El recientemente renunciado secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, tuvo una injerencia más que relevante sobre la política económica argentina y sus resultados, a partir del año 2007 hasta la actualidad (7 años). Y vayan a saber cuantos años más tengan que pasar para recomponer todo lo que hizo en la República Argentina.
Moreno fue el más peronista de todos los que participaron de las decisiones económicas de la Era K, ya que repitió las máximas aplicadas por el general durante sus dos primeros Gobiernos entre los años 1946 y 1955. Evidentemente, este hombre estaba convencido de que las políticas económicas peronistas fracasaron por otros motivos y no porque eran insustentables. Un gran error que nos hace repetir el karma por un ciclo más.
El objetivo principal de Moreno era mantener el nivel general de precios "controlado", mientras se aplicaban políticas fiscales y monetarias que iban en una dirección diametralmente opuesta, como otrora hiciera Perón con magros resultados.
Para muestra, mencionaremos algunas de las políticas aplicadas por el General Perón en este sentido: nacionalización de los servicios públicos esenciales para el Estado; industrializar el país sin llegar al extremo del aislacionismo, a través de la sustitución de importaciones, de modo de importar sólo lo esencial; adquisición de empresas de capital inglés ligadas a los ferrocarriles con el objeto de bajar los costos de transporte y brindar un mejor servicio a los usuarios; adquisición de algunas plantas de energía en funcionamiento e instalación de otras nuevas, con la idea de proveer este insumo básico para el desarrollo del país; nacionalización del Banco Central y creación de un sistema de garantía de depósitos que sean destinados a financiar inversiones productivas de interés para el desarrollo; creación del IAPI (Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio) para concentrar la mayor parte de las operaciones de comercio internacional (exportaciones e importaciones) con el objeto de controlar la inflación de productos de primera necesidad.
Repasando cada una de las políticas mencionadas nos recuerda a la política de Moreno: congelamiento de tarifas de servicios públicos privatizados; la promoción industrial de Tierra del Fuego; la nacionalización de Repsol-YPF y de Aerolíneas Argentinas; el Fondo del Bicentenario, luego transformado en Fondo de Desendeudamiento, que permitió usar reservas para pagar cualquier tipo de de deuda del fisco; la modificación de la Carta Orgánica del BCRA; los desaguisados de la desaparecida Oncca (Oficina Nacional de Control del Comercio Agropecuario), que luego fueron manejados desde Comercio Interior sin ningún tipo de documentación jurídica respaldatoria.
También hay que recordar, no ya dentro del primer peronismo, la "intervención" del Indec para manipular el IPC (Índice de Precios al Consumido), el "cepo" cambiario, la recarga del 20% a las compras con tarjetas de crédito en el exterior, el "blanqueo" de capitales para contrarrestar la fuga de divisas.
Además de haber ideado las Declaración Jurada Anticipada de Importación (DJAI) a través de las cuales él decidía quien podía ingresar distintos productos al país, sólo para tratar de equilibrar la balanza comercial y en nombre de una débil política de sustitución de importaciones (según el relato oficial), sin tener en cuenta el perjuicio que le ocasionó a distintos comercios y empresas que limitaron su producción por falta de productos e insumos para vender y producir.
El lector podrá cuestionar que todas las políticas citadas no pueden ser atribuidas directamente al Secretario de Estado, pero nadie puede dudar que se trataba de uno de los hombres más influyentes del Gobierno y todas ellas se ejecutaron, al menos, con su anuencia. El mismo razonamiento es aplicable a los responsables máximos: Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner.
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Precios y política expansiva
En los tiempos de Perón, las causas de la suba generalizada de los precios, según el Gobierno eran: el convulsionado mundo de post guerra, los comerciantes especuladores, la dependencia de los países centrales en algunos sectores críticos (energía y transporte), entre otras. Lo cierto fue que, según datos publicados por Orlando Ferreres y Asociados, la tasa de inflación anual promedio del período 1946/55 fue del 20%, aproximadamente, con picos que superaron el 35%.
