Libros álbum, extraños ejemplares

Da gusto leerlos y exhibirlos. Los libros-objeto relucen en los estantes como pequeñas obras de arte, en más de un sentido.

Libros álbum, extraños ejemplares
Libros álbum, extraños ejemplares

En la Edad Media se llamaban "iluminaciones". Los bestiarios, por ejemplo, eran códices manuscritos ilustrados por el iluminista o miniaturista de una orden.

A esos catálogos de bestias delineadas con tintas caligráficas, pinturas doradas y azules, se les llamaba, pues, "libros iluminados". Ilustraciones pequeñas (miniaturas), iniciales, bordes ornamentales u otros detalles decorativos, servían para indicar divisiones dentro de un texto, para contar historias fantásticas, para dejar huellas visualmente memorables.

Saltando en el tiempo, la estampida editorial de los libros de artista (en los años sesenta), explotó la idea de artefacto interactivo. Imagen, tipografía y dibujo en juego, el libro-objeto fue mutando hasta lo tridimensional. Intervino el collage, el fotomontaje.

Hubo quien dobló sus páginas hasta convertirlo en escultura. Unida la plástica, la literatura y el diseño, ciertos ejemplares se hallaron cómodos tanto en una librería como en una galería de arte.

Heredero de la cultura de la imagen, el libro álbum tiene su especificidad: son abiertos, incluyen juegos textuales, despliegan el arte del silencio y tienen un lector doble: el niño y el adulto.

Otras iluminaciones

En estos días, los sellos infantiles se han puesto a la vanguardia en formatos donde dialogan la literatura y las artes visuales. Hay joyitas en la editorial "Limonero" y tesoros en "Norma". 

Limonero, por ejemplo, lleva publicados ocho libros-álbum desde 2015.

En la línea de las editoriales independientes como la local Bambalí, este año Limonero lanzó "Noel Gris" y "Mi pequeño". Si bien el sello pone mucha atención en las ilustraciones, los encargados de Limonero (Lulú Kirschenbaum y Manuel Rud) no hacen libros sin texto. La imagen y la palabra son, para ellos, un complemento en equilibrio. La ilustración también tiene que narrar.

María Luz Malamud, escritora y editorial mendocina, nos ilustra sobre el tema: "El libro álbum es un género donde el texto y las ilustraciones trabajan en conjunto para construir una historia. El lenguaje visual y verbal se entrelazan en la narración, a veces lo que uno simplifica el otro lo expande y viceversa, aunque hay casos donde la ilustración contradice al texto. El resultado es un libro que permite múltiples lecturas y ofrece una experiencia enriquecida".

¿Cuál es la diferencia con el libro ilustrado? "En estos libros, a diferencia del ilustrado, las imágenes tienen una función narrativa, cuentan algo y el rol del ilustrador es primordial.

El libro álbum es concebido como un todo, como una unidad. Escritor, ilustrador, diseñador trabajan el libro a la par. Tipografía, formato, papel, ilustraciones, guardas, acá todo completa el sentido".

Como objeto estético, estos ejemplares admiten y potencian otras formas de leer, tanto palabras como imágenes. “Por eso, en los libros álbum el escritor y el ilustrador comparten la autoría, aunque cada vez son más comunes los casos de autores integrales, que ilustran y escriben la historia”.

Malamud destaca precisamente la apertura que promueve este formato: "propone un nuevo concepto de lectura, que invita a detenerse en lo que nos cuentan las imágenes.

En estos libros, a diferencia de los libros ilustrados, donde la imagen acompaña o refuerza lo que dice el texto, las imágenes producen sentido, lo visual, lo estético tiene una importancia primordial, tanto que un libro álbum puede sobrevivir sin palabras".

En el catálogo de Bambalí está "Reír a mares", un libro también con un concepto visual que contiene poesías de María Luz Malamud e las imágenes de Nini Malamud.

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