Al escuchar hablar a personas de diferente formación, se detectan errores que, luego, se plasman también en los escritos. Días atrás, oímos decir que se iba a interrumpir el hilo de un discurso para hacer una *disgresión.
Se trata del agregado de una S en un lugar en que no corresponde: debe decirse “digresión” pues el vocablo proviene del latín digressio, lengua en que tenía el valor de “separación, desvío”.
En efecto, este significado se conserva en español pues el término se define como “efecto de romper el hilo del discurso y de hablar en él de cosas que no tengan conexión o íntimo enlace con aquello de que se está tratando”. Entonces, deberemos decir, por ejemplo: “Interrumpió su alocución para hacer una brevísima digresión sobre el origen de ese problema”.
Otra palabra que suele incluir una letra/sonido que no corresponde es “desavenencia”, que incorrectamente suele incluir una “I” en la penúltima sílaba. El término significa “falta de acuerdo”. Su opuesto, término complementario, es “avenencia” (“acuerdo, conformidad”).
Diremos, entonces: “En el matrimonio, hay a veces desavenencias irreconciliables”. Tanto “avenencia” como su contrario provienen del verbo “avenir” cuyo valor significativo es “concordar, ajustar las partes discordes; componerse o entenderse bien con alguien o algo; ajustarse, ponerse de acuerdo en materia de opiniones o pretensiones; amoldarse, hallarse a gusto, conformarse o resignarse con algo”.
Escuchamos a diario pronósticos de todo tipo: económico, financiero, político, meteorológico. Para referirse a cualquiera de ellos, el verbo más adecuado es el que señala visión anticipada, esto es, “prever”.
Si al conjugar el verbo “ver”, decimos “Se ve una enorme multitud en el estadio” o “Se ven los progresos en ese lugar”, ¿por qué, al añadir el prefijo “pre-“, creemos que es una obligación duplicar la E. Escuchamos por los medios, más de una vez por día, decir “*Se prevee una fuerte tormenta de nieve en esa zona” o “*Se preveen aumentos desmesurados para el primer trimestre del año”; lo correcto es no duplicar la E y decir, entonces, “Se prevé una fuerte tormenta de nieve en esa zona” o “Se prevén aumentos desmesurados para el primer trimestre del año”.
No debemos confundir “prever” (ver por adelantado) con “proveer” (aprovisionar): en este último caso, el infinitivo verbal duplica la E y esa duplicación sí se mantiene luego en la conjugación: “Un buen padre provee lo necesario para el hogar” y “Varios distribuidores de calzados proveen zapatos y zapatillas para los niños de esas escuelas carenciadas”.
Otras veces, en lugar de agregar un sonido, lo suprimimos; esto ocurre, por ejemplo, con los numerales ordinales “primera” y “tercera”, cuando preceden a sustantivos femeninos. Está bien decir “primer motivo” y “tercer puesto”, pero no debemos decir “primer medida” o “tercer puerta”, sino “primera medida” y “tercera puerta”.
Lo correcto será, pues, decir “La primera medida que tomará el nuevo mandatario será la actualización salarial” y “Siga por el pasillo y llegue hasta la tercera puerta”. Esa vocal final de “primera” y “tercera” no se pierde ni siquiera delante de un sustantivo femenino que comience por vocal: “primera actualización”, “tercera ocasión”.
Hay palabras que nos despiertan dudas porque las escuchamos y vemos escritas de dos formas: tal es el caso de “compartimento” que alterna con “compartimiento”. El sustantivo en cuestión significa “Cada parte de aquellas en que se ha dividido un espacio, como un edificio, un vagón de viajeros, etc.”.
La forma más recomendada es la primera, sin diptongo, pero no se desautoriza la segunda: “Ya no se concibe una estructura universitaria en compartimentos estancos” y “Tenía todo bien guardado y dispuesto en varios compartimientos”.
Algo similar se da con el sustantivo “aguafuerte”, que registra dos significados: el primero alude a una “disolución concentrada de ácido nítrico en agua” y a la “técnica de grabado en metal que utiliza esta sustancia”. La segunda se refiere a la “lámina obtenida por el grabado al aguafuerte” y la “estampa hecha con esta lámina”.
El singular es “aguafuerte”, el plural, “aguafuertes”, pues los compuestos léxicos que reúnen dos elementos en una sola palabra pluralizan solamente el segundo elemento: “bocacalle” y “bocacalles”; “caradura” y “caraduras”, “manirrota” y “manirrotas”. Por lo tanto, no escribiremos “*aguasfuertes”, sino “aguafuertes”. Así, la obra de Roberto Arlt se denomina “Aguafuertes porteñas”.
¿Qué sucede con el enclítico “nos” cuando debe sumarse a formas verbales en primera persona del plural, como “vayamos”, “apartemos” o “alegremos”? En todos estos casos, la forma resultante suprime la S perteneciente al pronombre: “vayámonos” (no “*vayámosnos”), “apartémonos” (no “*apartémosnos”) y “alegrémonos” (“*alegrémosnos”). En cambio, si el pronombre enclítico es el personal “los”, la S de la forma verbal sí se conserva: “cerrémoslos”, “entreguémoslos”, “denunciémoslos”.