En la actualidad, las causas de la suba de precios en la economía, según el Gobierno, son las tensiones distributivas debidas al gran crecimiento económico y a la inclusión al consumo de grandes sectores postergados. Como si esto no ocurriera en otros países de la región que muestra índices de inflación que no superan el 5% anual.
Así y todo es difícil saber a ciencia cierta cuál fue la tasa de inflación desde 2007 a la fecha. No obstante, es evidente que la economía sufrió este flagelo que le hizo perder, entre otras cosas, competitividad respecto de nuestros socios comerciales. Según cálculos realizados por la Fundación Ideal, durante el período 2007/12, se acumuló una importante suba de precios internos, tanto en pesos como en dólares, tal cual puede apreciarse en el siguiente gráfico.
Aunque estos números pueden ser discutibles, debido a que este funcionario se encargó de romper el termómetro, lo cierto es que no hay sector empresarial ni sindical en nuestro país que no se queje, en mayor o menor medida, al respecto.
Por tanto, claramente, podemos afirmar que Moreno fracasó en su gestión como "controlador" de la escalada de los precios, aunque hizo todo lo posible para hacernos creer que él iba a poder nadar contra la corriente y vencer a los inescrupulosos empresarios formadores de precios. Es por esta razón, creemos, que en algunos empresarios generó simpatía, pero lo que nunca le confesó a la sociedad es que su principal enemigo eran las políticas expansivas del Gobierno del cual era parte.
Las intervenciones y sus resultados
Evidentemente, Moreno focalizó su lucha, entre otros puntos, en el monitoreo de los precios del rubro Alimentos y Bebidas. Ejemplos hay de sobra, pero basta con citar las intervenciones al mercado de carne vacuna, donde se llegó al extremo de prohibir las exportaciones para evitar que suba su precio. Con igual énfasis encaró al mercado de leche, de harina de trigo, entre otros productos representativos de la mesa de los argentinos.
Los resultados fueron pésimos. No sólo fracasó en contener el aumento de precios sino que también nos dejó: Entre 2007 y 2011 se redujo el stock ganadero en más de 10 millones de cabezas; la producción de leche fluida per cápita es igual que en el 2001, después de una "década ganada" y la superficie sembrada con trigo se redujo significativamente.
En definitiva, todos los mercados de alimentos en dónde intervino mostraron una retracción en la oferta, lo cual va en contra de lo que él intentaba lograr: contener la suba de precios.
El segundo rubro en orden de importancia del IPC es Transporte y Comunicaciones. En cuanto al tema transporte, se llevó adelante una política de subsidios con el objeto de mantener las tarifas que hoy se ha tornado en una bola de nieve para las arcas del fisco. Durante el presente año, se estima gastar fondos públicos por unos 20.000 millones de pesos para sostener las tarifas del transporte automotor, ferroviario y aerocomercial (Aerolíneas Argentinas).
Por tanto, se podría decir que la evolución de los precios en este rubro es ficticia y que esconden un potencial reacomodamiento. En el caso de las comunicaciones, la política consistió en congelar tarifas para mantener los precios, lo cual se ha mantenido hasta el momento a costa de reducir la inversión de las empresas operadoras a la mínima expresión, como se puede notar fácilmente al comparar la calidad del servicio respecto a países vecinos.
En tercer orden aparece la Vivienda (donde se mide la evolución del costo de los alquileres). En ese sentido se llevaron políticas que intentaron incrementar la oferta de viviendas a través de planes de crédito subsidiado para inquilinos, entre otros. Actualmente, se está ejecutando el Procrear, que financia la construcción y la ampliación de viviendas con fondos del sistema de jubilaciones y pensiones.
Sin embargo, los alquileres continuaron subiendo y el déficit habitacional alcanza, según nuestras estimaciones, los 3 millones de viviendas en la Argentina, ya que los datos del último Censo Nacional de Población y Vivienda son poco claros al respecto.
