Hasta hace poco más de dos décadas, no había más que viñas y acacias en esta pintoresca zona que se extiende entre el arroyo Yaucha y la calle Del Bajo en el departamento de San Carlos. Un grupo de amigos compró esos terrenos y al poco tiempo se levantaba el barrio Libertad. Los vecinos del barrio contiguo -Yaucha I y II- debieron esperar bastante más para cumplir el sueño de la casa propia. Pero desde hace cuatro años, conviven todos como si se tratase de un mismo vecindario.
Nadie sabe a ciencia cierta a qué distrito pertenecen estos complejos habitacionales. Se los disputan permanentemente la villa sancarlina y Eugenio Bustos. "Somos del distrito El Yaucha", bromea Carmen Gómez. Los habitantes sostienen que depende el impuesto o "el trámite que uno vaya a hacer" es que deben dirigirse a uno u otro lugar.
A un kilómetro
"Es que si tomamos el límite natural -el arroyo- somos de San Carlos, pero si nos remitimos al límite legal -la vieja Ruta 40 o más conocida como callejón Hondo o Del Bajo- pertenecemos a la gente de Eugenio Bustos. Igual en distancia, estamos a un kilómetro de ambos", explica Ricardo Mariano, un profesional que vive en el lugar.
Más allá de esta cuestión limítrofe sin resolver, el vecindario es pequeño y muy pintoresco. Además del arroyo que pasa a metros de sus viviendas, está rodeado por alamedas y viñedos. Sólo al sur, en el portal de acceso al barrio Libertad, se encuentra el bulevar Bernardo Quiroga, por el cual se llega al barrio tras pasar el famoso "Puente Cruzado" un punto de referencia que ningún sancarlino desconoce.
Entre ambos barrios, no suman en total noventa viviendas. En realidad, el Yaucha iba a ser inicialmente la segunda etapa del barrio Libertad. Así estaba pensado. Pero el mal manejo de los fondos y ciertos litigios legales llevaron a que la cooperativa gestora se desarmara y los vecinos quedaran a la deriva. Algunos se recluyeron en el nuevo grupo y hace cuatro años consiguieron su vivienda, ya con otro nombre para el barrio y, esta vez, a través de la Juventud Sancarlina.
"Llevo 29 años pagando este barrio, pero finalmente pude tener mi casa. Los pobres que fueron estafados y no siguieron con este nuevo proceso, se quedaron sin nada", alude Carmen.
La lucha y la angustia los hermanó en una gran familia. Pero también supieron hacerse amigos con los que se incorporaron con el tiempo. Pese a provenir de distintas épocas y lugares, en la zona se respira un clima de armonía. Los prejuicios de siempre asaltaron a muchos cuando les dijeron que las 16 casas del Yaucha II iban a ser destinadas a gente de un asentamiento del departamento que necesitaba una solución habitacional. Pero la buena convivencia evaporó todos los miedos y fomentó el respeto mutuo.
Completo y variopinto
"Es un barrio chico pero aquí encontrás todas las profesiones y servicios que necesitás, hasta te sacan radiografías a domicilio", promociona convencido Laureano Guajardo, presidente de la rescatada unión vecinal del Libertad, que retomó sus actividades en enero de este año.
Lo cierto es que el complejo tiene apenas cuatro cuadras de largo, pero allí uno puede hallar talleres mecánicos, de chapería, un almacén, taller de GNC y muchos locales más. A esto se suma la gran variedad de profesiones que ostentan los vecinos, que va desde albañiles, carpinteros, plomeros hasta asistentes sociales, policías y enfermeros.
"Venimos de distintos lugares. Acá hay un bicho de cada especie, como en el Arca de Noé", apunta el 'Colo' Raúl Salinas, quien todo lo refiere con un verso. Es que los propietarios provienen de distintos puntos del departamento, tanto zonas rurales como urbanas. "Al principio a muchos no les gustaba el lugar, lo veían algo lejos del pueblo. Pero ahora estamos súper integrados y no se siente la distancia", apunta don Guajardo.
Para Marta Núñez, del Yaucha I, el punto es ideal. "Estamos cerca de todo, pero a la vez en un lugar tranquilo y protegido", confiesa la mujer. Los negocios que no encuentran en estos complejos, los tienen a mano sobre el bulevar o en barrios cercanos y los chicos se distribuyen entre las escuelas públicas y privadas de Eugenio Bustos o de la villa sancarlina.
Solos y solas
Pero los vecinos confiesan una extraña particularidad que se da en el barrio, al menos en el Yaucha: "somos mayoritariamente solos y solas", argumentan. "Aquí encontrás viudas, solteros, separados, las que buscan novio y no encuentran...", se ríen a coro.
Lo cierto es que todos están muy conformes con el lugar que han formado para vivir. Y la postal del crecimiento que ha tenido la zona está en el almacén "de la Chari", como todos lo llaman. "Antes atendía por la ventana, ahora ya tiene un local bien puesto y con la mercadería que busqués", señaló don Guajardo.