Las teorías zarpadas

Las teorías zarpadas
Las teorías zarpadas

1. La banalidad de los otros

Gertrude Baniszewski (foto) es un modelo de mujer; de mujer crecida durante los años cincuenta en Estados Unidos de América.

Primero fue linda, delgada y amada, años después fuma compulsivamente rodeada de una prole que no soporta mucho, abandonada por los padres de sus seis hijos se ha transformado en una mezcla justa entre psicópata sádica y confundida del amor.

La señora Baniszewski conoce a la Sra. Likens en la iglesia, la Sra. Likens tiene dos hijas, Sylvia de 16 años y Jenny de 11 años (renga, consecuencia de la polio, ¡a vacunarse chicas!); debido a su trabajo nómade el matrimonio Likens decide dejar a sus hijas al cuidado de la inestable Sra. Baniszewski.

2. No eres uno de nosotros

Un día, la Sra. Baniszewski pregunta a Sylvia por qué pasaba tanto tiempo en la tienda de alimentos; Sylvia le cuenta que había encontrado botellas de soda vacías y que las estaba llevando a la tienda para ganar unos centavos extra.

La Sra. Baniszewski no le cree y a modo de castigo la obliga a desnudarse delante de todos sus hijos y de Jenny y luego la obliga a meter una botella de Coca Cola por su vagina.

Este es el principio de sus castigos. La botella se rompe estando en el interior de la muchacha y los cristales rotos le desgarran las paredes vaginales.

Cuando estalla el vidrio todos los niños y niñas Baniszewski estallan en risas y aplausos, mientras la Sra. Baniszewski no para de fumar. Desde ese momento empieza a pegarle a Sylvia a diario, usa una paleta de casi un centímetro de espesor.

Cuando la Sra. Baniszewski se cansa de esa tarea, cede el derecho a manipular la paleta a su hija mayor, Paula -Paula Baniszewski tenía 18 años y era obesa-.

Paula y sus hermanos comenzaron a tratar a Sylvia como una muñeca que odiaban, comenzaron a golpearla y quemarla varias veces al día en presencia y con ayuda de todo el vecindario.

"An american crime" ("Un crimen norteamericano" -foto-) es una película de 2007 basada en la historia "real" de Sylvia Likens, una adolescente que fue asesinada durante los años 60 en Indiana, Estados Unidos.

Existe otra película (del mismo año, síndrome Capote) basada en los mismos hechos "reales": "The girl next door".

Nos gusta la primera porque es protagonizada por Ellen Page antes de su consagración y por esa secundaria genial (amamos tanto a los secundarios) que es Catherine Keener, dueña de una gestualidad precisa y una maldad en la mirada que supo aplicar tanto en el humor, pienso en la Maxine de "Being John Malkovich", como en el drama, recuerdo la madre-artista de miniaturas de "Sinécdoque Nueva York".

El caso de Sylvia conmocionó a la opinión pública americana que siempre se conmociona por lo mismo, por eso que en el fondo le gusta. En la tortura y asesinato de la joven participaron todos, la Sra. Baniszewski, sus seis hijos, los amigos de sus hijos, los vecinos niños y sus padres.

La genial Ellen Page interpreta a la desgraciada Sylvia revelando por entonces (antes de “Hard Candy” -donde consigue su venganza contra un abusador- y de “Juno”) sus dones para la actuación y la empatía con todo.

Al principio Sylvia recibe los castigos físicos de la Sra. Baniszewski como cualquier chico en los años sesenta, quizás suponiendo que esta vez se trata de alguien más estricto que los demás.

No hay parsimonia en la aplicación del mal, apenas suceden los primeros castigos (permiten) se abre la puerta para el mal mayor.

Como hizo el nazismo, primero persiguiendo a las minorías más ocultas o de menos prestigio (los gitanos o los homosexuales), logrando el consenso de la población general sobre estas pequeñas atrocidades se aseguraban el consenso para la atrocidad mayor (no hay medida para lo atroz), y así ir desplazando el límite del mal cada vez más lejos, permitiéndose cada vez más explorar la ausencia de bien en lo humano.

Los vecinitos juegan con el cuerpo desmayado y desahuciado de Sylvia, hay uno en particular que es gigante, pesa 90 kilos, practica judo y se divierte arrojando el cuerpo de Sylvia de un lado a otro del sótano donde la han confinado.

Hacen rondas alrededor de ella, bailan, la atan a una columna y le pasan sal por sus heridas.

La banalidad del mal se instala en ese vecindario de Estados Unidos de los años 60 (y se instala donde sea, en una escuela del Distrito Federal Mejicano en 2012, y al nivel que sea, masivo o con prácticas micro), la Sra. Baniszewski no lo hace porque alguien se lo enseñó, es puro instinto: al hacer participar a todos del crimen logra la complicidad y el silencio de todos.

La cantidad de atrocidades que sufre el cuerpo de Sylvia la pone casi a la altura de una víctima de la saga “Hostel” y del cine sádico-gore en general, o sea cuerpos para torturar y destruir en una espiral pesadillesca inmunda.

Pero a diferencia de salvajadas como "El ciempiés humano", Sylvia existió.

En el juicio que siguió a su muerte, los adolescentes y niños del barrio aceptaron su culpabilidad y detallaron los castigos a los que habían sometido a Sylvia.

La Sra. Baniszewski intentó librarse de la cárcel cargando toda la culpa en sus hijos y los adolescentes del barrio, fingiendo que ella no sabía nada de lo que ocurría en el sótano, pero todos los niños declararon lo mismo: ella iniciaba la tortura y los incitaba a todos a participar.

