El ex ministro de Economía Roberto Lavagna dio estos días señales confirmatorias de su decisión de ser candidato presidencial en octubre por un espacio de consenso equidistante del oficialismo como de la oposición kirchnerista.
No se trató sólo de la reunión que el martes pasado tuvo con la líder del GEN, Margarita Stolbizer ("lo vi totalmente candidato, con vocación de diálogo y unidad", dijo ella luego), como de las que sostuvo por separado con dirigentes socialistas, peronistas y radicales.
También porque esos sus interlocutores de esta semana se llevaron copia de un paper con sus propuestas preliminares, que reflejan las coincidencias alcanzadas durante las reuniones informales que mantuvo desde el verano, para que le hagan las observaciones y correcciones que consideren convenientes.
"Lineamientos para un Gobierno de Unidad Nacional", es el título de ese borrador de nueve páginas, le confió a este diario un estrechísimo colaborador de Lavagna. Copias del mismo les entregó personalmente quien fue ministro de Eduardo Duhalde y de Néstor Kirchner a Stolbizer cuando la visitó en la sede del GEN.
También a los demás dirigentes a los que sucesivamente recibió en sus oficinas del microcentro porteño. Desde el martes pasado, y en primer lugar, a quien desde un inicio apuntala su posible candidatura "de consenso": el gobernador santafesino Miguel Lifschitz y, con él, los socialistas. Los cuatro dirigentes radicales que desde casi el principio respaldaron un proyecto de consenso alternativo a "la grieta": Ricardo Alfonsín, Federico Storani, Juan Casella y el cordobés Jorge Sappia, presidente de la Convención Nacional de la UCR.
Y a los peronistas. Por un lado, a solas, al también precandidato presidencial por Alternativa Federal, el senador rionegrino Miguel Pichetto, quien la semana anterior lo había recibido en el Senado junto al bloque que preside; y, por otro, los dirigentes peronistas Eduardo Camaño, el Presidente por tres días en las aciagas jornadas de finales de 2001; y los porteños Miguel Ángel Toma y Hugo Quintana, sindicalista este último, como el senador neuquino y gremialista petrolero Guillermo Pereyra, destinatario también de una copia del borrador.
Renuente, por supuesto, a anticipar las propuestas precisas que contiene el borrador “Lineamientos…”, aquella fuente, sin embargo, lo sintetizó conceptualmente en los términos siguientes: “Es un programa basado en propuestas profundamente humanitarias, apuntadas al desarrollo de una sociedad con futuro y prosperidad”. Nada original.
Otro dato nuevo confirmatorio de la voluntad presidencialista de Lavagna es su agenda para los próximos días. Incluye una reunión la semana próxima con el capítulo Argentina Joven de la UIA (Unión Industrial Argentina) que preside el empresario textil Tomás Karagozián. Unos días después prevé visitar dos lugares en sí mismo simbólicos: el yacimiento neuquino de petróleo no convencional de Vaca Muerta, mascarón de proa del prometido despegue económico por el Gobierno actual; y la estatal Invap (Investigación Aplicada) de Bariloche, emblema del desarrollo científico y tecnológico de vanguardia argentino. En algo de esas visitas tuvieron que ver Pichetto y el sindicalista Pereyra.
Todos estos movimientos, mientras Lavagna y su estrechísimo grupo de colaboradores están a la expectativa de dos hechos políticos que pueden terminar por apuntalar definitivamente la candidatura: la elección del 12 de mayo en Córdoba y la Convención Nacional de la UCR, de incierta realización.
“Un triunfo de (Juan) Schiaretti, como se prevé, supondrá en sí mismo una ratificación decisiva a la construcción de un tercer espacio ante la grieta, más que a la candidatura de Lavagna”, evaluó otra fuente. Más allá de que hasta ahora el gobernador cordobés se ha pronunciado por una definición vía Paso de la candidatura de Alternativa Federal, cuando Lavagna está dispuesto a que sólo sea por consenso.
Respecto de la Convención radical, que se haría en mayo, las expectativas son acotadas. Lavagna descree de que de allí pueda surgir un respaldo a su candidatura "de consenso" por la sencilla razón de que piensa, como lo ha dejado trascender el mismo presidente de la Convención, Sappia, que no se hará. "El Gobierno opera fuertemente por estos días para que no se haga", dijo uno de sus colabores sobre la sospecha que incuba Lavagna.