En un mundo muy cercano al nuestro viven dos hermanes mellices: Obediencia y Obediencio. Elles, y todes les demás, creen que ambes son hijes de la hermosa y delicada Fe, y del valiente y corpulento Honor, pero la historia verdadera es otra.
Ocurrió que Amor, la dulce doncella siempre joven, amiga de ambos, los presentó, y el flechazo fue inmediato. Fe y Honor congeniaron desde un primer momento, celebraron una lujosa boda, y al poco tiempo ella quedó embarazada. Pero la malicia de la agria Envidia obró para interponerse en esta feliz unión, porque ella había deseado desposar a Fe con su propio hijo, el encorvado y tembloroso Miedo, hombre siempre oloroso y desaliñado por más que se esmerara en mejorar su presencia. Así, con estratagemas y hechizos, cuando Obediencia ya estaba creciendo en el vientre de Fe, Miedo la sometió y también la fecundó, secretamente en las sombras de la somnolencia, dejando en su matriz a Obediencio, que al cabo de la gestación nació junto con su hermana y fue tomado como hijo de Honor, aunque, por obra de Envidia, es en realidad hijo de Miedo.