La solidaridad de género no era el fuerte de la Sra. Baniszewski, más bien lo opuesto, exhibía una especie de odio de género. Odio a una mujer más joven y virgen, odio de las posibilidades que tenía Sylvia de casarse, de amar, de ser mujer feliz.

La Sra. Baniszewski había escrito con una aguja caliente sobre el vientre de la muchacha: "Soy una puta y estoy orgullosa de serlo".

La mayoría de las personas que fueron invitadas a ver cómo torturaban a Sylvia terminaban maltratándola también, la humillaron y violaron.

En un momento del juicio, el fiscal les preguntó el por qué de su actitud, por qué maltrataban también a Sylvia, por qué no hicieron nada para ayudarla. Todos contestaron lo mismo: "No lo sé". Ninguno de ellos supo justificar su propia actitud.

3. TV movies

"Un crimen norteamericano" pertenece al género de películas hechas para la televisión, producciones de bajo presupuesto (para los estándares de Hollywood) y que muy habitualmente se refieren a historias "reales" y muy muy habitualmente a casos "reales" de abuso sexual infantil o enfermedades infantiles (ver "Un milagro para Lorenzo", que ganó un Virginia Lago a mejor producción).

Eso, son las películas que presentaría Virginia Lago en su living (si existiera tan industria en nuestro país ya tendríamos algunas gemas como "El romance de la Juanita y el Losteau" o "Nazarena Vélez: mujer" o "Incesto, moda y pasión: la historia de Roberto Piazza").

Digresión. Recuerdo una muy favorita de la vida y que Youtube (¡con publicidades intersticiales y ahora de 10 segundos!) me está debiendo, ahora que recuerdo bien fue un ciclo maravilloso que ponía en escena biópics tiradas de los pelos, la más maravillosa fue la de "Woody Allen" (él sacaba unas fotos sucias a Soon-yi y las olvidaba sobre la chimenea, entonces Mia las encontraba y le armaba tremendo escándalo a un Woody gordo y con voz -con tartamudeo incluido- doblada) y la segunda más maravillosa fue la de Michael Jackson (con un Michael gordo y gris -literalmente, su piel era gris-).

Lo más cerca que tuvimos del género "películas para televisión" en nuestro sistema fue "Sin condena", un ciclo de unitarios creado por Rodolfo Ledo que entregaba maravillas por Canal 9 a mediados de los años 90; obras como "El caso Barreda" o "El caso Santos" o "El caso Gun n´Roses" (sobre la adolescente que se suicidó porque no la dejaron asistir al recital; recuerdo una escena en que la chica se frotaba contra su póster del líder cantante, ¡si lo vieras hoy muchacha!) o "El caso Mariela" (sobre la transexual que había adoptado hijos), en un principio se trataba de casos judiciales que de a poco fueron derivando en casos de anorexia y bulimia a biópics de personajes populares que nada tenían que ver con el nombre "Sin condena", como Luca Prodan (con un Luca gordo y punkeado y durísimo) o la historia del Che Guevara (con un Che lobizón interpretado por Gerardo Romano).

La banda de sonido del ciclo era el Himno Nacional cantado por Carlos Alberto García.

4. Pastelitos calientes

Alejandra es nueva en el colegio, se ha mudado del paradisíaco Puerto Vallarta al no paradisíaco Distrito Federal mejicano, la muerte de su madre es el motivo de su nueva vida.

Un día asiste junto a sus compañeros a un viaje en grupo. En ese viaje mantiene relaciones sexuales con un chico dentro de un baño, esa secuencia temporal es filmada (ella no se opone) y ese video es la bienvenida al infierno para Alejandra.

Una vez que el video comienza circular por la web la violencia contra Alejandra por parte de sus compañeros se hace masiva, ubicua, insoportable.

La violencia del grupo contra ella no tiene límites y la imaginación -cuando funciona para el mal, para lograr por ejemplo la máxima humillación- no tiene límites verdaderamente.

Alejandra es forzada a comerse un pastel de mierda y desechos, es violada y a nadie puede expresarle su dolor. A diferencia de Sylvia la muchacha mejicana tiene un vengador.

"Después de Lucía" (foto) es una película mexicana dirigida por Michel Franco (el Franco verdaderamente talentoso, no confundir con el otro).

Recibió en 2012 el premio correspondiente a la sección "Una cierta mirada" en la 65a. edición del Festival de Cannes  y una mención especial en el ciclo "Horizontes Latinos" en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

Aunque también es una película de presupuesto modesto "Después de Lucía" no forma parte del género "películas para televisión", Virginia Lago diría que es una película sobre el bullying y la adolescencia, yo diría que está más en la línea de "Kill Bill" y "El vengador anónimo" con Charles Bronson.

Una distancia entre las dos películas tiene que ver con esa sensación de aprehensión que transmite el cartelito de "Basado en un hecho real" o los graffs finales que indican: "Jenniffer Likens, la hermana de Sylvia, se mudó de Indiana después que terminó el juicio. Nunca más se supo de ella. La Sra. Baniszewski fue condenada a …".

También hay una segunda parte a la historia de Alejandra, la muchacha mejicana bulineada por el resto, una continuación que de ser americana sería algo así como “Carrie”, pero sin telequinesis, Alejandra sería un coreano sobre exigido y en lugar de poderes le bastaría con un par de armas y granadas y un college (norte)americano dispuesto a explotar con espectacularidad.

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