Por Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes
El gobierno de Macri ha venido cometiendo errores instrumentales desde que asumió, en una mezcla de falta de experiencia, ansiedad o de soberbia que han terminado generándole una tormenta perfecta producto de la torpeza.
El primer error fue no haber blanqueado rápidamente la gravedad de la situación que heredaban, porque era la forma de poder abordar los ajustes. Las bombas de tiempo que dejó el gobierno kirchnerista debieron haber sido denunciadas al asumir. Hoy ya es tarde y el gobierno debe lidiar con la bronca de la gente, que, además, ya no acepta excusas.
La situación de la economía era bastante mala y en estas mismas columnas veníamos reflejando no solo su gravedad, sino que ninguno de los candidatos avisaba que la situación iba a requerir ajustes y que el costo debía pasarse a las filas del kirchnerismo.
En el gobierno predominan ideas desarrollistas, que llevaron a decisiones por las cuales, en principio, se aumentaban gastos como la Asignación Universal por Hijo, la devolución de fondos a las provincias, nuevos planes de vivienda financiados por el Tesoro, entre las principales.
Además, se tomaron decisiones que implicaban resignar ingresos, como aumentar el mínimo no imponible de Ganancias, eliminar retenciones a las exportaciones y, recientemente, la ley que promociona a las pyme, mediante diversas decisiones que implican menores ingresos fiscales.
Las únicas decisiones que pretendían mejorar los ingresos han sido los aumentos de las tarifas de servicios públicos (en principio bajando los niveles de subsidios) y la moratoria impositiva. Todo con la promesa de reactivar la economía mediante un crecimiento de las inversiones que traería aparejado un proceso de creación de puestos de trabajo y mayor consumo. Por supuesto, se auguraba tener menor déficit y una reducción de la inflación.
Nada de esto se ha producido, por la política ofertista del gobierno lo único que hizo fue acelerar la inflación, con la devaluación, primero, y los ajustes tarifarios aplicados, después, sobre todo en los combustibles. Estos últimos beneficiaron a las petroleras, que ahora siguen sin invertir con la excusa del precio internacional del petróleo.
El problema de los servicios públicos
El gobierno kirchnerista mantuvo una férrea política de subsidios a las tarifas de gas, electricidad y agua, pero el mayor beneficio lo tuvieron los habitantes del área metropolitana de Buenos Aires, donde ni siquiera se modificaban los costos de distribución. Ello llevó a que dichos habitantes pagaran precios absurdos, mientras los valores en el interior del país se iban actualizando.
Cuando se decidió la actualización se hizo sin un plan serio y concreto. Todos coincidíamos en que debía respetarse una gradualidad para no afectar innecesariamente a sectores de la población que sentirían el impacto de forma muy importante.
Además, como el costo de los servicios no era tenido en cuenta, era necesario que las familias se fueran adecuando a la nueva realidad haciendo una reingeniería de sus presupuestos, pero con el tiempo necesario. Además, el mismo subsidio lo recibían los que vivían en zonas humildes y los que lo hacían en suntuosas mansiones.
Al hacer los ajustes aplicaron cambios generales, con lo cual mantuvieron los privilegios para los que mayor consumo tenían y ostentaban mayor poder adquisitivo. Tampoco se discriminó entre grandes y pequeña empresas o se atendió los casos de usos intensivos de gas o electricidad en sus sistemas de producción. Tampoco hubo distinciones geográficas o por temperaturas ni en los casos de tarifas de luz ni de gas.
El gobierno atendió correctamente la situación los sectores más humildes y aplicó tarifas sociales que incluyen a muchos beneficiarios, pero perdió cuando no atendió la situación de la clase media y no le exigió más esfuerzo a aquellos que pueden pagar tarifa plena. Todo esto producto de la improvisación y de la falta de criterio político a la hora de practicar los ajustes.
Hoy el gobierno está frente a una encrucijada. Después de haber cambiado tres veces los cuadros tarifarios, se encuentra con una queja generalizada, pedidos de la oposición que, con oportunismo, pide mantener los subsidios, y amenazas de los jueces que acusan al gobierno de ilegalidad por no llamar a audiencias públicas.
Como está el panorama, y producto de la torpeza de no respetar los procedimientos mandados por la ley, es probable que el gobierno no pueda aplicar ningún aumento válido hasta después de la realización de las audiencias públicas previstas para octubre, lo que implicará un problema fiscal muy grave ya que deberán financiar gastos con más emisión o más deudas. Además seguirán vendiendo el gas regalado, siendo que la mayoría es importado.
La inflación sigue firme
Los datos del Indec mostraron que la estructura de la inflación aún sigue firme y el impacto sobre alimentos y bebidas se mantiene intacto, que es lo más preocupante. Hubo aumentos de precios de verduras por problemas climáticos, pero se mantiene una inercia de aumentos que no se frenan porque las expectativas siguen siendo de subas, sobre todo por el impacto de las tarifas.
Con la situación que se dará al no poder aplicar los aumentos, los precios no van a bajar y volverán a subir cuando se produzcan de verdad los incrementos. A su vez, la única estrategia contra la inflación son las manipulaciones monetaristas que se hacen desde el Banco Central, pero eso no resuelve el problema de fondo que es el volumen de gastos del Estado en todas sus jurisdicciones.
El otro problema que se le va a sumar al gobierno es la revaluación del peso. Al mantenerse firme la inflación, sería necesario que el tipo de cambio se fuera ajustando, aunque lo ideal sería que baje la inflación, algo impensable en este escenario. El escenario internacional actual y el próximo blanqueo van a generar una abundancia de dólares en el mercado que no permitirá su actualización y perjudicará la competitividad de las exportaciones.