“Les estudiantes” o cómo el feminismo cambia al lenguaje

La luchas por la equidad de género vienen produciendo modificaciones en palabras y expresiones. Del reemplazo de letras al de términos.

“Les estudiantes” o cómo el feminismo cambia al lenguaje
“Les estudiantes” o cómo el feminismo cambia al lenguaje

Diputades, cuerpas, sujetas, palabras nuevas que invaden el habla. Para algunos, parte de una lucha política, para otros un absurdo. ¿Quién no habló esta semana de 'les estudiantes'?

Aunque los reclamos por los derechos de las mujeres son de larga data, los últimos años han ganado terreno en instancias que antes les eran ajenas.

Hoy, la perspectiva de género atraviesa espacios, gana la calle, se instala en los colegios y está cada vez más presente en la agenda pública.

El discurso refleja nuevas mentalidades y el lenguaje es la expresión de otras formas de ver la realidad, atenuar inequidades e incluir.

Quizás lo más notorio es el cambio de ciertas letras, una apropiación de la lengua a la que se han plegado con mayor facilidad los adolescentes y jóvenes. Una joven entrevistada en el colegio Carlos Pellegrini de Buenos Aires esta semana lo hizo trascender a los medios. "Hay poques diputades que están indecises", manifestó en referencia a la ley de legalización del aborto. La chica utilizó construcciones como les estudiantes o les diputades. 

Primero se había instalado el uso de la X y de la @ cuando se trataba de una palabra con género, como compañer@s. Paulatinamente fueron dejando de usarse ante el rechazo de algunos sectores que manifestaban la dificultad de su expresión en la oralidad. Por eso, luego se convino el uso de la e, tal cual explicó Rosario Ramallo, profesora y licenciada en Letras. 

"Claramente hay un cambio en el uso cotidiano de algunos términos, principalmente al comenzar a cuestionar el uso de las palabras en masculino como representativas de todo el universo humano", señaló Romina Zapata, comunicadora social especializada en lenguaje no sexista. 

"Es un planteo político que va más allá de lo puramente gramatical, que hace referencia a que aquello que no se nombra es como que no existe o queremos invisibilizar, ni hablar del colectivo de la diversidad que no tiene cómo nombrarse", agregó.

En algún momento se apeló a la duplicación: "alumnas y alumnos" pero era una complicación. Por un lado, la permanente repetición tornaba muy engorroso el discurso y por otro, dejaba fuera a la población diversa.

"La lengua implica adaptarse a pautas sociales: no habría planteo lingüístico si antes no hubiese planteo social", subrayó Ramallo, quien no consideró mal las modificaciones.

En otro lugar se posicionó Liliana Cubo de Severino, miembro representante por Mendoza de la Academia Argentina de Letras, quien en diálogo con radio Mitre manifestó que considera innecesario el uso de la x o la e y que incluso van en contra de la economía del lenguaje.

"Es una manera de no darle un tinte machista al lenguaje, pensando que usar el masculino es machista. Sin embargo no es ese el espíritu que tiene el lenguaje. En el español el masculino siempre ha sido para todo el género humano", analizó.

“Me ayuda”

Han ocurrido otros cambios, como el reemplazo de unos términos por otros por las connotaciones que estos tienen.

El caso más reconocido sea quizás el abandono de la habitual figura de crimen pasional por femicidio. El primero se asociaba a una cuestión emocional casi incontrolable que parecía justificar el asesinato.

Otro tanto ocurre con la estructura violencia intrafamiliar que fue reemplazada por violencia de género. Esta expresión más amplia refiere a la violencia ejercida de manera unidireccional por el varón (en situación de poder) sobre la mujer. Antes implicaba que como era intrafamiliar era del ámbito privado", pero ahora se puede intervenir. Ramallo explicó que las palabras se cargan de interpretaciones negativas a partir del contexto social, político y religioso. 

Por otra parte, y menos visible aún, es dejar de utilizar palabras para preferir otras en el uso cotidiano. Esto en particular en lo que refiere a reproducción de roles de género estereotipados. Un ejemplo típico es el uso de la palabra "ayudar" para referirse a la realización de quehaceres domésticos por parte del varón. Implica que la responsabilidad recae sobre la mujer y que el varón lo hace como colaboración.

La escuela también ha cambiado sus modos: dejó de dirigirse a la mamá y pasó al "señores padres", aunque advierten que lo ideal sería dirigirse a las familias, atendiendo a que hay estructuras diversas.

Construcción cultural

El lenguaje es una construcción cultural y cambia a medida que se producen cambios sociales, destacó Valeria Hassan, investigadora del Conicet en temas de Comunicación y Género. "El primer paso fue hablar de sujetas de derechos", resaltó.

Hay que tener en cuenta que por ser el español una lengua viva, ésta tiene modificaciones permanentes de acuerdo al uso. Hassan explicó que hay dos maneras bien marcadas en que se producen modificaciones en el lenguaje. Una de ellas es desde lo que la Academia (RAE) va sugiriendo y la otra desde la sociedad, cambios que a veces escapan a la Academia.

Alejandra Ciriza, doctora en Filosofía, consideró: "El lenguaje es una arena de lucha de clases y yo diría que es de lucha política (y otras) y las personas luchamos por el sentido de las palabras".

Dijo que se están poniendo en escena temas que eran impensados para sectores conservadores y que el movimiento feminista ahora es un movimiento múltiple. Sin embargo, consideró: "El lenguaje nunca refleja la realidad, sirve para reír y para mentir; la corrección política en el lenguaje no quiere decir que sea una corrección política real".

De qué se trata

"A lo que invita el lenguaje no sexista es a pensar todas las connotaciones ideológicas que tiene un término, no es lo mismo que diga 'una madre que aborta' que una mujer gestante que aborta", explicó la comunicadora social Romina Zapata.

Esto implica pensar en armar nuevas estructuras. "No es lo mismo decir una prostituta que una mujer en situación de prostitución; el lenguaje no sexista implica poner a las personas por delante, principalmente a las mujeres y personas del  colectivo de la diversidad", agregó. En este sentido subrayó que se trata de un ejercicio cotidiano.

Lengua y poder

Si se trata de cambios en el uso del lenguaje, son los jóvenes y adolescentes los que se han inclinado más fácilmente por modificaciones algo más radicales, como el uso de la e. Les resulta más fácil romper convenciones.

"Les adolescentes han entendido muy bien qué es lo que se juega en el lenguaje, sabemos que quien controla el lenguaje controla el poder; por algo la RAE es tan celosa, si no hubiese en juego cuestiones de poder no se preocuparían tanto", sostuvo la comunicadora Romina Zapata.

Para la licenciada en Letras Rosario Ramallo no está mal que los chicos se apropien de la lengua para reflejar cambios sociales, aunque consideró: "Luego -en años- pueden cambiar de óptica y hay que ver qué pasa con esos términos, la RAE es lenta para incorporarlos". Desde su punto de vista, también se entiende por la intención de querer impresionar a determinado sector.

En adultos, si suceden, los cambios son otros. Quienes los incorporan suelen estar vinculados a militancia o a su participación en ámbitos universitarios o de investigación.

"Es más cómodo quedarse en lo conocido que incorporar algo nuevo, igualmente la sociedad en general es reacia a los cambios", dijo Ramallo. A veces sucede que algunos varones se cuidan de no usar ciertas expresiones o no comprenden qué se puede decir y qué no. Ante estos casos, Zapata recomendó que simplemente pregunten si tal o cual cosa incomoda o resulta ofensiva.

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