Al menos 15 personas, entre ellos cinco estadounidenses y nueve civiles afganos, murieron ayer en Kabul, la capital de Afganistán, en un atentado suicida con un coche bomba, en el más grave ataque perpetrado este año en la capital afgana. Al atribuírselo, los terroristas dejaron entrever que es en respuesta a la supuesta intención de EEUU de dejar bases militares cuando retire antes de 2014 el grueso de sus tropas
Dos soldados y cuatro civiles empleados por la OTAN murieron en este ataque lanzado contra dos vehículos de la coalición en el barrio residencial de Shah Shahid, en el sudeste de Kabul. Según una fuente militar occidental, los dos soldados y los tres civiles son estadounidenses. La nacionalidad del cuarto empleado se desconoce aún.
El atentado fue reivindicado por el grupo insurgente Hezb-i-Islami, liderado por el ex primer ministro y jefe de guerrilleros afgano Gulbudin Hekmatyar.
Nueve civiles afganos, entre ellos dos niños de 6 y 10 años, también hallaron la muerte debido a esta fuerte explosión, que dejó heridas a 37 personas, en su mayoría niños que se dirigían al colegio, según las autoridades afganas.
Se trata del mayor atentado en la capital afgana desde el 9 de marzo, cuando otro ataque suicida con bicicleta bomba causó la muerte de nueve personas frente al ministerio de Defensa, coincidiendo con una visita del secretario de Defensa estadounidense, Chuck Hagel.
Un portavoz de la fuerza internacional liderada por EEUU se limitó a confirmar "que un convoy de la coalición fue blanco de una explosión" en el barrio residencial de Shah Shahid, en el sudeste de la capital. "Un coche bomba estalló cerca de dos vehículos militares extranjeros. Hay víctimas y unas 10 casas sufrieron destrozos", declaró por su parte el jefe de la policía de Kabul, Mohamad Ayub Salangi.
La explosión se escuchó en toda la ciudad. Algunos de los cuerpos quedaron tan dañados que no pueden ser identificados, indicó Sayed Kabir Amiri, jefe de los servicios hospitalarios del ministerio de Salud.
Las fuerzas afganas acordonaron la zona, a la que llegaron soldados estadounidenses.
"Cometimos este ataque, asumimos la responsabilidad", declaró por teléfono a una agencia internacional de noticias Zubair Sediqi, portavoz del grupo Hezb-i-Islami, que lucha, al igual que los talibanes, contra las fuerzas internacionales conducidas por Washington. Las relaciones de este grupo con los talibanes suelen ser conflictivas.
El pastún Hekmatyar, ex comandante afgano que luchó contra las tropas soviéticas (1979-89), efímero primer ministro en los años '90 y otrora protegido de Pakistán y de EEUU, está considerado por las potencias occidentales como uno de los más brutales jefe de guerra. Washington lo busca por "terrorismo".
Desde el comienzo de su "ofensiva de primavera", los insurgentes multiplicaron los ataques contra la fuerza internacional, que perdió a 21 efectivos, en su mayoría estadounidenses.
Tres soldados estadounidenses habían muerto el martes en otra explosión en el sur de Afganistán, en la provincia de Kandahar, bastión histórico de los talibanes, al día siguiente de la muerte de tres soldados georgianos en un atentado suicida perpetrado contra su base en la vecina provincia de Helmand, otro fuerte emplazamiento de los rebeldes en la zona sur del país.
La fuerza internacional está integrada por casi 100.000 militares desplegados en Afganistán bajo el mando de la OTAN. La mayoría de ellos serán repatriados al final de 2014, aunque algunos países, como Estados Unidos y Alemania, son partidarios de mantener una presencia militar en el país.
Más de 11 años después de la invasión de Afganistán que condujo al derrocamiento del gobierno talibán, los hoy insurgentes talibanes supeditan una eventual negociación de paz a la retirada de las tropas extranjeras.