Leones marinos de Galápagos: los machitos son los regalones de mamá

Leones marinos de Galápagos: los machitos son los regalones de mamá

No se deje engañar por su masa colosal: los leones marinos machos son hijitos de mami.

En el primer par de años, luego de su nacimiento, los hijos de los leones marinos parecen depender más de sus madres (consumiendo más leche y quedándose más cerca de casa) que las hijas, según un estudio de leones marinos de Galápagos publicado en el número de diciembre de la revista Comportamiento Animal.

Los machos juveniles se aventuran a salir al mar ocasionalmente, pero sus contrapartes femeninas se sumergen para buscar su propia comida con mayor frecuencia.

Lo curioso es que no es que los machos juveniles no puedan sumergirse, los de un año de edad pueden hacerlo a las mismas profundidades que las hembras (10 metros, en una inmersión típica).

Tampoco es que la leche de sus madres siempre esté a mano. Las leonas marinas frecuentemente abandonan durante días a su descendencia en desarrollo para encontrar comida en el mar. Pese a todo, comparados con las hijas, por algún motivo es mucho menos probable que los críos salgan al mar y busquen su propia comida.

“Siempre veíamos a los machos (jóvenes) cerca de la colonia, navegando en piscinas rocosas, jalándole la cola a iguanas marinas, descansando, durmiendo”, dice Paolo Piedrahita, estudiante de doctorado de la Universidad de Bielefeld, en Alemania, y autor principal del estudio. “Es increíble. Podemos ver a un animal (de 40 kilogramos) simplemente descansando, esperando a su mamá”, destaca.


Las hijas salen a bucear 
Piedrahita y sus colegas siguieron los movimientos de los leones marinos en toda una isla diminuta llamada Caamaño, en el centro de las islas Galápagos.

Pegaron equipos especiales de grabación en las espaldas de 93 leones marinos jóvenes de entre 1 y 2 años. Los equipos recabaron información detallada sobre la ubicación de las animales en un espacio tridimensional y si estaban mojados (en el mar) o secos (en la tierra).

Esto permitió echar un vistazo inusitado a su comportamiento durante un período crítico de desarrollo, en momentos en que “siguen bebiendo leche pero empiezan a hacer incursiones por propia cuenta”, indica Piedrahita.

Las hembras ganaron el premio a las buceadoras más activas.

La disparidad más impactante entre géneros se vio en los de año y medio: las hembras se sumergieron a una profundidad de al menos 5 metros 52 veces por día, en promedio (más de siete veces la tasa de los machos, en la misma categoría de edad. Muchos de los machos de esa categoría ni siquiera hicieron el intento de sumergirse.

Las hembras también se aventuraron más lejos, a veces viajando más de 30 kilómetros hacia mar abierto. Comparativamente, nunca se encontró a los machos a más de 274 metros de su colonia.


¿Los hijos son más una carga? 
Toda esta actividad de buceo tampoco fue solo para practicar; los leones marinos juveniles que se sumergieron de hecho estaban cazando peces.

Los menores que pasaron más tiempo sumergiéndose tenían dietas compuestas de más pescado y menos leche (los científicos lo identificaron midiendo una huella química de la dieta, la proporción de distintos isótopos de nitrógeno, en las aletas de 23 jóvenes y sus madres).

Los científicos no probaron la dieta de todos los leones marinos del estudio. Pero dado que más inmersiones significó mayor alimentación con peces en esta muestra, se sintieron cómodos suponiendo que los hijos (debido a su relativa inactividad en lo que respecta al buceo) probablemente representan mayor carga energética para sus madres al depender más de su leche.

Esto podría arriesgar la sobrevivencia de la madre o reducir su habilidad para invertir en subsecuente descendencia, señala Piedrahita.

Este estudio aporta fuerte evidencia empírica “de que las leonas marinas invierten distinto en hijos versus hijas”, señala Nicole Thometz, bióloga de mamíferos marinos de la Universidad de California, en Santa Cruz, que no formó parte del estudio.

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