"El político se jubila sólo cuando muere". La frase la pronunció Emilio Monzó este jueves, en su última actividad como presidente de la Cámara de Diputados: un encuentro con periodistas parlamentarios, en el Bajo Recinto del Palacio del Congreso.
Le preguntaban por el futuro de Elisa Carrió, pero la respuesta también tenía ver con el suyo: sin cargo, ya se proyecta como candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires en 2021, ya independiente de Mauricio Macri pero dentro de Juntos por el Cambio.
Por lo pronto, el antecesor de Sergio Massa, a quien el lunes pasado ya le cedió su despacho del primer piso del Palacio del Congreso, ultima los detalles de la creación de una consultora política con su pollo, el también diputado saliente Nicolás Massot, y con el ministro de Interior, Rogelio Frigerio, el nuevo socio de ambos.
El bichito de las elecciones le picó la semana pasada, en un acto que encabezó en la ciudad bonaerense de Florencio Varela, adonde fueron cientos de personas.
Días después dijo en entrevistas periodísticas que "Macri no tendría que haber sido candidato a presidente" este año y que piensa "exactamente lo mismo con respecto a los próximos cuatro años".
Aunque fue funcionario y armador político del proyecto presidencialista de Macri, Monzó se sintió relegado desde el minuto uno del gobierno de las decisiones de poder.
Consideró su designación como presidente de la Cámara de Diputados como un confinamiento, aunque después terminó sacándole el jugo político: hizo contactos y amistades con el oficialismo y con toda la oposición, y se fue elogiado por todos.
La última vez que Monzó y Macri dialogaron fue el 12 de noviembre, por cuestiones institucionales. La relación no es mala, pero en lo político está claro que en los próximos años irán por caminos bifurcados.
Monzó cree que Horacio Rodríguez Larreta es la estrella en ascenso de Juntos por el Cambio, y que también aparecen competitivos María Eugenia Vidal y los radicales Martín Lousteau y Alfredo Cornejo. Y en ese contexto cree que Macri debe dar un paso al costado y ser promotor de estas nuevas generaciones.
Dos años
Monzó piensa que puede postularse de nuevo —esta vez como protagonista de la campaña electoral— a diputado nacional en la elección de medio término, aunque todavía no lo tiene decidido. Su vocación es la de armador político, un rol totalmente diferente del de candidato. Mientras el armador no tiene exposición, el candidato debe ir a la televisión todo el tiempo, preparar a su familia y a su entorno afectivo para las críticas, profesionalizar ese camino y convertir el discurso dirigencial en un mensaje popular.
Todo eso está en la cabeza de Monzó, quien, sin embargo, en las próximas semanas solamente tiene previsto tomarse un descanso y poner en funcionamiento la consultora con Massot y Frigerio.
En paralelo, se dedicará a comandar a su puñado de diputados levantiscos del bloque PRO (Sebastián García de Luca, Silvia Lospennato, Juan Aicega y Gabriel Frizza), que en consonancia con otros diputados del interior mantendrán latente la posibilidad de una ruptura, si el macrismo decide cerrarse en la verticalidad al presidente saliente.