Leo Abálsamo: de sus gritos de gol en Mendoza a convertirse en personal trainer

El bonaerense, que jugó en 6 clubes locales, eligió la provincia para vivir y le contó a Los Andes cómo se adaptó a los nuevos tiempos.

Leo Abálsamo: de sus gritos de gol en Mendoza a convertirse en personal trainer
Leo Abálsamo: de sus gritos de gol en Mendoza a convertirse en personal trainer

Cuando llegás a la casa de un ex futbolista esperás encontrar trofeos, pelotas, cuadros con diferentes camisetas, por eso fue grande la sorpresa al observar una casa transformada en un gimnasio.

Mancuernas por un lado, pesas por otro, colchonetas desparramadas, fruta en abundancia y en el final, esperando a sus alumnos está Leonardo Abálsamo, ex delantero que pasó por varios clubes de la provincia y que después de largar la actividad profesional se encontró fuera de la burbuja en la que estuvo durante 20 años y tuvo que renacer.

La historia de Abálsamo no es la de los futbolistas "salvados" económicamente, ni mucho menos, sino la de un trabajador que tuvo que poner primera, arrancar y olvidarse que durante la mitad de su vida se la pasó en hoteles, colectivos, aviones y canchas.

"Cuando dejé de jugar mi mamá me dijo 'vos naciste de nuevo' y así fue. Tuve que salir afrontar la vida como podía porque los jugadores del ascenso no están salvados y hay que tener siempre un plan B para el futuro", confió a Los Andes.  


    / Ignacio Blanco
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Esa segunda opción que encontró Leonardo fue la preparación física y por eso comenzó a trabajar de personal trainer, con participación incluso en programas de TV mendocinos. "Convencí a un amigo que tenía un gimnasio para que compre unas bicicletas y dar clases de spinning. Me fui a Buenos Aires, hice un par de cursos y volví para trabajar. Un día llegó una persona y me preguntó si la podía entrenar de manera personalizada y ahí arrancó toda esta locura", contó.

Lejos de toda su familia, lo único que retiene al ex jugador de Independiente Rivadavia, Asociación Atlética Luján de Cuyo, San Martín, Gimnasia, Deportivo Maipú y Escuela Deportiva de Junín, donde lo convocó el "Bichi" Fuertes, es su hijo.


    / Ignacio Blanco
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Confirmar su retiro del fútbol le afectó más de lo que pensaba y por eso acudió a una psicóloga: "me ayudó muchísimo a superar el retiro porque no dormía, empecé a tomar pastillas hasta que lo superé. Estuve depresivo. Hoy ya no extraño tanto jugar. Decidí no jugar torneos amateurs porque yo laburo con mi cuerpo y si me lesiono, al otro día no trabajo y no puedo pagar los impuestos", confesó el bonaerense de 39 años.

Con el retiro del fútbol llegó la separación de la madre de su hijo y el comienzo de una nueva vida: "no tenía ingresos fijos y tuve que salir a poner el pecho", advirtió.

Lo que más extrañan los ex futbolistas es la intimidad del plantel, a pesar de que no te podés llevar bien con todo el mundo.


    / Ignacio Blanco
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"Cuando jugás al fútbol es muy difícil hacer amigos, quizá con una o dos personas en un plantel podés hablar abiertamente. No podés confiar mucho. El mejor plantel en el que estuve fue en Independiente Rivadavia cuando estaba el Turco García, porque siempre intentó hacernos sentir bien a todos, a pesar del mal momento económico que estábamos pasando", recordó.

La vida del jugador profesional tiene similitudes con la del boxeador, ya que ambos tienen los llamados “amigos del campeón”, pero que cuando las cosas no andan bien, desaparecen: "Los asados son algo típico del futbolista y cuando jugaba había juntadas casi todas las semanas, pero después que dejé de jugar esos conocidos, que yo creía que eran amigos, desaparecieron", lanzó Abálsamo.

El ex centrodelantero rememoró, además, una situación para nada agradable que le tocó vivir durante el profesionalismo: "Una de las experiencias más raras que tuve en el fútbol fue cuando me fui a jugar a Hong Kong. En un partido nos dimos cuenta que había cinco jugadores de nuestro equipo que estaban pagados para ir para atrás, y me volví loco".


    En 2006, Abálsamo (derecha) visitó la redacción de Los Andes junto a Sebastián Torrico, ex arquero de Godoy Cruz. / José Gutiérrez
En 2006, Abálsamo (derecha) visitó la redacción de Los Andes junto a Sebastián Torrico, ex arquero de Godoy Cruz. / José Gutiérrez

Por qué eligió Mendoza para vivir

"Acá conocí a la mamá de mi nene y mi estadía en Mendoza se dio, también, por todos los clubes en los que jugué. La provincia fue gustándome cada día más, me adapté y la verdad es que me encantó porque me siento muy cómodo. Pero vivo acá más que nada por mi hijo".

La camiseta de Palermo

“Una de las cosas más lindas que me pasó fue que Martín Palermo me regaló su camiseta, sin que se la pida. Después le llevé la mía de Deportivo Italiano y le pedí que no la tire (risas)”.


    Abálsamo grita su gol. Fue en 2005, ante la CAI, con la camiseta de San Martín. / Los Andes
Abálsamo grita su gol. Fue en 2005, ante la CAI, con la camiseta de San Martín. / Los Andes

Su amigo en el fútbol

“Ezequiel López jugó conmigo en Independiente y es el padrino de mi hijo. Llegó de la mano del Turco García, nos hicimos amigos y vivimos muchos años juntos”.

Cuenta pendiente

“Llegar a los 100 goles. Me quedé en 90, pero no me arrepiento de haber largado”.

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