Con muchas críticas, se dio media sanción a la reforma del Código Civil. El oficialismo impuso así las mas de 170 modificaciones realizadas al proyecto original y, en medio del debate, la UCR abandonó el recinto. A grandes rasgos el cambio implica una fusión de este código con el de tipo Comercial. Aunque la unión entre ambos es de larga data, pues poseen un origen común: la pluma de Dalmacio Vélez Sársfield.
Vélez Sársfield fue un jurista cordobés nacido el 18 de febrero de 1800, cuando Argentina no existía como tal y sólo éramos una porción de tierra americana bajo el dominio español. Tras recibirse como abogado, en su ciudad natal, se trasladó a Buenos Aires. Allí vivió en casa de un pariente y desposó a su prima. Poco después entabló amistad con Rivadavía y fue parte del Congreso que arrojó la Constitución Argentina de 1826, documento rechazado en el interior y anulado por Dorrego dado su carácter unitario (toda decisión política quedaba subordinada a los deseos bonaerenses).
Poco tiempo le llevó convertirse en uno de los abogados más importantes de la ciudad, tomando casos relevantes como la sucesión de bienes de Facundo Quiroga. En cuando a Rosas la relación entre ambos pasó por diversos períodos que lo llevaron al exilio y al regreso en varias oportunidades. Por momentos la cercanía con el dictador fue tal que se acusó a Dalmacio de instigar el fusilamiento de Camila O’Gorman y su amante. Algo que negó siempre.
Ya con Rosas lejos del poder redactó para Buenos Aires el código de comercio, contando con la ayuda del uruguayo Eduardo Acevedo. Este instrumento legal se estableció a nivel nacional en 1862 y aunque fue reformado hacia 1889, es el que nos rige actualmente siendo la ley vigente más antigua.
Teniendo en cuenta todos estos antecedentes, no es de extrañar que Mitre confiara a Vélez Sársfield la redacción del Código Civil. El viejo jurista aceptó el desafío con confianza y realizó un impecable trabajo sin colaboradores, sólo contó con la ayuda de algunos secretarios que pasaban en limpio sus borradores (entre ellos su hija Aurelia y el futuro presidente Victorino de la Plaza).
Le tomó casi cinco años completar aquella obra monumental y mientras la realizaba enviaba al Poder Ejecutivo cada adelanto, distribuyendo copias entre los legisladores, magistrados, abogados “y personas competentes, a fin de que estudiándose desde ahora váyase formando a su respecto la opinión para cuando llegue la oportunidad de ser sancionado”, como se estableció por decreto en 1865. De esta forma, año tras año se entregó parte del código para su lectura general. Citando textualmente al historiador León Rebollo Paz dicho documento se “…sancionó a libro cerrado, en pocos días.
La voluntad fuerte y realizadora de Sarmiento lo quiso así. Contra ella se estrellaron las preocupaciones de los teóricos y los escrúpulos de los timoratos, empeñados con obstinación en que se abriera debate libre sobre el contenido del trabajo.
Todavía estaríamos escuchando los discursos si se hubiese hecho así (…) El escollo que evitaba la discusión en general fue felizmente evitado por la palabra convincente y la acción decisiva de quienes comprendían la necesidad de liberarnos de la vieja e inadecuada legislación de Partidas, que España misma había abandonado ya….”.
Si bien el texto fue sancionado a “libro cerrado” (es decir sin una discusión en el Poder Legislativo) hizo falta la aprobación previa del Congreso. Incluso la oposición, encabezada entonces por Bartolomé Mitre, votó a favor.
Todas las sociedades se ven sujetas a cambios culturales, económicos y políticos que afectan su mecánica, por lo que fue necesario adaptar el código en varias oportunidades, desde su aprobación en 1871.
Sin embargo siempre se trató de modificaciones parciales como la resiente ley de matrimonio civil que, en 2010, estableció la posibilidad de contraer matrimonio a parejas del mismo sexo.
El proyecto que se debate en la actualidad es distinto, pues apunta a una reforma integral del código. Ojalá esta nueva ley se encuentre a la atura de las circunstancias y supere la actual, aunque somos conscientes que hacerle sombra a Vélez Sársfield es una tarea ardua y complicada.