Verborrágico, enérgico y apasionado.Así es Laurencio Adot, quien en entrevista con Estilo Moda, argumenta conceptos, mientras dispara sus verdades a diestra y siniestra, sin falsas modestias ni condescendencias con el medio.
Con nada menos que 25 años de carrera en el mundo de la moda de alta costura, el diseñador estuvo en el evento “Pasarela Moda 2014”, megadesfile organizado por la productora Yamila Cassab a beneficio del Banco de alimentos, quien lo tuvo entre sus referentes del diseño como invitado, con su última colección “Believe”.
Pero antes, vale la pena poner en contexto al entrevistado, considerado sin lugar a dudas como uno de los embajadores del diseño argentino, más allá de sus seguidores y detractores, como él mismo sostiene.
Su “centro de operaciones” se encuentra en un coqueto edificio antiguo con showroom en Recoleta, “un edificio de Bustillo que me recuerda a la belle époque de mis abuelos”, resalta. Y es allí mismo en donde la magia ocurre y es posible “creer”.
“Mi familia siempre vivió en la avenida Alvear, fui a uno de los mejores colegios privados de la Argentina (N. de la R.: Cardenal Newman) y a los 19 años ya había recorrido el mundo y hablaba cinco idiomas. Mi abuelo llegó de España y fundó había una empresa textil que llegó a la Bolsa, y se hizo millonario. Por su lado, mi padre continuó ese legado. Al mismo tiempo, mi abuela, tías y mi madre siempre fueron personajes de la alta sociedad argentina, consideradas mujeres elegantísimas que adoraban la ropa. Desde muy chico las acompañé a las casas de las modistas todas las semanas. Así fue como recibí una educación en valores como el trabajo, el respeto, la integridad; pero también en la que la fantasía no era una mala palabra”.
De esta manera describe parte de su pasado familiar y valores, Laurencio Adot. Y su última colección “Believe”, que encuentra su inspiración en el campo, su folklore, sus gauchos y mujeres, devela además, un sentido más profundo que la atraviesa: un homenaje a sus padres, a quien perdió hace meses.
“Mi madre estuvo 15 años trabajando conmigo, fue la persona que me dio vida y que me influyó como nadie más. Le tengo todo el respeto, amor, y admiración, más allá de que sea mi madre, porque fue una mujer bien mujer, de gran sabiduría y con mucho mundo. En cuanto a mi padre, hasta el 2012 dio clases en la Facultad de Diseño de Indumentaria de la UBA para 2 mil personas, sin ganar un peso, y tuvo una ONG que preservaba las vicuñas y las llamas en el país. Ambos me dieron una enorme lección de amor y de trabajo. Son quienes construyeron la estructura que me contiene. La colección es un homenaje a ellos. Definitivamente me enseñaron a “creer” para cumplir los sueños”.
La voz de Adot se torna más débil y quebradiza, con un dejo de nostalgia por un duelo que aún transita, pero que lo impulsó aún más a seguir recorriendo el país, a lo largo y ancho, realizando desfiles y eventos a beneficio de diversas instituciones. El diseñador no proyecta falsas modestias, ni pudores malos entendidos, y describe situaciones y actividades que lo posicionan en las más altas esferas sociales por su trabajo, y también formando parte del público seguidor de su labor.
“Cumplí 25 años en la moda, fue mi Aniversario de Plata con la alta costura argentina, y lo festejé presentando mi colección en el Museo Fortabat de Puerto Madero. Se trató de 43 vestidos de noche, inspirados a la mujer argentina, en la tierra y los gauchos y todo lo que tiene que ver con lo autóctono argentino. Para mí es más que especial”.
- Un homenaje a tu familia...
- Sí, a mi padres. Venía de perderlos y sinceramente estaba muy golpeado en lo personal. Fue entonces que encontré en la palabra interior lo que buscaba como inspiración. Me basé en las provincias, porque tengo mucho material de cada una de ellas, imaginate que viajo todo el año, haciendo 19 desfiles por semestre. La idea que me impulsa es ayudar y devolver un poco tanto cariño. Me gusta que tengan un objetivo solidario y pueden ser desde clínicas de rehabilitación, a comedores escolares, escuelas, y toda entidad con la cual se pueda colaborar.
- Contame acerca de la esencia de "Believe".
