En los últimos ocho años, la superficie cultivada en la provincia con uvas de variedades blancas y rosadas ha ido cayendo, según muestran informes del Instituto Nacional de Vitivinicultura. La que mayor descenso muestra es la uva Chenin, que bajó un 23% entre 2010 y 2018, seguida por Moscatel rosado (-21%) y Pedro Giménez (-17%). En los tres casos, Mendoza concentra más del 80% de las hectáreas cultivadas en todo el país.
En 2018, la superficie cultivada con Chenin en todo el país era de 1.886 hectáreas, el 0,9% del total de vid del país. En Mendoza se encuentra el 84,7% de ese total, con 1.598 hectáreas. El 32,3% están ubicadas en San Rafael, seguidas por el 14,8% en San Martín, el 13% en Lavalle y el 11,7% en Rivadavia.
En cuanto a la comercialización, en 2018 la venta de vinos varietales con presencia de Chenin representó solo el 1% del total y muestra una disminución de 39,9% en los últimos 10 años. Esta reducción es más evidente en el mercado externo, donde la caída fue de 81,3% en la última década, mientras que en el local creció un 60,3% en el mismo período.
La variedad Pedro Giménez es la de mayor superficie entre las blancas para vinificación.
Se utiliza fundamentalmente para la producción de vinos blancos genéricos y, en 2018, el 100% se destinó a vinificación y elaboración de mostos. El año pasado, había 10.249 hectáreas cultivadas con esta variedad en el país, el 4,7% de la superficie total con vid.
El 76,2% se cultiva en Mendoza, pero ha caído 17% desde 2010. San Martín concentra 23,5% de las hectáreas con Pedro Giménez en la provincia, Lavalle el 16,6%, Rivadavia 15,9% y Junín 11,3%.
Las uvas Moscatel rosadas, si bien tienen aptitudes para el consumo en fresco, se destinan principalmente a la elaboración de vinos básicos y mostos. En 2018, la superficie cultivada de Moscatel rosada fue de 5.755 hectáreas, lo que representa el 2,6% del total de viñedos en el país y la convierte en la décima variedad más cultivada.
El 97,3% se ubica en Mendoza, distribuidos un 27% en San Martín, un 21,2% en San Rafael y 10,2% en Rivadavia.
Mauro Sosa, gerente del Centro de Viñateros y Bodegueros del Este, señaló que en los últimos años se ha dado un proceso de reconversión orientado hacia las variedades tintas, las que aparentemente tienen mejores posibilidades de colocación en el mercado, en comparación con las blancas y rosadas.
En la zona Este, explicó, se observa que ha ido creciendo la superficie cultivada con Malbec y Cabernet Sauvignon, al tiempo que disminuye la de Pedro Giménez y Moscatel rosado. Sosa indicó que los productores, al ver que año tras año tenían que destinar a mosto las uvas blancas, intentaron plantar tintas, para tener una mayor rentabilidad. Sin embargo, destacó que hoy sobran los varietales tintos. "El problema es que se reconvierte según la tendencia actual y se demora años en tener la producción", señaló.
Eduardo Córdoba, presidente de la Asociación de Viñateros de Mendoza, comentó que una de las principales causas del abandono de ciertas variedades es que se insistió mucho en el paso a las tintas. Sin embargo, señaló que ese ciclo ya se cumplió, porque hay suficiente cantidad de Malbec, Cabernet, Syrah, Tempranillo y se observa una tendencia al consumo de vinos más frescos, dulces, frutados y espumantes.
Córdoba indicó que el productor presta atención al precio que le paga el bodeguero con cada variedad y, con un gran esfuerzo, reconvierte hacia las más pedidas en el mercado para poder sostener su estructura de costos. Eso ocurrió con las tintas, pero en la actualidad, añadió, se paga un buen precio por el Chardonnay.