El Censo 2010 reveló que, desde la perspectiva del déficit según el tipo de vivienda, 500.000 hogares (4% del total) requieren una vivienda nueva porque habitan en casas que por su deterioro resultan irrecuperables; mientras que 1.600.000 hogares (14% del total) requieren refacción o ampliación (viviendas recuperables).
Por otra parte, del grupo de viviendas restantes (viviendas aptas); existen 1.000.000 de hogares (8% del total) que comparten vivienda con otro hogar y alrededor de 180.000 (2% del total) que padecen hacinamiento por cuarto. Finalmente, existen aproximadamente 2 millones de hogares que alquilan su vivienda.
En síntesis, y para no seguir con el derrotero analizando el resto de los rubros (indumentaria, educación, salud, artículos del hogar y esparcimiento) dónde también nuestro ex Secretario intentó controlar la escalada inflacionaria, a través de las famosas autorizaciones de aumentos a las prepagas o a los colegios privados o a través de convenios con los supermercados y grandes tiendas de electrodomésticos o el programa indumentaria para todos, es claro y contundente que el sol no se puede tapar con la mano y que ninguna de estas prácticas heterodoxas son efectivas ante el comportamiento poco ortodoxo en materia fiscal y monetaria.
Recordemos que el Gobierno Nacional desde 2009 a la fecha viene incurriendo en déficit presupuestarios que, durante los primeros dos años del período mencionado, fueron maquillados con ingresos provenientes del BCRA y del Fondo de Garantía Sustentable de la Anses. A partir de 2010 en adelante, ni siquiera el maquillaje pudo tapar el déficit y en la actualidad la Nación requiere de unos 75.000 millones del BCRA entre reservas que se entregan al Tesoro para el pago de deuda pública y utilidades contables derivadas de la devaluación de la moneda nacional.
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Las economías regionales
También haremos una breve mención del impacto de estas políticas sobre las economías regionales argentinas (vitivinicultura, fruticultura, tabaco, yerba mate, lana, etc.). En general, podemos afirmar que el deterioro sistemático de la competitividad por la elevada inflación en dólares que ha sufrido la economía, ha llevado a que los productos de las economías regionales cada vez se exporten menos y que dichos excedentes no tengan cabida en el mercado doméstico, ya que ha quedado demostrado que el crecimiento económico argentino no ha redundado en mayor consumo de estos productos (elasticidad ingreso muy baja).
Por tanto, al haber excedentes los precios medidos en dólares han tendido a bajar, mientras que los costos se han comportado inversamente, llevando a que la mayoría de ellos se encuentre con problemas de rentabilidad.
En el caso de Mendoza, provincia exportadora de vinos, mostos, frutas frescas y procesadas y hortalizas, se puede ver claramente esta situación cuando se analizan las exportaciones de este año respecto del 2013. No obstante, para tener una mirada un tanto más estructural, en cuadro aparte se muestra la tasa de crecimiento de las exportaciones en valores FOB de estos cuatro rubros durante tres períodos: la Convertibilidad (momento poco propicio por la apreciación cambiaria), el período 2003/07 (tipo de cambio competitivo) y el período 2008/12 (dónde pesaron las políticas de Moreno).
No caben dudas de que las exportaciones se desaceleraron en todos los casos y, en algunos de ellos, se encuentran en una situación peor que durante la Convertibilidad. En tanto que, la proyección para este año es de crecimiento negativo en todos los casos si se tienen en cuenta los volúmenes.
En suma, la lucha de Moreno para controlar el aumento de precios ha sido en vano y no pudieron torcer lo que nos enseña la ortodoxia económica cuando afirma que ante políticas fiscales y monetarias expansivas (déficit público financiado con emisión) provocan aumentos en el nivel general de precios. Una verdad de Perogrullo que ya casi nadie se anima a desafiar en el mundo entero.
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*El autor es economista de la Fundación Ideal