- La colección se llama “Believe”, que significa creer en inglés, y justamente es eso: creer para cumplir los sueños. Yo quería “creer” en un momento tan triste de mi historia, en donde no sólo perdí a mis padres, sino también a mi competencia, Jorge Ibáñez. Fue un momento bastante especial este invierno para poder estar creativo. En esa tristeza encontré la alegría con estampas, buscando lo autóctono desde lo moderno, plasmando digitalmente en computadora los estampados. Realicé todo un trabajo de investigación en este sentido con Thiago Pinheiro, mi amigo y socio desde hace diez años, una pieza clave en el desarrollo de mis diseños.
“Believe” es muy rica en texturas tiene bordados, tules, organzas, satenes, sedas, encajes rebrodee, transparencias de tul nude, estampas exclusivas by Adot que refieren a los azulejos de las estancias a través de cristales y strass bijou; pailletes austríacos y encajes franceses. Realicé bordados a mano y jugué sobre todo con blusas, poleras, vestidos con corte a la cintura, y vestidos cortos muy bordados. También en líneas para madrinas con mucha gasa, o vestidos de novia como el que lució Julieta Prandi.
- Además de esta exquisita colección también te fue muy bien con el perfume...
- Sí, estoy muy feliz. Se trata de mi primer perfume, que lancé el año pasado 1987-01. Tuvo dos años de elaboración, y remite a la noche, el lujo y el glamour. Busca aportar sofisticación a la sensualidad de una mujer clásica, pero le gusta sumar pequeños detalles modernos. Fue un regalo a todos los que confiaron en mí durante estos años y, a la vez, un obsequio que le hice a la mujer que no puede acceder a un vestido de alta costura, pero sí que va a una farmacia o una perfumería en cualquier punto del país. Y encuentra un perfume con identidad, de diseñador y, como yapa, accesible. Y ahora en octubre lanzo “01” para hombre.
- ¿Cómo es ser número uno en el universo de la alta costura?
- Mmm... Esa expresión no me gusta, me da “momia”, como que connota que termina una época. Prefiero “referente” o “embajador”. He recorrido entre 2001-2002 toda Latinoamérica cuando nadie lo hacía. Fui el primero en presentar en Panamá, México, Colombia y Paraguay moda argentina, cuando no existía en el mundo. Veníamos de una gran división con el tema de la alta costura, pero creo que con Jorge Ibáñez logramos eso, que la alta costura fuera una palabra que no diera miedo. En mi trabajo busco la jerarquía más que la popularidad.
- ¿Cuándo Adot se encuentra con Adot?
- Los domingos me escapo y me interno en mi casa. Apago el teléfono, la computadora y duermo muchísimo. Imaginate que tengo 46 años y trato de desenchufarme. Ya no miro la crisis, ni a los demás... Me han atacado mucho, y se me han trepado mucho. Es un país que pareciera que al que brilla se le tira a matar, entonces me he cuidado sobremanera de que el brillo sea de bajo vuelo. Digamos que tengo un alto-bajo perfil. No me gusta la tele ni los escándalos, y no creo en la polémica para vender. He vestido a todas las mujeres que te imagines en el país, menos a Mirtha Legrand, pero dentro de poco quizá tenga novedades, en eso ando ahora...
- ¿Sentís que no se te ve como un diseñador "popular"?
- A lo mejor no soy el diseñador más popular, pero voy a desfiles como el de Termas de Río Hondo, con una cantidad de público que me agradece porque hago mucha obra social desde hace años, y eventos a beneficio en todo el país. Está bueno devolver el cariño que me da la gente que me encuentro en todos lados, desde un aeropuerto hasta un desfile. Me siento muy halagado porque tiene que ver con el trabajo de muchos años, y una familia de trabajadores de la industria textil.
- Una labor que amaste desde pequeño...
- Totalmente, recuerdo en fechas patrias como el aniversario de muerte de San Martín, que había más mujeres dibujadas con sus vestidos, que soldados en los libros de historia y geografía (ríe). Yo tenía esta pasión desde chico y mi familia me lo incentivaba. A los 19 había recorrido el mundo y hablaba cinco idioma. Además viví y estudié un tiempo en Estados Unidos y comencé a estudiar arquitectura, hasta que debido a un revés económico familiar, me volví al país y empecé a vender la ropa de mi familia. ¿Te lo resumo? Al año era personaje de la Revista Gente. De una boutique pasé a tener una empresa, que luego se transformó en una marca.
- ¿Cuál es el secreto del éxito?
