Las vacaciones - Por Jorge Sosa

Las vacaciones - Por Jorge Sosa
Las vacaciones - Por Jorge Sosa

No va a ser fácil pasar unas buenas vacaciones este año. El año en general ha sido más duro que chorizo de mármol y no han quedado billetes suficientes como darnos algunos gustos.

No son muchos los que pueden disponer de algunos dinerillos para gastárselos en el dolce far niente. Son los que siempre se salvan, no importa la crisis que azote el país, ellos siempre tienen. Estos elegirán destinos promocionados del turismo internacional, sobre todo el Caribe que concita la atención de tantos. A ellos no les hacen falta los vuelos low cost aunque de todos modos los usan.

Los que están jodidos realmente son aquellos que llegan a fin de año juntando monedas para comprar el pan dulce, esos no piensan en Cancún ni en Punta Cana, piensan qué hacer con lo menguado que poseen.

Una variante es ir a Chile. Para los mendocinos es el destino turístico. Lo que implica un principio de masoquismo, porque tenés que bancarte ocho horas de aduana para entrar, un temblor cada quince minutos, te bañás en aguas rodeada de tsunamis, tenés que aguantarle la cara de poto a los carabineros, nos cargan dos veces por la Copa América y de vuelta diez horas para regresar a Mendoza. Si esto no es masoquismo no sé qué es.

“Cuando pa’ Chile me voy, cruzando la cordillera”, dice una cueca con mucho uso en el cancionero folclórico. Pues este año no serán muchos los que habrán de cumplirla, porque, suponen los analistas turísticos que la merma en concurrencia ha de llegar al cuarenta por ciento y esto es algo que deprime a los bolsillos de los comerciantes chilenos.

Hay promociones, pero algunos van a poder ir solamente dos días una noche, mojarse los pies en el agüita mansa de Reñaca y volver degustando algún Savory helado.

Sin embargo la mayoría de los mendocinos van a tener que atenerse a las consecuencias y pasar las vacaciones en Mendoza, cosa que no es nada barata, porque Mendoza es uno de los destinos turísticos más caros del país.

La costa Atlántica también es tentadora pero los precios espantan, a tal punto que uno puede ir una semana a Mar del Plata, por ejemplo, si es que no duerme ni come, sino se le va a hacer muy difícil. Las Sierras de Córdoba pueden ser más accesibles, al menos para mojarse los juanetes en esos arroyitos minúsculo que posee, y dar una vuela en burro sistema Uber.

De quedarse habrán de ser los lugares más próximos los más visitados. Una cabaña en Potrerillos por pocos días, un viaje al Sur para empacharse de embalses en San Rafael, o sucesivas visitas a las playitas de Luján, donde no será fácil encontrar un espacio libre para esparcir el cuerpo.

Queda como opción la Pelopincho. Bien armada en un rincón del patio donde del sol, bien puede servir para amortiguar los castigos fogosos de un verano que promete no tener contemplaciones. Alguna bebida refrescante a mano y un libro o una revista para que el tiempo no pase sin esfuerzo alguno.

No va a ser fácil. El aguinaldo va a servir para que nos paguemos lo que falta pagarnos del año pero no para mucho más. Tendremos que hacer el esfuerzo de tener unas vacaciones más que modestas en un país que está lleno de ofertas de vacaciones. En fin, Dios le da pan a quien no tiene dientes.

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