La Legión se ilusiona con un nuevo grande

Desde esta noche y la madrugada del lunes, comienzan a jugar Mayer, Mónaco y Berlocq. Los restantes cuatro argentinos debutarán el martes.

La Legión se ilusiona con un nuevo grande

Hay una aparente contradicción entre el “Happy Slam” con que se denomina al Abierto de Australia y este grupo de guerreros de todos los países que se entrena duro en las canchas auxiliares bajo un sol fulminante.

Raquetas en mano, sus caras no reflejan precisamente felicidad, sino las huellas de un esfuerzo físico muy intenso poco antes de la gran cita. Mikhail Youzhny, por ejemplo, se enoja fácil y lanza al cielo su enésimo insulto en ruso después de no acertarles a los flejes por varios centímetros, en su práctica con Pico Mónaco. El court Nº 20 del Melbourne Park es una hornalla prendida al máximo y ambos sudan en sintonía, durante el ida y vuelta frenético de la pelotita.

“Dentro de lo malo, tuvimos suerte en la Argentina con la ola de calor. En Tandil me entrené con 35 grados; estuvo terrible, pero me sirvió para la adaptación. Dicen que acá se viene muy fuerte el calor entre el lunes y el martes, con casi 40 grados. Hay que hidratarse y darlo todo”, anima el tandilense.

Mónaco está definitivamente de regreso en el gran circo, después de esa lesión en la muñeca derecha que lo tuvo a mal traer desde principios de 2013 (se perdió el ATP 500 de Acapulco) y que lo obligó a descartar los últimos torneos del año: Shanghai, Valencia y París-Bercy. Jura que ya no siente dolores y no escatima energía: se entrenó con Rafa Nadal y tenía previsto ensayar también con Andy Murray, dos de los cuatro ases del circuito.

“Está bueno porque las prácticas con ellos son de máxima intensidad, no te dan respiro, te hacen pensar pelota por pelota. Y eso para mí es clave”.

Pico, que además jugó contra Novak Djokovic en la exhibición de Kooyong, debutará ante el letón Ernests Gulbis, con sus beneficios y sus peligros: “Si se levanta bien es sumamente complicado, tiene sus días. Es increíblemente fuerte y arriesga los dos saques. No le gusta el intercambio, quiere definir rápido. Hay que tratar de desmoralizarlo por ese lado”.

Ya no se puede hablar de la Legión argentina, quedó como un término del pasado glorioso de nuestro tenis. Lo que hay es una suma de voluntades que jamás deja de luchar en cada rincón del planeta y que cuenta con Juan Martín del Potro como principal referencia.

En la cancha 23 se mueve Leonardo Mayer, y exhibe en la palma de la mano derecha un callo típico de este deporte. Esa protuberancia con piel más dura lo salvó el año pasado de una quemadura aún mayor, producto de manipular una bengala durante los festejos de bienvenida de 2013. La pasó mal hace 12 meses y le arruinó el arranque de la temporada.

Ahora aprendió: “Este año también hubo pirotecnia, pero nada que agarrara con la mano, todo en el suelo”, sonríe cómplice el Yacaré. Confiesa el correntino que cada vez que revisa el draw de los torneos lleva adelante un ritual místico, como si orejeara las cartas de truco.

Pero esta vez se asustó mientras movía el dedo índice con su Ipad y no se veía en ningún sector del cuadro. “Empecé a mirar, seguía bajando en las distintas llaves del torneo y no me encontraba, no me encontraba. Y pensé: ¡No me digas que me tocó contra Djokovic! Al final aparecí un partido antes, frente a Albert Montañés, contra quien se puede jugar. Y si paso, ahí sí me tocará Nole”.

Leo tiene una espina en este primer Grand Slam, ya que lo jugó cuatro veces desde 2010 a 2013, pero siempre perdió en la primera rueda. “Hasta junio no defiendo casi ningún punto en el circuito, por eso ganar será más importante que nunca”.

Del otro lado de la red, intercambiando sablazos surge Horacio Zeballos, que está cerca de celebrar el primer aniversario de su victoria en la final de Viña del Mar ante Nadal, nada menos.

“De aquel Zeballos que le ganó a Rafa a éste que soy hoy sigo mejorando en la parte mental, intento evolucionar y estar cada día más fino en ese aspecto, que es lo más importante para mantener el nivel y jugar este tipo de torneos. Siempre lo digo: tenística y físicamente, todos los jugadores del circuito son muy buenos; la diferencia está en la cabeza. Si mejoro en lo mental voy a andar bien”, proyecta Cebolla, que tendrá como primer rival al polaco Michal Przysiezny.

“En 2014, lo ideal sería sostener el nivel y jugar esta clase de torneos durante todo el año. Hay momentos en que uno piensa más en el ranking y te provoca una ansiedad que no está buena. Yo quiero pasarla bien y obviamente apuntar a ganar. Pero si distraigo la cabeza en el ranking, seguramente me irá mal”, concluyó el marplatense.

Charly Berlocq asomó en la cancha 21, pero prefirió eludir el calor más abrasador y practicó recién desde las 6 de la tarde con el español Albert Ramos, simulando jugar con su primer oponente en el torneo, el francés Edouard Roger-Vasselin.

“Disfruto del tenis más allá de ser hoy el Nº 2 de la Argentina, detrás de Delpo. Hace unos años dudaba de seguir en el tenis, pero de pronto todo empezó a encajar: mi experiencia, los años que llevo en el circuito, y entonces comencé a sentirme más seguro en la cancha”, cuenta el gladiador de Chascomús. Desde octubre sufrió un paréntesis en su derrotero por una fascitis plantar y permaneció dos meses sin jugar:

“Me estoy recuperando para llegar bien a este Grand Slam. No hice la pretemporada de la manera en que habría querido, pero busco encontrar mi nivel día a día, en cada práctica”, define el hombre que rubricó su festejo copero desgarrándose la remera en plena cancha.

Bendita tú eres entre todos los varones. Ella es Paula Ormaechea, la única representante femenina del grupo nacional en Australia. “Claro que me gustaría que haya más jugadoras nuestras en un Grand Slam. Por el bien del tenis argentino y para compartir con mis compatriotas este tipo de torneos, como hacen las chicas de otros países”, se ilusiona la sunchalense, que por tercer año consecutivo se hospeda en una casa de familia durante este certamen.

“Vivo con una señora viuda que se llama Rose, y que se convirtió en una fanática mía; me cocina y me sigue en todos los partidos, me trata muy bien”, sonríe Paula, que tuvo contra las cuerdas a la española Carla Suárez en el último WTA de Sidney, aunque terminó perdiendo frente a la 16ª del mundo: “Siento que puedo jugarle de igual a igual a cualquiera; de hecho estuve entrenándome acá con Venus Williams y perdí ajustadamente”.

Ilusiones nacionales que abrazan un sueño demasiado complicado, pero que están ahí, buscando hacerse un lugar. Lo bueno: luchan desde adentro, en una cita sólo para elegidos.

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