- Ser persona y no personaje. No tengo que afeminarme, ni bailar, ni cantar para que el público me quiera y respete, simplemente soy yo, y en todo caso si no me creen a mí, que lo hagan con la ropa que diseño. Me considero un diseñador de sueños, eso hago y por ello perduro tantos años, mujeres importantes y gobiernos. Siempre me pongo atrás de la mujer que visto, no adelante ni al costado, y las clientas famosas -o no- lo valoran. Además las acompaño, contengo, guío, y estoy en la entrega.
- Sos un hombre exitoso a nivel laboral pero hablaste de que hay sectores que no soportan el brillo. ¿Te has sentido atacado?
- Estamos en un momento social crítico. La sociedad está muy violenta, entonces el razonamiento es ¿“cómo a vos te va bien y a mí no”? Se pone en duda lo que es derecho, como si se tuviera que ir por izquierda y no es así.
Por otro lado, Buenos Aires como centro está muy enfermo a nivel social. Todo esto influye en cómo la gente te ve, o pretende verte. Soy aspiracional, lo he entendido en los últimos años, y lo importante es competir desde lo sano.
- ¿Puede haber amistad entre los diseñadores?
- No. Los diseñadores no somos amigos, en realidad somos compañeros, la amistad no existe entre colegas. Jorge Ibáñez me dijo hace dos años atrás en París: “No vamos a poder ser nunca amigos, mientras compitamos. Si vos no fueras diseñador seríamos íntimos”. Nos divertíamos mucho en los viajes y bromeábamos sobre todo a pura carcajada. Pero yo no puedo ser amigo si compito. Lo extraño mucho como competidor
- ¿Cómo mantenés los pies sobre la tierra en un ambiente que no es sencillo, y en el que el ego suele ser traicionero?
- Busco el eje todo el tiempo. Si me caigo y no hay luz, la busco. Soy buena persona, muy religioso, y mantengo una vida propia, rica, con amigos que me quieren desde la persona. Trabajo cada día en mi interior, y al personaje lo bajo.
- ¿Cómo reaccionás cuando te atacan?
- Cuando un colega me ataca en tele, o me juzga por un vestido, ya no me importa. Valoro el cariño de la gente que sí me juzga y está perfecto. Los que suelen hablar mal de los demás en televisión, no suelen hacer 19 desfiles a beneficio, entonces hay que darle el valor de la palabra a quien desde los hechos lo vale, no a cualquiera.
- ¿A qué figura internacional te gustaría vestir?
- A Letizia, la princesa de España que va a ser reina. También a Cate Blanchett o a Lupita Nyong’o.
- ¿Qué sucede si una celebritie se pone caprichosa respecto a lo que le sienta bien en un diseño?
- La derivo con altura y buena energía para que se pruebe otro. De todas maneras la gente que me viene a ver, sabe acerca de mi estilo. Seguramente a Vicky Xipolitakis le debo parecer aburrido y jamás me elegiría.
- Has contado que aprendiste de moda sobre todo en la calle, porque en tu época no existía la universidad con carreras afines a este rubro ¿Qué te dejó esa experiencia?
- Saber escuchar y entender a las mujeres es la clave del éxito, Comprender lo que implica un vestido de egresada, o quince como momentos de cambio, o a una novia que no debe repetirse ni por error, o hacer el vestido de la hermana que también quiere destacarse, o de la madrina, o la abuela de ochenta implican entender ese momento y lo que el vestido representa.
- Sos casi un psicólogo...
- Soy de todo: ginecólogo, confesor, rabino: ¡de todo! (ríe a carcajadas)
- ¿Cómo ves a los diseñadores más jóvenes en el país?
- Estoy en contacto con muchos de ellos para ayudarlos, como la firma de diseño: Garza Lobos, de Rubén Troilo y Constanza von Niederhäusern, que trabaja y desarrolla mix de texturas naturales, formas fluidas y estampas sutiles. Me encanta porque proponen arte en la moda. En alta costura me gusta mucho Fabián Zitta y Marcelo Giacobbe, y en prêt-à-porter de lujo Evangelina Bomparola. Son el futuro y me parece que les puedo evitar un par de dolores de cabeza, si en algo puedo ayudarlos. No creo en dividir, sino en multiplicar, y aportar lo que pueda o se necesite a colegas a los cuales admiro. El secreto mejor guardado de Buenos Aires es la alta costura, hay que dejar la llama prendida a futuro.