodegas y caminos perdidos ruta adentro: "Empecé por el Este mendocino y pasaba frente a escuelas rurales, solitas en la nada, que siempre tienen muy poco y maestros que hacen todo a pulmón para enseñar a chicos que viajan kilómetros a pie o en bicicleta. Muchos de esos pibes no tienen ni un diccionario en su casa".

Raúl hace una pausa al otro lado de la línea: "Mucho sacrificio en esas escuelas, ¿no?", y cuenta que ahí comenzó a pensar en regalar los libros que le habían quedado de su editorial: miles de ellos, enciclopedias completas y diccionarios; libros de Historia y de Geografía, de Inglés y Ciencias Naturales, todos nuevos, en cajas y almacenados en un galpón.

“Por eso digo que no fue difícil la decisión. La editorial fue una etapa de mi vida y ahora estoy en otra que tiene que ver con vinos”, explica y dice que al principio no sabía con quién hablar, que se comunicó con gente de la Provincia y que contestaron que iban a pensar el asunto: “¿Qué tenés que pensar? me decía yo asombrado, si te estoy ofreciendo regalar 4.000 libros para escuelas. Al final di con la gente de la comuna de Junín”.

-¿Conoce Junín?

-Sí, con esto de los vinos he pasado por allí, también por Rivadavia y San Martín. Está muy lindo el pueblo, con su plaza y su bulevar en la avenida. No conocía a nadie de la comuna, pero ahí nomás entendieron mi idea, nos pusimos de acuerdo y les mandé los libros en dos fletes. Me aseguraron que irán a bibliotecas populares y a escuelas y eso me deja contento. Mi viejo me enseñó algunas cosas y entre ellas a saber soltar, a regalar lo que uno no necesita.

Cargamento dividido en escuelas y bibliotecas

Gabriela Torino está a cargo de Cultura en Junín y cuenta que es la primera vez que recibe una donación semejante: “Te soy sincera, al principio no lo creía. Yo hablaba con Raúl por teléfono y pensaba: me está macaneando (sic) ¿Quién te va a donar 4.000 libros?”.

Pero el asunto venía en serio: “Estuvimos en comunicación unos dos meses. Él se encargó de todo, incluso de traer los libros desde un depósito en Buenos Aires”, explicó Torino, que es bibliotecaria: “Acá recibimos donaciones muy seguido, pero es lo habitual cinco, diez libros ese tipo de cosas. Raúl nos regaló más de 4.000 libros, todos nuevos, sin usar”.

La comuna dividió el cargamento y una parte ya fue enviada a las seis bibliotecas populares que tiene el departamento: “El resto lo vamos a repartir entre las 35 escuelas primarias del departamento, empezando por las rurales, que es el deseo de Raúl y con el que, por supuesto, estamos de acuerdo”.

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